Carlitos González fue visto por última vez en diciembre de 1993 en la localidad correntina de Santa Lucía. Su familia cree que fue víctima de una red de trata que operaba en Paraguay. A 30 años de su desaparición, un mensaje de Buenos Aires reimpulsó la búsqueda.
La búsqueda desesperada de Loan Danilo Peña, el nene de cinco años que desapareció el 13 de junio pasado en Corrientes, rescató del “olvido” otro caso muy similar ocurrido el 26 de diciembre de 1993. Ese día Carlitos González, que apenas tenía dos, fue a un cumpleaños familiar en la localidad correntina de Santa Lucía y mientras jugaba con otros chicos se esfumó, sin que nadie se diera cuenta.
Con Carlitos, al igual que ahora con Loan, la hipótesis más fuerte apuntó a un secuestro vinculado a la trata de personas. Después de 30 años de búsqueda incansable y cuando el caso ya parecía agotado, una nueva pista encendió las alertas y podría por fin llevar al tan esperado reencuentro con su familia.
Días atrás Carlos González, el papá de Carlitos, fue contactado por una joven de Buenos Aires que vio en las redes sociales la foto del nene desaparecido y notó que era la misma que su novio tenía guardada en el celular.
“Cuando vi la foto sentí que era él, es muy parecido”, dijo a TN Carlos sobre esa persona que, a cientos de kilómetros de distancia, podría ser el hijo que busca desde hace tres décadas. Sin embargo, el hombre en cuestión hasta el momento se mostró reacio a realizarse la prueba que podría confirmar su identidad. “Yo espero que se le ablande el corazón y se haga un ADN, la esperanza no se pierde”, expresó González.
La desaparición de Carlitos González y el auto rojo
Carlitos tenía dos años cuando desapareció durante una fiesta de cumpleaños al que había ido acompañado solamente por su tía. “Él había salido a jugar a la pelota con otros chicos a unos 50 metros del lugar en donde estaban los adultos”, contó a este medio su papá, sobre aquel día que cambió su vida para siempre.
La dramática noticia de la desaparición del nene empezó a correr de boca en boca casi tan rápido como la versión de un auto rojo sospechoso que había sido visto en la zona rural donde se llevó a cabo la reunión familiar.
Con el correr de las horas, lejos de desdibujarse, la pista del misterioso vehículo fue cobrando cada vez más fuerza. “Ese coche tuvo un accidente menor frente a una cancha de fútbol, se cayó en una cuneta”, apuntó el padre de Carlitos.
Entonces, las personas que en ese momento se encontraban disputando un partido en esa cancha se convirtieron inesperadamente en testigos clave del caso de su hijo.“Ellos vieron que llevaba a un chiquito adentro del auto. El nene lloraba pero no sabían que era Carlitos, tenía la misma ropa”, resaltó González, haciendo referencia a lo que oportunamente declararon en la Justicia.
El auto rojo siguió su marcha aquel día y recién tres semanas después de que Carlitos se perdiera la investigación se inclinó hacia un secuestro y la posibilidad de que la víctima ya no estuviera en el país. Nunca, sin embargo, hubo un pedido de rescate. Los días se convirtieron en meses, después en años y en décadas, pero Carlos González nunca dejó de buscarlo.
“Chicos en venta” en Paraguay
El papá de Carlitos le puso el cuerpo a la búsqueda y así recorrió provincias de toda la Argentina y también llegó a Paraguay. “Habían encontrado 9 chicos robados en ese país y viajamos con el ministro de Justicia de Corrientes de ese momento y trabajamos también con Interpol”, señaló. Lo que encontraron en territorio paraguayo superó cualquier expectativa.
“Tenían a los chicos en venta en la Casa Cuna”, aseveró González a TN. En este sentido, detalló que los menores se vendían a España y Alemania y que él mismo vio carpetas con fotos donde los ofrecían. “Variaba el color de pelo, de piel, de ojos…”, recordó con una mezcla de bronca y espanto. Pero Carlitos no era ninguno de ellos, su destino seguía siendo un misterio.
Como resultado de aquel descubrimiento hubo varios detenidos, tanto en el extranjero como algunos vecinos de Goya, entre ellos una mujer y un abogado. Sin embargo, el nene seguía desaparecido y la Justicia consideró que la carga de la prueba era insuficiente para mantener a los sospechosos tras las rejas. De a uno, todos fueron recuperando la libertad.
Una foto, ¿el fin del misterio?
“Yo creo que esa misma noche (Carlitos) entró a Paraguay”, manifestó convencido Carlos González sobre aquel fatídico 26 de diciembre de 1993, cuando vieron a su hijo por última vez. No tiene pruebas pero tampoco dudas que era él efectivamente el chico que vieron en el interior del auto rojo pero, sostiene, falló la investigación.
“Todo mal hicieron, empezaron a hacer controles en la ruta pero tarde”, indicó el hombre. Asimismo, destacó que tres años después de la desaparición y gracias al testimonio de los testigos el conductor de ese coche fue identificado en una rueda de reconocimiento y, como la pista Paraguay, todo quedó en la nada.
En tantos años de lucha Carlos González se puso en contacto con Asociaciones, Instituciones y Redes Integradas por padres y familiares de víctimas y siguió él mismo cada pista que apareció. Una de ellas, en 2018, lo llevó a Mendoza por un joven que compartía rasgos similares y la edad que tendría su hijo en ese momento, pero una prueba de ADN derrumbó finalmente cualquier esperanza.
Aquel nene que se esfumó en Corrientes a plena luz del día con dos años hoy es un hombre de 32. Carlos González habla en presente de él porque no pierde la esperanza de encontrarlo vivo y por esto, aún con el tiempo como una amenaza implacable en su contra, encuentra fuerzas para seguir buscando y se ilusiona nuevamente con ese llamado de Buenos Aires y ese joven que en su teléfono guarda una foto de la infancia que podría, por fin, terminar con el enigma que lleva 30 años abierto.
Por Luciana Soria Vildoza-TN