El país sudasiático de 55 millones de habitantes, enclavado entre vecinos como China e India, se fragmenta en una guerra civil que enfrenta a varios ejércitos étnicos regionales, aliados con la oposición democrática para tumbar al último de los regímenes militares que dominaron el poder desde la independencia (1948).
El régimen militar de Myanmar está acorralado por una alianza de la oposición civil democrática con varios grupos étnicos que luchan por conquistar su autonomía territorial dentro de un Estado que nunca terminó de cuajar en sus ocho décadas de independencia.
La última posibilidad de reconstruir un poder político central democrático, bajo el liderazgo de la Premio Nobel 1991 Daw Aung San Suu Kyi (Liga Nacional por la Democracia), terminó con el golpe del general Min Aung Hlaing en 2021, que dejó ya 50 mil muertos y 26.500 detenidos, según la organización ACLED.
La represión del régimen de Hlaing empujó a muchos activistas civiles a sumarse a una veintena de mini ejércitos étnicos (el país tiene 135 etnias y 100 lenguas, aunque el 90% es de religión budista) que demandan la autonomía política y económica de territorios algunos vecinos de China, India y Tailandia.
La evolución del conflicto birmano tiene preocupados a los vecinos pero más a China, cuyo canciller, Wang Yi, negoció en la capital Naypidó retomar una tregua del gobierno con los rebeldes, que han resistido años de bombardeos y cuya última contraofensiva desde octubre, la “Operación 1027”, le permitió tomar 35 ciudades.
Además de la inestabilidad que provocaría en el Sudeste Asiático la fragmentación de , el conflicto impacta en otros campos de interés global: el país superó a Afganistán como primer productor de opio del mundo.
A finales de 2023, unas 3 millones de personas habían sido desplazadas de sus hogares en un país de unos 55 millones de habitantes, según la oficina de derechos humanos de la ONU. Más de 18 millones de personas necesitan urgente asistencia humanitaria (antes del golpe era un millón).
Investigadores de la ONU recomiendan investigar a las fuerzas militares birmanas por crímenes de guerra y de lesa humanidad, violencia sexual, incendios de aldeas y uso de minas terrestres, además del genocidio contra la minoría rohingya en la frontera con Bangladesh, bajo el gobierno de Suu Kyi.
Un espejo que nació roto
Fue creada como unidad política por la ocupación imperialista británica, sin considerar la gran diversidad étnica del territorio, que la independencia de Londres acabó componiendo caprichosamente como Estado.
Así, algunas minorías étnicas birmanas tienen más en común con poblaciones vecinas de China, India y Tailandia que con el pueblo bamar, la etnia más grande de Myanmar y dominante en el Ejército. Otras etnias descienden de estados principescos y los Rohingya, por ejemplo, han sido declarados apátridas.
La diversidad étnica birmana se concentra en las estribaciones del Himalaya y las regiones boscosas fronterizas del delta y las tierras bajas del río Irrawaddy. El precario Estado formado en 1948 nunca logró que el gobierno central y su Ejército tuvieran control sobre esos territorios dominados por minorías étnicas distintas a la bamar, la mayoritaria (dos tercios de la poblaçión) y dominante en el poder.
Los militares gobernaron desde el golpe de 1962 (el general Ne Win gobernó hasta 1988) pero en 2011 una nueva generación de oficiales emprendió reformas y permitió en 2015 el acceso democrático al poder de Suu Kyi (la popular dirigente había ganado elecciones en 1990 que fueron anuladas por el régimen).
Con Kyi, la situación interna y los conflictos étnicos siguieron sin solución. Seis años después, en febrero de 2021, los militares desconocieron la reelección de Suu Kyi, la derrocaron, encarcelaron e iniciaron un último período de dictadura y represión.
Pero, el régimen se topó con una generación de jóvenes que disfrutó de un período de libertad, que interactuó con la diversidad de etnias del país y con el exterior.
“Se convirtieron en una generación con su propia música, tradiciones, valores y hábitos. Pero lo más importante es que no heredaron el mismo miedo a la autoridad que estaba tan arraigado en sus padres”, resumió Charles Petrie, enviado de ONU.
Financiados por recursos naturales de sus territorios, las milicias étnicas resistieron al último régimen y se encolumnaron en 2021 detrás de un Gobierno de Unidad Nacional paralelo, que les sirvió para potenciar su antigua lucha por la autonomía.
