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Andrés Rodríguez justificó la tregua de la CGT: “No hay clima para que un paro pueda desarrollarse con éxito”

El líder de UPCN explicó por qué la mesa chica cegetista descartó otra protesta contra el Gobierno, reveló cuál es el principal problema para dialogar con la Casa Rosada y aseguró que Hugo Moyano no comparte la postura intransigente de su hijo Pablo

Un dialoguista de pura cepa. Así podría definirse a Andrés Rodríguez, secretario adjunto de la CGT y líder de Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), un dirigente del sector mayoritario en la central obrera que, en una reunión de mesa chica, impuso su idea de no hacer nuevos paros y de apostar al diálogo con el Gobierno, en medio de las presiones internas para protestar contra Javier Milei.

¿Qué pasa por la cabeza de un sindicalista que está en las antípodas de la actitud de confrontación permanente de colegas como Pablo Moyano? A diferencia del dirigente de Camioneros, el jefe del gremio estatal más numeroso destacó en diálogo con Infobae que “en este momento no hay un clima apropiado para que una medida de fuerza pueda desarrollarse con éxito”, por más que reconoció que “no se nota” una reactivación económica ni una mejora en las fuentes de trabajo.

“El sindicalismo no puede embanderarse en una lucha sin cuartel”, definió Rodríguez, para quien el endurecimiento de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), el otro sindicato estatal de impronta ultraopositora, no trajo resultados positivos para los trabajadores: “Logramos mucho más nosotros con planteos sectoriales y luego negociación más que con un conflicto generalizado”.

El gremialista, además, criticó la postura autónoma de Pablo Moyano (”las manifestaciones unilaterales, cuando se hacen públicas, no favorecen a nadie del movimiento obrero”) y aseguró que su propuesta de un nuevo paro general no es compartida por su padre y líder de Camioneros, Hugo Moyano.

— La mesa chica de la CGT acaba de descartar la realización de una medida de fuerza como quería Pablo Moyano. ¿Por qué llegaron a esta decisión?

— Porque realmente no es el momento. Una medida de fuerza nunca se descarta, por supuesto, y puede darse más adelante, pero no hay un clima apropiado para que una medida de fuerza pueda desarrollarse con éxito. De última, la idiosincrasia del movimiento obrero es que frente a una medida de fuerza luego se negocia algo favorable para los trabajadores. Pero ese clima no está. Incluso los sectores que estaban en conflicto, como el aeronáutico, terminaron cerrando un acuerdo, al igual que la UTA. Indudablemente estamos en un momento donde tenemos que medir cada paso que se da.

— Algunos dirigentes sindicales admiten que hay signos de reactivación económica. ¿Es así?

— En el mundo del trabajo, tanto en el sector privado como en el estatal, no se nota. Por lo menos, no llegó. Si hay alguna reactivación en alguna actividad muy particular, de poca mano de obra, podrá ser, no lo vamos a discutir, pero en el grueso de los trabajadores no ha llegado ninguna mejora.

— ¿Tampoco hay mejoras en materia de creación de fuentes de trabajo?

— Al contrario. Todavía hay expulsión de mano de obra, aunque debo reconocer que en el Estado se ha parado bastante. No estamos en el primer semestre, que fue bastante más duro. Pero de cualquier manera hay casos como, por ejemplo, el sector de la construcción, con la clausura de las obras públicas del interior, que ha ocasionado indudablemente pérdida de fuentes de trabajo.

— Usted asegura que no es el momento para hacer una medida de fuerza, pero está describiendo una situación económica y laboral que no mejora. ¿No es contradictorio?

— Bueno, hay que analizar la coyuntura por un montón de factores porque cualquiera de estas situaciones tiene su correlato en la organización de la política y hoy el oficialismo, que se protege con la conducción del gobierno nacional, también tiene muchísimas internas y el resto de los partidos opositores están bastante fragmentados. Tampoco el sindicalismo puede embanderarse en una lucha sin cuartel,donde en algún momento tiene que descansar en un espacio político. En este momento es inexistente. Por eso no se puede llevar la situación a que la cuerda se corte.

— Mientras UPCN tiene una actitud moderada ante las reformas del Estado, el otro sindicato estatal, ATE, impulsa una política muy activa contra el Gobierno con paros y movilizaciones.

— Y no mueve el amperímetro. Ninguna de esas medidas tuvieron resultados porque lo ideal hubiera sido, en todo caso, que se negociaran mejores salarios o la reincorporación de varios compañeros que fueron expulsados de algunos organismos públicos. Eso no se logró. Logramos mucho más nosotros con planteos sectoriales y luego negociación más que con un conflicto generalizado.

— ¿Quiere decir que, pese a las reformas y los ajustes, en el Estado tampoco están las condiciones dadas para que su sindicato tenga una política de confrontación?

— Totalmente. En este momento, no.

