Por primera vez, nace alguien que enfrenta a la expresidenta dentro de su propia comunidad ideológica. Se puede quebrar el kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires.
Por primera vez, a Cristina Kirchner le aparece una disidencia, alguien que intenta un movimiento de renovación con respecto a su liderazgo y está dentro de su propio grupo. Es uno de sus hijos, su hijo político, Axel Kicillof.
Por primera vez, nace alguien que la desafía dentro de su propia comunidad política e ideológica. La otra peculiaridad, es que es un duelo bonaerense, no es alguien kirchnerista que surge en La Pampa, en Mendoza o en Formosa, no, es alguien que surge en el territorio donde el kirchnerismo ha venido a afirmarse como movimiento político. Se puede quebrar el kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires.
Esta situación es significativa por varias razones. En primer lugar, es la primera vez que alguien la desafía desde dentro de su propia comunidad política e ideológica. En segundo lugar, el duelo que empieza a percibirse tiene una particularidad: es un duelo bonaerense. Kicillof surge en el territorio donde el kirchnerismo ha venido a afirmarse como movimiento político. Esto plantea la posibilidad de que el kirchnerismo se quiebre en la provincia de Buenos Aires.
Cristina enfrenta este desafío con dos dificultades. La primera es que ella es, aunque lo disimule, la responsable de lo que ha sucedido en el peronismo en los últimos años. Esto incluye haber llevado a Alberto Fernández al poder en un gobierno que muchos, tanto dentro como fuera del peronismo, critican abiertamente. Ese hecho será un reproche importante para su liderazgo.
La segunda dificultad es que el próximo 13 de noviembre, el máximo tribunal penal del país podría ratificar la condena que recibió Cristina en el caso de la obra pública en Santa Cruz. Seis años de prisión y, lo que es aún más relevante políticamente, la inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos. Esto significaría que no podría postularse como candidata en las elecciones del año que viene o en las presidenciales de 2027, salvo que la Corte revise su fallo.
Esta inhabilitación le quitaría a Cristina una carta clave en el juego político dentro del peronismo. La candidatura, la encarne o no, es una herramienta de presión que ahora podría perder. Y en este contexto, la pelea entre Kicillof y Cristina es una lucha por la sucesión. Como Salvador Dalí decía: “Si yo me interesara por la política, sería monárquico, porque la monarquía es el único régimen que resuelve el problema más importante de la política: la sucesión”.
A los líderes como Cristina les cuesta tener sucesores. Por eso, tienden a buscar relevos familiares, como lo ha intentado con Máximo. La razón de esta dificultad es que cuando aparece un sucesor, este se convierte en el espejo de la mortalidad política del líder. Y esta es la complejidad de los liderazgos carismáticos y populistas. Ahora, el foco está en un heredero insospechado: Axel Kicillof, a quien comenzaremos a observar más de cerca en su faceta política.
Por Carlos Pagni-TN