Carlos Fren pasó por varios equipos y jugó al lado de los mejores de su época. A Diego lo conoció cuando ambos eran futbolistas de Argentinos Juniors: años después, lo acompañó en sus primeras aventuras como director técnico y mantuvieron una relación casi de familia, pero se distanciaron de manera abrupta.
Carlos Guillermo Fren se dio varios gustos grandes en el fútbol, como jugar con Diego Maradona y Ricardo Bochini. Hoy su vida la pasa en el mundo de los juegos de azar, ya que está a cargo de administrar una agencia de lotería en el barrio porteño de Palermo.
Aquel mediocampista surgido en Argentinos Juniors, que fuera campeón con el Independiente del “Pato” Pastoriza, es uno de los pocos que pudo ver los primeros pasos de Maradona en el fútbol. “Lo conocí haciendo jueguitos y cuando lo subieron a primera se cambiaba en otro vestuario con algunos juveniles hasta que tomó valor y se vino con los jugadores grandes. Era tímido y educado. Creo que conocí al mejor Maradona que haya existido dentro de una cancha. Me daba gusto verlo encarar, frenar, meter un cambio de frente. Dentro de la cancha lo cuidamos para que no le pegaran tanto”.
Pero para Carlos Fren su historia con Diego continuó ya no como jugador, sino como entrenador armando una dupla que supo dirigir en la Argentina. “Yo estaba sin laburo y lo fui a visitar a un campo donde se concentraba para prepararse para el Mundial de Estados Unidos 1994. Cuando llegué había varias personas, pero a medida que se fueron yendo quedé mano a mano con él y le pedí ayuda porque necesitaba trabajar. Me dijo ´Aguantame que cuando deje el fútbol voy a dirigir y vamos a formar una dupla´. La relación con Diego era tan fuerte que me invitó al Mundial y compartí muchos momentos con su familia, especialmente con su papá y Coco Villafañe, su suegro. Luego del doping nos volvimos al país y recuerdo que me traje a una de sus hijas en brazos hasta subir al avión. Pasa el tiempo y me llama para contarme que lo convocó Mandiyú de Corrientes para dirigir. A lo que le dije que agarremos, porque él estando al pedo era peligroso. Por ser nuestro debut nos fue bastante bien pero Corrientes era muy tranquilo para lo que Diego necesitaba. Salíamos del hotel rumbo a la cancha y no había nadie esperando al equipo. Diego no estaba acostumbrado a eso. En uno de los partidos le ganábamos a River 2 a 0 hasta que entró Marcelo Gallardo. Le dije a Maradona ´Este nos rompe el culo’. No me equivoqué, porque River nos empató”.
Pero el paso de la dupla Maradona -Fren tuvo un segundo capítulo en Avellaneda “Como Diego se quería ir de Corrientes, le vino justo un ofrecimiento que le hizo Juan Destéfano, que era el presidente de Racing. La gente nos trató muy bien pero estuvimos muy poco y creo que no llegamos al año. Le pudimos ganar a Boca y me acuerdo que un día Diego se quedó durmiendo en el hotel y el equipo solo lo dirigí yo. Discutíamos seguido y no solo de futbol”.
Pero esa relación sanguínea con Maradona se desvaneció de un día para el otro. “Me separé y Diego me salió de garante de una casa, pero yo no tenía un peso para afrontar el gasto. Llamé a Claudia y le dije que estaba generando deudas y que por eso me iba a vivir con mi vieja junto a mi hijo del medio. ´Pará este quilombo’ me dijo ella. Un día tomando un café en Simbrón y Sanabria me llama Claudia y me dice que llegó una carta documento notificando la deuda del alquiler. Como yo tenía mala relación con Guillermo Coppola, sigo creyendo que Claudia le pasó la carta y él se la guardó para contar esta historia en algún momento. Y fue así porque cuando lo critiqué me expuso ante Diego sobre esa deuda y Diego lógicamente se enojó conmigo. Una noche me invitan a un programa donde yo creía que era para hablar de mi salida como técnico de Los Andes y Mauro Viale dice que Maradona y Coppola estaban viniendo al estudio. En un corte se acerca el periodista Lito Pintos y me dice que Diego iba a hablar pero por teléfono, a lo que le contesté que yo mano a mano hablo con cualquiera, pero si era por teléfono me levantaba y me iba. Diego salió al aire y no se le entendía nada porque estaba mal y cuando me ofrecen saludarlo, solo le dije que esperaba verlo personalmente y aclarar varios temas. Esa noche lo llamé y no me atendió. Nunca más lo vi a Diego y honestamente terminamos muy mal. Diego se paraba de manos y después aflojaba. Yo me siento tranquilo pero me da tristeza el final que tuvo, porque murió muy solo”.
