Misiones Para Todos

De prostituirse en la ruta a desfilar en las mejores pasarelas: la desafiante vida de La Cuerpo

Tras una infancia signada por la violencia familiar, Jazmín Salinas tuvo que luchar contra todo tipo de adversidades antes de convertirse en la modelo trans más requerida del momento

La apodaron La Cuerpo las compañeras con las que se prostituía en la Ruta 4 hasta hace no mucho tiempo. El nombre que figura en su documento, sin embargo, es Jazmín Salinas. Y aquel con el que la bautizaron sus padres cuando nació con otra identidad de género, prefiere olvidarlo. Como también prefiere olvidar los dolores de su infancia y su juventud. Pero sabe que, para sanar, es inevitable poner en palabras todo lo que le pasó en la vida desde su nacimiento, hace 47 años en un hogar humilde de San Vicente, provincia de Buenos Aires, hasta su presente como la modelo trans más requerida de las pasarelas argentinas.

—Cuénteme cómo transcurrió su niñez…

—Desde muy chica viví en Guernica, en un hogar de bajos recursos. Mi papá se llamaba Daniel, era changarín en los campos, y mi mamá, Marisa, ama de casa. Yo fui la segunda de seis hermanos. Y la verdad es que no teníamos ningún tipo de oportunidades. La pasábamos muy mal. Porque, además, vivíamos mucha violencia en la casa.

—¿A qué se refiere?

—Mi papá le hacía muchas cosas feas a mi mamá. Le pegaba. Y ver cómo un hombre maltrata a una mujer es algo que te marca para siempre. Yo la pasé muy mal en medio de esa situación.

—Imagino que, en ese tiempo, su madre no tenía posibilidades de denunciarlo o de cortar con esa relación…

—No. Ella recién fue feliz cuando a mi papá lo mataron.

La Cuerpo junto a su madre (Gentileza)

—¿Lo mataron?

—Fue su propio hermano el que lo asesinó. Yo era muy chiquita, tenía apenas 4 o 5 años, y no sé muy bien cómo fue la historia. Pero parece que hubo una discusión y lo apuñaló, quitándole la vida. Él era alcohólico, creo. No estoy segura…La verdad es que nunca me interesó entender qué fue lo que pasó. Ni siquiera me acuerdo de cómo era mi viejo.

—¿Borró esa imagen de su mente?

—Solo me acuerdo de los golpes que recibíamos, de lo violento que era…

—¿A sus hermanos y a usted también los agredía?

—Sí, claro. Venía borracho y le pegaba a mi mamá. Y yo me metía en el medio para defenderla, así que la ligaba también. Igual que mis hermanos, que también trataban de protegerla cuando la veíamos muy golpeada. Porque él la agarraba a la fuerza y bueno…Por eso mi vieja tuvo tantos hijos seguidos. Sufrimos mucho hasta que mi papá se murió. Fue una infancia muy dura.

—¿Iba a la escuela?

—Yo fui al colegio de grande porque, como vivía en el campo, no había una escuela cerca. ¡Quedaba a muchas cuadras de distancia! Y nosotros vivíamos alejados de todos, así que mis hermanos y yo no íbamos.

La modelo en el desfile de Esquina y Not Your Mona (RS Fotos)

—O sea que, en ese contexto de violencia, encima estaban aislados…

—¡Aislados de todo! Ni siquiera podíamos ir a un hospital, así que cuando estaba lastimada me tenía que curar mi mamá. De hecho, recién me fue a anotar al Registro Civil cuando tenía 12 años. Mi DNI empieza con 36 millones…Fue una vida muy complicada. Y bueno, no pude ir al jardín de infantes ni a la primaria como todos los chicos. Así que no tenía amigos. Y no sabía ni leer ni escribir: recién a los 13 empecé a estudiar.

—¿Y en qué momento descubrió su identidad de género?

—Si te digo, te miento. La verdad que no me acuerdo. Mi papá era homofóbico. De hecho, cuando veía a alguna chica trans en la estación de trenes, la tiraba para el andén. Era muy malo. Y yo perdí la noción de cuándo empecé a sentir que era una mujer. Quizá no lo quiero recordar…Porque, si vuelvo al pasado, la veo a mi mamá sufrir y llorar sin poder hacer nada. Me vienen las imágenes de cuando mi viejo la obligaba a tener relaciones y la dejaba embarazada. Y me angustio. Ella falleció hace cuatro años, casi cinco. Y nunca pudo ser feliz.

—¿No rehizo su vida cuando enviudó?

—No, porque quedó con miedo de estar con un hombre. Así que siguió adelante sola, luchando por sus hijos. Pero era una persona muy vulnerable. Vivía al día con lo que la gente le daba. Y nos llevaba a los comedores de un lado u otro para poder matar el hambre. Por eso yo, a los 14 años, empecé a trabajar en la calle. Me dediqué a la prostitución para poder sostener a mi familia.

—¿Ya había hecho la transición?

—Me vestía de mujer porque no me quedaba otro recurso que prostituirme para darle de comer a mi mamá y a mis hermanos. Yo los veía que se iban a dormir con el estómago vacío. Y no me quedó otra que agarrar la calle. Por eso es que después tuve que dejar la escuela.Jazmín con sus fans en medio de un show en un boliche (Gentileza)Jazmín con sus fans en medio de un show en un boliche (Gentileza)

—¿No tenía posibilidades de buscar otra manera de generar ingresos?

—¿Sabés que no? Directamente, una amiga me dijo: “Ya que sos marica, ¿por qué no te ponés a trabajar?”. Y ahí empecé.

—¿Cómo era exponerse a esa situación siendo una adolescente?

