El pasado 27 de agosto, Israel lanzó una de las mayores operaciones militares dentro de la Cisjordania ocupada en más de dos décadas, alegando la necesidad de aplacar los movimientos hostiles israelíes, ante la falta de control de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Desde el 7 de octubre, más de 600 palestinos han muerto en Cisjordania a manos de soldados israelíes, en una campaña enfocada en desmantelar al grupo palestino islamista Hamás, que solo gobierna en Gaza, pero cuyo trasfondo es más complejo.
Cisjordania, bajo asedio. Con buldóceres, tanquetas blindadas y decenas de tropas, el Ejército israelí comenzó una intensa embestida militar contra el enclave gobernado por la ANP, hogar de unos 3 millones de palestinos, enfocándose en cercar el norte del territorio, esencialmente las ciudades de Jenin, Tulkarem y Toubas.
El ministerio de Salud palestino, controlado por la ANP en Cisjordania, ya reportó al menos 12 víctimas fatales en las redadas israelíes. Aunque desde Tel Aviv alegan que todos los caídos eran militantes armados, Hamás solamente reivindicó la vida de 10, incluido un prominente “comandante” local de la Yihad Islámica, Mohammed Jaber, alias ‘Abu Shujaa’.
Entre medio, la organización Club de Prisioneros Palestinos confirmó que al menos 45 personas han sido arrestadas desde el inicio de las operaciones militares israelíes en Cisjordania, sin especificar cuántos eran civiles o militantes.
El asedio israelí es uno de los más violentos que se han visto desde los eventos de la Segunda Intifada, en el 2000, que se cobró la vida de unos 4.793 palestinos para su final en 2005.
Además, el Ejército de Israel tiene como objetivo especial los campos de refugiados que albergan dichas ciudades, en donde, según la lógica castrense, los movimientos de resistencia hostiles al Estado de mayoría judía se organizan en pequeñas células locales, que después se organizan con organizaciones más grandes, como Hamás, para atacar a la población en territorio israelí. Un fenómeno que, desde hace décadas, el Ejército busca eliminar.
“Si ves que algo crece, tienes que cortarlo. Pero eso significa que en dos meses volverás a estar ahí. Sin un plan político o un movimiento estratégico estaremos allí de nuevo”, explica Michael Milshtein, exmiembro de inteligencia militar israelí, quien describe las actividades bélicas en Cisjordania como “cortar el pasto”, que, eventualmente, volverá a crecer.
El Gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha justificado el recrudecimiento del conflicto israelí-palestino, tras los ataques del 7 de octubre, con la búsqueda del exterminio total de la milicia islámica de Hamás, que controla una desolada Franja de Gaza, con más de 40.000 muertos hasta el momento, pero: ¿por qué la ofensiva en contra de Cisjordania?
La historia de la Cisjordania ocupada
Delimitada en la modernidad después de la creación de Israel en 1948, Cisjordania es uno de los dos territorios, junto con Gaza, a donde cientos de miles de palestinos huyeron para buscar refugió tras la guerra árabe-israelí que se libró en el mismo año.
El Estado vecino de Jordania se anexó temporalmente el territorio tras la guerra, pero la ocupación israelí volvió al enclave en la guerra de los Seis Días, en 1967, cuando Tel Aviv se enfrascó en un corto conflicto armado en contra de una alianza de países árabes vecinos formada por Egipto, Jordania y Siria, que, entre otras cosas, buscaban la liberación de la nación palestina.
Junto con la Franja de Gaza, los Altos del Golán, Jerusalén del Este y una parte de la península del Sinaí, Israel se hizo con el control de Cisjordania, en donde comenzó un proyecto colonial de desarrollo de viviendas e infraestructura civil exclusiva para los ciudadanos israelíes, que comenzaban a empujar de sus hogares a los residentes palestinos.
Conocida como ‘Judea y Samaria’ en la visión judía, Cisjordania empezó a experimentar la expansión de asentamientos israelíes en sus territorios, pero sin el reconocimiento oficial de Israel hacia el enclave como parte del Estado, por el miedo a las repercusiones diplomáticas que esta decisión podría traer.
