“No traigo nada, fui a dejar parientes del lado brasilero”, declaró un residente de Puerto Iguazú que las traía en su baúl y camuflada en los asientos traseros. Por su alto precio, el contrabando y la “falsificación marcaria” del producto es cada vez más frecuente. Hace dos semanas, un reconocida marca aceptó que se donaran, en vez de destruirse, 8.000 pares
Las zapatillas de marca son uno de los productos en los que más se nota la impresión cada vez más generalizada de que la Argentina “está cara en dólares”. Incluso, en sus modelos más costosos, se incorporaron al vestuario formal de los hombres y hasta se volvieron una señal de status.
La cuestión es que los precios, la publicidad, las modas y las cuestiones “aspiracionales” hacen muy apetecible lucir zapatillas que sean -o hagan creer que son- de las marcas más conocidas del mercado
Tal el contexto socioeconómico en que la Aduana volvió a detectar un intento de contrabando y falsificación marcaria por parte de un nombre que buscó entrar a la Argentina, por Iguazú, “con casi 300 pares de zapatillas sin declarar”, como precisó la agencia de la AFIP en un comunicado.
El descubrimiento se produjo durante la inspección de un automóvil en el Puente Internacional Tancredo Neves, en la frontera con Brasil.
Imitación
“La mercadería imitaba con sumo detalle los diseños de reconocidas marcas”, señaló la Aduana, que señaló tersamente que la cantidad de productos le permitió “presumir que estaban siendo ingresados con fines comerciales. Así, fueron incautados en su totalidad por transgresión al Régimen de Equipaje”.
El ciudadano de los centenares de pies es un argentino con residencia en Puerto Iguazú, Misiones y la Aduana agregó tersamente que los casi 300 pares de zapatillas no declaradas “se cree que serían objeto de fraude marcario”, además, por supuesto, de un caso de contrabando.
La persona se presentó en la cabecera aduanera para ingresar a la Argentina en una “franja horaria crítica”, por la gran cantidad de turistas regresando de visitar las Cataratas del lado brasileño
El procedimiento comenzó cuando, en el Paso Fronterizo Internacional Iguazú-Foz do Iguaçu, un vehículo con matrícula local, se presentó en la cabecera aduanera argentina para ingresar al país. Lo hizo, además, en una “franja horaria crítica”, de intensa actividad, por la gran cantidad de turistas regresando de visitar las cataratas y apreciarlas desde el lado brasileño. Es también, por la naturaleza de la situación, el momento en que los controles son más apresurados.
El conductor del rodado, al ser recibido por los agentes aduaneros declaró, en forma espontánea: “No traigo nada, fui a dejar parientes del lado brasilero”.
Aún así, inspectores del puesto de control resolvieron inspeccionar el vehículo y al abrir el baúl y las puertas traseras, advirtieron, ocultas bajo mantas de color oscuro, una exorbitante cantidad de cajas.
Seguidamente, descargaron la mercadería y constataron que se trataba de 299 pares de calzado deportivo, “que imitaban con suma atención al detalle los diseños de reconocidas marcas”.
Asimismo, observó con extrema cautela la Aduana “permite presumir”, que la mercadería estaba siendo importada con fines comerciales, lo cual prohíbe su ingreso por la vía del Régimen de Equipaje.
En consecuencia, la totalidad de los productos fueron secuestrados en los términos del 977 del Código Aduanero y durante el transcurso de la causa judicial se evaluará si corresponde encuadrar la maniobra como transgresión a la ley de marcas.
Este tipo de detecciones que tiende a aumentar a medida que el precio de las zapatillas del lado argentino se distancia de los valores de países fronterizos o incluso de países de los que se retorna por vía aérea, ha hecho que la Aduana incaute mercadería como para instalar una zapatillería.
Cabe recordar que hace dos semanas el organismo donó 8.000 pares de zapatillas luego de que una marca internacional aceptara que no fueran destruidas, como puede demandar que se haga en casos de falsificación marcaria.
En aquel caso, 4,2 toneladas de zapatillas incautadas “por ilícitos en materia de comercio internacional, fueron entregadas a Cáritas, para que se encargue de su distribución de modo que ser “devuelta en forma provechosa a la sociedad, integrando un círculo virtuoso”. De hecho, aquella donación de 7.848 pares de zapatillas con inscripciones apócrifas fue calificada por la Aduana como “un antecedente histórico”.
Habrá que ver si los 299 pares de zapatillas detectadas esta vez tienen el mismo destino, aunque se trate de dos marcas distintas.
Fuente: Infobae