Ofensiva ¿final?
En octubre de 2023, con apoyo de la Fuerza de Defensa del Pueblo (PDF) del gobierno paralelo, tres ejércitos étnicos o Tres Hermandades (Alianza Democrática Nacional, Ejército de Liberación Nacional de Ta’ang y el Ejército de Arakan) lanzaron una ofensiva desde el estado de Shan (noreste) y tomaron más territorio birmano.
Tres meses después, China logró negociar la tregua de Kumming. Pero duró pocy en junio Ejército y rebeldes retomaron los enfrentamientos, con resultado negativo para el gobierno: cayó la ciudad de Lashio (Shan) y se debilitó la posición del general Hlaing dentro del propio régimen militar.
Una incógnita a develar es si los grupos armados rebeldes seguirán dando prioridad a objetivos militares que sólo garantizan la autonomía territorial de cada uno o si están decididos a barrer con el Ejército dominante desde hace más de medio siglo y a reconstruir el Estado, probablemente en forma de federación étnica.
A su vez, según los analistas, China es el menos interesado en facilitar una caída del régimen militar, que puede acelerar hasta el caos la actual fragmentación de poder político y territorial de , a su vez agobiado por el colapso de una economía, en la que Beijing también ha involucrado inversiones.
Según el Banco Mundial, el PIB de cayó 9% desde 2019, y la pobreza se disparó a niveles inéditos en una década (32%). La junta congeló los precios del arroz, la carne y el aceite; restringió la compra de oro y divisas; frenó el envío de divisas al extranjero, y detuvo a comerciantes por violar los controles.
En simultáneo, uno de los grupos más poderosos, el Ejército Unido del Estado de Wa, se ha convertido con 30 mil efectivos en una de las mayores milicias de narcotraficantes del mundo, nacida al calor de la Guerra Fría con apoyo occidental cuando servía por sus medios en la lucha contra el comunismo birmano y que ahora rompió su tregua de 35 años con los militares en el poder central.
Efecto dominó
Los wa, con el ejército territorial más poderoso de , son los mejores candidatos para abandonar la idea de una federación de regiones étnicas e independizarse: un Estado Wa soberano sería fronterizo con China y beneficiado por ese intercambio comercial (la región es rica en té y caucho, además de opio).
Ello supondría, en cambio, un problema para Tailandia, que pugna por contener a traficantes de heroína y de drogas sintéticas que se escurren por la frontera hacia el centro de su propio territorio con productos originados en la región wa.
En febrero, India dejó de permitir a los residentes de las comunidades fronterizas con moverse libremente entre los dos países e inició la construcción de una costosa valla fronteriza de más de 1.600 kilómetros.
Pero la opinión generalizada es que, aunque logren hacer caer al régimen militar, difícilmente las milicias regionales salgan de sus zonas seguras y avancen sobre el corredor geográfico Yangon-Mandalay y la capital Naypidó, donde reside la mayoría de los birmanos (unas ocho millones de personas).
El golpe militar de 2021 y los acontecimientos que se sucedieron afectó la estabilidad de todo el Sudeste Asiático por las varias fronteras (India, China, Tailandia, Laos y Bangladesh) que involucra el enclave geográfico de y hace temer por un efecto dominó en la región.
“La paz y la estabilidad de Myanmar son una preocupación clave tanto para China como para la ASEAN”, con la que comparten numerosas iniciativas de cooperación bilateral y multilateral, explica Xu Liping, director del Centro de Estudios del Sudeste Asiático de la Academia China de Ciencias Sociales.
De ahí el interés permanente de China por conseguir que las partes en conflicto lleguen a algún tipo de acuerdo que conjure un caos generalizado en . Enviados especiales de la ASEAN a Myanmar han realizado múltiples visitas de mediación a este país, con un plan de paz o Consenso de los Cinco Puntos.
Según Foreign Affairs, la fragmentación ha disminuido en gran medida las perspectivas de construir una unión federal en Myanmar. Hacerlo requeriría que los gobernantes regionales cedan autoridad parcial a un gobierno central y que las fuerzas no estatales se desarmen, lo cual es extremadamente improbable.
Dadas las alternativas más probables (una guerra prolongada, una consolidación del gobierno militar o ambas), el control descentralizado de distintas partes del país, un conjunto de pequeños estados autónomos, puede ser el resultado menos malo de todos los posibles, añade.