Fue con la llegada de los Acuerdos de Oslo, firmados por el Gobierno israelí y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), en los 90, que ambos bandos acordaron una suerte de gobierno híbrido ‘temporal’ dentro de Cisjordania, en donde la ANP, sucesor político y espiritual de la OLP, iba a tener un cierto nivel de autonomía gubernamental en zonas específicas de la región, mientras que Israel mantendría el control sobre alrededor del 60% del territorio, en vistas a la salida progresiva de Israel.
Pero lo de temporal se ha extendido décadas hasta nuestros días, con el proceso de paz estancado y una sanguinaria guerra recrudecida el año pasado y Cisjordania ha entrado en una dinámica más compleja. Aunque las cuestiones de seguridad están estrictamente controladas por Israel, en un Gobierno ‘de facto’ por el que los palestinos no pueden votar, la ANP mantiene el control de la administración local de los asuntos del día a día, como el funcionamiento de hospitales y escuelas.
Al unísono, los asentamientos israelíes en Cisjordania, considerados como ‘ilegales’ bajo el derecho internacional, han aumentado hasta casi 500.000 personas, en su mayoría radicales de extrema derecha que protagonizan acoso y desplazamiento hacia sus vecinos palestinos, entre los que se reportan decenas de muertos cada año como resultado de estos enfrentamientos, motivados en su mayoría por cuestiones religiosas y étnicas.
El debilitamiento de la ANP y la impunidad
Si Cisjordania está controlada militarmente por Israel y políticamente por la ANP, hostil a Hamás: ¿por qué se han intensificado los ataques en contra del enclave palestino? Para algunos analistas, la respuesta está en la pérdida de legitimidad política del Gobierno de la ANP, la falta de esperanza en la diplomacia y la impunidad de la que goza Israel.
Desde su entrada al poder en 2008, el líder de la ANP, Mahmud Abbas, es reconocido internacionalmente como el representante de los intereses palestinos en el exterior, sin embargo, en las últimas décadas su poder político se ha ido erosionando entre la ciudadanía, que critica duramente al oficialismo por no haber conseguido una paz duradera en el enclave ni el establecimiento de un Estado palestino independiente.
Ante ello, decenas de jóvenes criados por la guerra, la pobreza, y el desdén de las autoridades israelíes, están girándose a favor de movimientos de resistencia armada, como Hamás, que, ante la falta de efectividad en la diplomacia, prometen un futuro por el que al menos pueden pelear.
“La ANP está perdiendo lentamente el control sobre las clases sociales, especialmente en el norte de Cisjordania, junto con el ascenso de una nueva generación de palestinos que están asumiendo la lucha en sus propios términos”, mencionó Abdaljawad Omar, analista político asentado en Ramala.
Otras voces, que no descartan el aumento de la militancia armada en las juventudes dentro de Cisjordania, también resaltan la importancia que tiene el desarrollo del conflicto en la Franja de Gaza, donde Israel parece, según organismos de derechos humanos, tener un cheque en blanco emitido por la comunidad internacional que, ‘horrorizada’ pero inmóvil, es testigo de una de las operaciones militares más devastadoras.
“Desde octubre se está desarrollando en Gaza una lógica genocida en la que no hay rendición de cuentas y en la que la impunidad no es solo una probabilidad o una posibilidad, sino que está prácticamente garantizada debido al papel específico de Estados Unidos y, en menor medida, aunque significativa, del papel de la Unión Europea en todo esto”, afirma Elia Ayoub, académico con un doctorado en análisis cultural, para la cadena Al Jazeera.
Aunque el mundo ha expresado sus preocupaciones por una expansión del conflicto en Gaza dentro de Cisjordania, las acciones emprendidas con relación a Israel son, como en los últimos meses, limitadas.
Turquía y Naciones Unidas han sido los actores más rápidos en expresar su rechazo ante la ofensiva israelí en Cisjordania, con la ONU advirtiendo sobre la posibilidad latente de “empeorar una situación ya catastrófica”.
“Condenamos enérgicamente la operación que Israel ha empezado en Cisjordania y las declaraciones del ministro de Exteriores israelí sobre trasladar a Cisjordania las medidas empleadas en Gaza”, expresó el ministerio de Exteriores turco a través de un escueto comunicado.
La población civil en los territorios palestinos sigue sufriendo asedio de las fuerzas armadas israelíes y se vislumbra un aumento en la ofensiva a medida que crece el deseo de Israel de destruir a Hamás.
Por:Maximiliano Pérez Gallardo-France24 con AP, Reuters y medios locales