¿Disfrutaste de tu carrera?
Yo nací para jugar al fútbol y cuando estaba jugando en la quinta división de Argentinos esperaba saltar a primera. A mi me dio el visto bueno para empezar en Argentinos Francisco Cornejo, el famoso de los Cebollitas. Tuve la inteligencia de entender que llegar a Primera no significaba nada. Tuve grandes compañeros como Hugo Pena y Jose Pekerman que fue un buen jugador pero que las lesiones lo complicaron mucho. Mi ídolo en ese equipo era Carlos “Tucho” Caputo.
¿Qué significó Independiente en tu carrera?
Fue todo especial por la grandeza del club. Estuve cuatro años donde pude salir campeón y eso me permitió jugar en la Selección. Llegué a un Independiente ganador, lleno de figuras, pero nunca me achique. Cuando nos concentrábamos, compartía habitación con Ricardo Bochini, que era el agua y el aceite si lo comparas con Maradona. Con el Bocha nos queremos mucho porque nunca perdimos la simpleza. Fue una época donde cada equipo tenía fenómenos como Boca con Maradona, River con Beto Alonso, Independiente con Bochini, Racing con Carlos López. Pero a mí siempre me bailó Mario Zanabria cuando jugábamos contra Newell ‘s.
¿Bochini te pidió hacer dupla con él en Independiente?
Accedí a su pedido, pero no era el momento para asumir en Independiente. Encima el Bocha tenía problemas con Luis Islas, que era el arquero, y todo se complicó. Era un plantel que no tenía refuerzos y tuvimos que salir a la cancha con muchos pibes. Dejamos consolidados en primera a Gustavo López y Sebastián Rambert. El Bocha hablaba mano a mano con los jugadores y yo me encargaba de casi todo. Bochini no nació para ser técnico porque a pesar de que veía bien el fútbol no lo podía comunicar.
¿La pasaste bien en los clubes de la Argentina?
En Nueva Chicago me la pase comiendo achuras porque los hermanos Juan Carlos y Roque Erba tenían un frigorífico en Mataderos y siempre me regalaban bolsas con todo tipo de carne. Hablando en serio, en Chicago tuve mucha continuidad y anduve bien. A Racing fui porque me lo pidió José Pastoriza y cuando estuve en Vélez conocí a un Carlos Bianchi con una personalidad única. No me sorprendió su calidad para dirigir
¿Por qué duraste poco en la Selección?
Porque me rompí la rodilla jugando en Independiente contra All Boys. El grupo de la Selección que venía de ser campeón del mundo era muy cerrado, pero sin embargo cada tanto me convocaban para las reuniones del plantel donde el que manejaba todo era Daniel Passarella. El profesor Ricardo Pizzarotti siempre me decía que tenía alma de caudillo. Me acuerdo que lo jodían a Américo “Tolo” Gallego y le decían que le iba a sacar el puesto.
¿Te costó dentro del fútbol no ocultar su fanatismo por el turf?
No tenía escapatoria porque mi viejo tenía una parrilla en Palermo y otra en San Isidro. Recién casado me la pasaba mintiendo y le decía a mi mujer que concentraba de tarde y en realidad me iba al hipódromo. Después entrada la noche se concentraba con Independiente en el Constitución Palace. En esa época no se podía caminar en el hipódromo por la cantidad de gente que había y como los menores no podían ingresar yo acompañaba a un fotógrafo y desde un techo miraba las carreras. Y lo mío no pasaba por el juego, porque el que juega a la larga le va a ir muy mal. Yo si voy a las carreras como mucho juego dos mil pesos.
¿Y qué te moviliza del turf?
Poder ganar una carrera con tu caballo, eso no tiene precio. Suelo acompañar a mi hijo Javier que es cuidador (NdR: entrenador de caballos) y en estas semanas ganó una de sus yeguas. No sabes la emoción de poder sacarme una foto con el caballo, mi hijo y mi nieto de cinco años. Mi caballo favorito se llamaba Juan Pueblo, un tordillo grandote que pesaba como 600 kilos. Yo tenía 12 años, me iba a la villa hípica de Palermo y me la pasaba horas mirando a ese caballo. Pero el que sabe de verdad es mi hijo que tiene mucho ojo para trabajar con los caballos.
¿En la Argentina hay buenos jockeys?
Eso es muy parecido al fútbol. Cuando yo jugaba cada equipo venía con un Ricardo Bochini, Beto Alonso, Carlos López, Daniel Valencia y Mario Zanabria. Y con los jockeys pasa lo mismo, porque antes tenías un Jorge Valdiviso, Aníbal Etchart, Juan “La Fiera” Maciel, Eduardo Jara y otros tantos. Hoy solo hay dos o tres, como en el fútbol.
Por Sergio Chiarito-TN