El término “clanes delictivos” provoca temor. Sin embargo, estadísticamente hablando, se trata de un fenómeno marginal. DW habla con un experto que advierte de las imágenes estereotipadas en Alemania.
Mahmoud Jaraba, experto de la Universidad de Erlangen-Nuremberg, en en Baviera (Alemania) investiga desde 2015 a familias numerosas árabes, turcas y kurdas. En los medios de comunicación alemanes y entre la policía se ha impuesto un término controvertido: “clan”. En un análisis que acaba de presentar, el experto indica que a menudo es asociado con tres conceptos: criminalidad, sociedad paralela y violencia.
Pone, como ejemplo, dos espectaculares casos de robo en dos museos, uno en Dresde y otro en Berlín.
“Estos robos requirieron una organización criminal profesional y pueden clasificarse como ‘delincuencia familiar’ en términos criminológicos”, señala el análisis de Jaraba. Un tipo de delincuencia caracterizada por miembros de una familia bien conectados tanto en el país como en el extranjero.
Sometidos a presión
Los miembros de esas familias son fácilmente sustituidos en caso de ser capturados por la policía. “Suelen reclutar a familiares que se unen a ellos voluntariamente o a los que someten a presiones”, señala Jaraba, quien pudo obtener estas informaciones de los propios afectados, y de entrevistas con expertos que trabajan con la policía o en el sector social.
Con todo, el politólogo considera que el término “clan” es problemático. Estas familias numerosas no son grupos homogéneos y sus relaciones, originalmente estrechas, se han ido diferenciando con el paso de las décadas. “Hoy, la mayoría de ellos ni se conocen entre sí”.
“Subculturas étnicamente aisladas”
La policía define los clanes como “subculturas étnicamente aisladas”. Jaraba critica esta definición, que considera engañosa. Es cierto que algunas familias numerosas viven en una especie de subcultura en lo que respecta a ciertos aspectos sociales y culturales. Pero cuando hay delincuencia, no se puede hablar de aislamiento, afirma el experto.
A través de sus entrevistas, Jaraba ha descubierto que la gran mayoría de los miembros de esas familias rechazan la delincuencia y desearían que se luchara eficazmente contra ella.
Redadas en bares de “shisha” y peluquerías
Jaraba pone énfasis en los estados federados de Berlín, Baja Sajonia y Renania del Norte-Westfalia, donde la lucha contra la llamada criminalidad de clanes es una prioridad. Esto incluye controles periódicos de particulares y empresas, así como redadas, sobre todo en bares de “shisha” y barberías. Con esta táctica, la policía quiere aumentar notablemente la presión sobre este sector.
En los informes sobre la evolución de la criminalidad de clanes en los tres estados federados, tales medidas son justificadas por la “sensación subjetiva de seguridad” de la población.
“Miembros criminales de familias numerosas de ascendencia turco-árabe han logrado en el pasado intimidar cada vez más a la población y aparentemente reclamar para sí determinadas zonas mediante comportamientos agresivos, desórdenes y delitos”, respondía el Ministerio del Interior de Renania del Norte-Westfalia a preguntas del servicio de medios Integration, que encargó el análisis de estos clanes a Jaraba.
Pocas infracciones penales
Esta percepción subjetiva contrasta con las cifras objetivas de las estadísticas sobre criminalidad: la proporción de todos los delitos presuntamente cometidos por clanes en Berlín, Renania del Norte-Westfalia y Baja Sajonia se sitúa entre el 0,17 y el 0,76 por ciento de todas las infracciones penales.
La criminóloga Daniela Hunold, de la Escuela de Economía y Derecho de Berlín (HWR, por sus siglas en alemán), quien trabajó en la Oficina Estatal de Investigación Criminal de Bremen de 2019 a 2022, ocupándose del fenómeno de la criminalidad de clanes durante este tiempo, considera que “utilizar grupos étnicos no solo es jurídicamente problemático, sino también ineficaz desde el punto de vista policial”.
Para Hunold, se está creando la impresión de que es necesario un determinado enfoque policial para combatir esta forma de delincuencia. “Y eso es algo que no puedo corroborar desde el punto de vista policial ni criminológico”, afirma.
Por Marcel Fürstenau-DW