En la última sesión de la legislatura misionera, un episodio ha generado rechazo. La diputada provincial Lilia Torres, de la Unión Cívica Radical (UCR), ha sido acusada de aprovechar el dolor de la familia de Juanita Sirimarco para obtener beneficios políticos y atacar al oficialismo. Este hecho ha suscitado un debate sobre los límites del oportunismo y la ética en la política.
Juanita Sirimarco, la niña de 13 años que falleció tras regresar de un viaje de egresados en Villa Carlos Paz, ha dejado una profunda herida en su familia y en la comunidad de Misiones. En medio de este dolor, la diputada radical Lilia Torres aprovechó una iniciativa noble que nace desde el dolor, como el protocolo para viajes estudiantiles propuesto por la familia de Juanita, para criticar al gobierno provincial, lo que ha sido visto por muchos como una maniobra insensible y oportunista.
La diputada Torres ha instrumentalizado el dolor de una sociedad y de la familia de la Juanita para intentar conseguir alguna ventaja política, sin considerar el impacto emocional que esto tiene en todos.
El intento de utilización del caso Juanita ha puesto en relieve la necesidad de un debate más profundo sobre la ética en la política. El uso del dolor ajeno para obtener beneficios políticos es una práctica que debe ser cuestionada y condenada. Los representantes del pueblo de Misiones tienen la responsabilidad de actuar con integridad y respeto hacia las personas afectadas por situaciones trágicas.
Esta actitud será condenada por el oportunismo político, sirviendo como recordatorio de la importancia de la empatía y la sensibilidad en la política, y de la necesidad de poner a las personas por encima de los intereses partidarios.
La tragedia de Juanita Sirimarco debe servir como un llamado a la reflexión para todos los actores políticos, recordándoles que la ética y la humanidad deben guiar sus acciones.