Salió con varias actrices hasta que en 2004 conoció a la actriz y coreógrafa italiana Roberta Mastromichele y desde entonces forman una firme pareja
Matt Dillon todavía es uno de los rebeldes de Hollywood, un actor que logró mantener su vida personal lejos de los flashes y que hizo de la discreción su faro, escapando siempre de las tapas de revistas que buscaron ventilar sus amores. Sin embargo, tuvo varios romances con figuras de alto perfil como Cameron Díaz y Brooke Shields, pero nunca sintió que tuviera que dar explicaciones. Sí, tal vez, dio alguna que otra declaración sobre su vida amorosa, pero siempre consiguió mantener su intimidad en las sombras.
La laguna de Brooke y Matt
Brooke Shields fue una de las primeras colegas que conquistó el corazón de Matt Dillon. Eran los primeros años de la década del 80. Mientras daba sus primeros pasos en Hollywood, le ofrecieron protagonizar La laguna azul, junto a Shields, pero cuando leyó Dillon el guion le pareció que debía pasar demasiado tiempo desnudo y rechazó el papel. Jamás se arrepintió de desestimar esa jugosa oportunidad y el personaje fue finalmente para un, hasta entonces, desconocido Christopher Atkins. Matt no hizo la película, pero se quedó con la chica. Se enamoraron y durante casi un año se los vio juntos en todos lados. La relación no prosperó y ninguno de los dos sintió que tenía que dar explicaciones públicas de lo que pasó entre ellos.
Loco por Cameron
En 1995, Dillon conoció a Cameron Díaz en Minessota, mientras cada uno filmaba una película diferente. Tuvieron buena onda, pero no volvieron a cruzarse hasta un año después, cuando ambos fueron convocados para protagonizar Loco por Mary, de los hermanos Peter y Bobby Farrelly y junto a Ben Stiller. En la trama, Dillon interpretaba a Pat Healy, un investigador corrupto que se enamora de la protagonista, Mary. El amor en la pantalla se transformó en un amor en la vida real. Durante el rodaje solían pasar horas conversando mientras esperaban hacer sus escenas.
Fue un amor a primera vista que pretendieron esconder un largo tiempo, aunque para sus compañeros era un secreto a voces. Cuando los periodistas le preguntaban a la actriz si estaba en pareja, ella simplemente respondía que había conocido a alguien que estaba en el negocio. Finalmente, blanqueó la relación en una entrevista para la revista Rolling Stone, en 1996. “Matty es el mejor. Es único en su estilo… Nunca ha tomado la ruta más comercial. Es un ser humano inteligente, poético, pleno y real. Y tiene los pies en la tierra. Matt es el más grande”, dijo muy enamorada.
El amor de la pareja no pasaba desapercibido en el rodaje y la actriz Lin Shaye confesó que nunca había visto nada igual en un set. “Matt venía y le frotaba los hombros si había sido un día largo. Los veía sentados juntos en un banco o a él estirándose con la cabeza de ella en su pecho. Eran muy cariñosos”.
El fin de la relación llegó en 1998 con el estreno de la película, casi tres años después de que se vieran por primera vez. Ninguno de los dos dio explicaciones en ese momento, pero años más tarde, él confesó también en la Rolling Stone: “La amaba, teníamos mucha conexión y estábamos muy unidos, pero simplemente todo siguió su curso. Los dos somos actores, ella vivía en Los Ángeles y yo vivía en Nueva York, y no quería comprometerme a mudarme allí. Cameron fue una musa para mí. Nunca había tenido una relación emocional profunda”.
Un amor a la italiana
Luego del mediático romance con Diaz, Matt Dillon volvió a bajar el perfil y por varios años no se supo nada de su vida amorosa hasta que en 2004 se lo vio con la actriz, bailarina y coreógrafa italiana Roberta Mastromichele. Se conocieron en una cafetería de Nueva York y empezaron a hablar sin pretensiones, pero pronto descubrieron que tenían muchas cosas en común. Su primera cita fue en un cine, cuando fueron a ver una película de cine independiente. Nunca hablan de su relación y cuando algún periodista curioso hace preguntas inoportunas, el actor responde: “Hago promoción cuando es necesario, es parte de la profesión, pero personalmente he llevado una vida sencilla. No me escondo de nada. Salgo, veo a gente, no me aíslo. La verdad sea dicha: no me hice actor por narcisismo o por extroversión. Muchas personas se hacen actores porque quieren actuar, pero para mí lo importante de ser actor era transmitir algo, reflejar algo de la naturaleza humana al público. Sentía más curiosidad por la naturaleza humana y por el mundo que por el hecho de actuar. Me gusta interpretar, claro, pero lo mío proviene de la curiosidad. Para mí, no se trataba de ser famoso”.
Pero se los puede ver juntos paseando por las calles de Nueva York, comiendo en Little Italy, pero también en Roma, Italia, donde pasan gran parte del año.
Por Liliana Podestá-La Nación