—Me paraba en la ruta a trabajar sin saber cómo podía terminar. Y me pasaron muchas cosas: me han agarrado a la fuerza, me han robado y hasta me han mandado a golpear las mismas chicas trans. He vivido cosas horribles. En dos oportunidades, zafé de que me mataran. Digamos que la muerte pasó por encima mío.

—¿A qué se refiere?

—Yo estaba trabajando en Camino de Cintura, en Lavallol. Pasó un auto y un tipo me dice: “¿Vos te llamás Pamela?”. “No, me llamo Laura”, le dije yo. Pero una compañera le dijo que sí se llamaba así y, de la nada, el hombre sacó un arma y le pegó un tiro en la cabeza. Si yo decía que me llamaba Pamela, que era como en general me hacía llamar, el disparo era para mí. Lo dijo la otra chica y la mataron a ella.

—¡Terrible!

—La segunda vez fue algo similar. Paró un auto y yo me puse feliz, porque no había visto ni un peso esa noche. Me acerqué y le dije: “Hola, ¿cómo estás? Te sale tanto”. No me acuerdo cuál era el precio, pero él prefirió irse con mi amiga. Y ella apareció muerta, tirada en el campo. Si hubiera subido yo, no la contaba. Pero asesinaron a dos chicas trans y, obviamente, todo quedó impune. Desde ese momento dejé de trabajar en la ruta, porque sabía que la tercera iba a ser la vencida. Aparte, era una época en la que si te veía la policía caías presa. Yo me hacía pasar por mayor de edad para que mi mamá no fuera a buscarme a la comisaría. Era otra sociedad.

La Cuerpo se convirtió en una de las modelos trans más solicitadas (Gentileza)

—Entiendo.

—Yo hoy puedo tener mi nombre en el documento, que me lo puse hace unos 8 años cuando hice el cambio de género en honor a Jazmín De Grazia, a quien yo admiraba. Pero igual no es fácil para las chicas trans. Y menos para las que trabajan en la calle. Yo me sentía como violada, ¿entendés? Yo recién hace un par de meses que dejé la prostitución definitivamente. Fue cuando, gracias a Dios, me empezó a ir bien con los shows y el modelaje. Pero la verdad es que te sentís abusada, como si no tuvieras derecho sobre tu cuerpo…

—Fueron más de tres décadas: es mucho tiempo.

—Sí, fue toda una vida dedicada a la prostitución. Por suerte, nunca me agarré ninguna enfermedad. Pero es muy feo cuando los tipos sienten que, como te están pagando, pueden hacer lo que quieran con vos.

—¿Y cómo se sobrelleva eso?

—A veces se llora por dentro. Porque hay tipos que te lastiman, no les importa si te duele o si te pasa algo. No les interesa porque no es su cuerpo. Y vos no podés decidir, porque ellos son los que ponen la plata. Pero para poder hacer esto hay que ser fuerte, al menos por fuera. Y por eso digo que se llora por dentro, en silencio, que es lo más complicado. Pero bueno, gracias a la prostitución yo pude mantener a mi mamá y a mis hermanos. Y también pude tener mi casa en Guernica, donde sigo viviendo.

—¿Tuvo algún momento de felicidad?

—No, recién ahora. Sigo padeciendo situaciones feas, incluso, por parte de las mismas chicas trans porque hay muchas que no son solidarias. De hecho, hace poco se incendió mi vivienda y me quedé sin nada, ni una foto. Y fue en una circunstancia muy extraña. La gente piensa que La Cuerpo es feliz. Y yo puedo decir que hoy lo soy, pero hasta hace unos años mi vida era muy triste.

Jazmín junto a su pareja, Mario (Gentileza)

—¿Se enamoró alguna vez?

—Sí, después de que mi mamá falleció, me puse en pareja con Mario y todavía seguimos juntos. Hasta ese momento, yo le tenía mucho miedo a los tipos. Y, además, en lo único que pensaba era en salir de la miseria, así que a los hombres los veía como una billetera. Porque además, las chicas trans somos como un tabú y, los que están con nosotras, en general son todos casados. Nos ven como una fantasía sexual, pero nada más. No nos toman en serio para una relación.

—¿Qué tuvo de diferente su actual novio?

—Él tiene 26 años, es papá de una nena y se dedica a la pastelería. Y no sé qué pasó, tal vez, me agarró en un momento en el que yo necesitaba estar con alguien. En estos cuatro años, tuvimos muchos altos y bajos. Pero estamos bien. Nos conocimos por las redes sociales en medio de la pandemia. Al principio fue un lío, porque él estaba viviendo con la mamá de su hija. Pero él se sinceró, dejó en claro que era feliz conmigo y la verdad es que, hoy, me acompaña en todo. Es más, me hizo darme cuenta de que estaba vacía sin amor y contención.

—¿Cómo hizo para llegar a las pasarelas?

—Desde chica yo soñaba con ser famosa. Quería que me sacaran fotos, que me hicieran notas…Y, en algún punto, sabía que lo iba a lograr. La cuestión es que un día empecé a hacer videos en YouTube y el público los empezó a consumir. Así se creó mi personaje. Y, después, empecé mi carrera haciendo shows en boliches y me convocaron para los primeros desfiles. Hasta que me hice conocida. Y hoy, La Cuerpo no para. Sigo siendo humilde, sigo viviendo en calle de tierra y sigo comiendo guiso, pero me puedo dar mis gustos. Para mí, llegar hasta acá fue un logro muy importante. Por eso, aunque me quisieron bajar mil veces, sigo en pie. Y la gente me ama.

Fuente: Infobae