— En la CGT renovaron la decisión de dialogar con el Gobierno y este jueves hubo una primera señal en ese sentido con una reunión tripartita por el sistema de riesgos laborales. ¿Habrá otras convocatorias oficiales para negociar otros temas?

— La pelota está en el campo del Gobierno en este momento. En la última reunión institucional que tuvimos le propusimos el diálogo. Ellos, por lo menos en teoría, aceptaron. Estamos esperando esa respuesta. De cualquier manera, este es un gobierno con el que es difícil generar un diálogo propositivo porque hay muchas diferencias entre los propios funcionarios. Es complicado que el Gobierno se ordene para llegar a un acuerdo concreto con nosotros y con el sector empresario.

— ¿Qué debería suceder ante esta instancia de diálogo tripartito que va a comenzar para que la CGT siga manteniendo una actitud de negociación?

— En la medida en que haya acuerdos en puntos concretos, en una negociación lo importante es que se efectivicen. Si terminan solamente en una foto no sirve para nada. Pero si hay un consenso en algunos temas concretos que involucran tanto a la representación de los trabajadores como a la representación empresaria, donde el Gobierno arbitra los mecanismos para que se ejecute también de común acuerdo, esos son resultados concretos. No sirve si todo termina en reuniones teóricas.

— ¿Es un problema para ustedes Pablo Moyano, que mientras ustedes decidieron no protestar está organizando un paro con movilización para el 5 de diciembre?

— No, no es un problema. La CGT, por suerte, más allá de los matices, tiene un criterio de defender la unidad de la institución y hasta ahora se está manteniendo como Dios manda. Pero a veces habría que conversar un poco más. Estas manifestaciones unilaterales, cuando se hacen públicas, no favorecen a nadie del movimiento obrero, ni a los que quieren hacer algo ni a los que no quieren hacer nada, ni los duros ni los blandos, como se los llama. Es una manera incorrecta de tratar cualquier pensamiento y acción de la CGT. Lo correcto es reunirse y debatir cualquier tema y tratar de acordarlo, tanto sea para un conflicto como para una negociación de común acuerdo.

— No es la primera vez que Pablo Moyano tiene diferencias con los dialoguistas de la CGT. ¿Por qué hasta ahora no pudieron llegar a un acuerdo con él?

— El secretario general de Camioneros es Hugo Moyano. Y cuando hay algún inconveniente como este tema, nosotros hablamos con el secretario general.

— ¿Le consta que Hugo Moyano tiene una postura distinta a la de Pablo?

— Sí, nos consta. Nos lo dijo claramente. Avaló un planteo lógico porque el gremio de Camioneros tiene un montón de responsabilidades. Tiene que negociar sus propias paritarias y sus realidades.

— ¿Hugo Moyano avaló el planteo de la CGT de no hacer medidas de fuerza por ahora?

— Sí, exactamente. El gremio no ha tenido interés en sumarse a este tipo de cosas.

— El proyecto de Democracia Sindical no avanzó en Diputados porque a la UCR y el PRO les faltó solo un voto para aprobar el dictamen, pero lo novedoso es que esta vez los representantes de La Libertad Avanza votaron a favor. ¿Por qué se produjo este giro del oficialismo?

— Es por el mismo desorden que acabo de puntualizar. En algún momento se abstuvieron y ahora aparecen sumándose a este planteo que, por suerte, tampoco pudo prosperar porque lo perdieron por un voto. Otros bloques de diputados jugaron con mucha más coherencia, como el que preside el compañero (Miguel Angel) Pichetto, que fue coherente porque nos dio el respaldo.

— Su sindicato inaugurará un sanatorio en Zárate, con una superficie construida de casi 10.000 metros cuadrados y que generará 500 nuevos puestos de trabajo. ¿Para qué lo hicieron?

— Nosotros tenemos una red de sanatorios propios, construidos y dotados de toda la tecnología médica, con los propios recursos de la obra social y de la organización sindical. No contratamos sanatorios externos. Para nosotros, esta obra es parte de una estrategia: cubríamos la ciudad de Buenos Aires, la zona sur con el sanatorio de Avellaneda y la zona oeste con el de San Martín, pero nos faltaba uno en la zona norte. Descubrimos hace dos años un principio de desarrollo en unos terrenos que eran del municipio en la zona de Zárate Chico, los adquirimos y en dos años y unos meses levantamos este sanatorio. No hay nada de esta calidad asistencial en 200 kilómetros a la redonda. Es una zona de muchas fábricas y con trabajadores nuestros que están en diferentes organismos de ese municipio y de los alrededores. Es un aporte importante para brindar salud de calidad a la región.

— ¿Qué representa esta obra en medio de la enorme crisis del sector de salud?

— Que la administración correcta de los recursos de los compañeros puede dar como resultado obras concretas en un momento muy complejo. Porque indudablemente hay una realidad en la que existen muchas dificultades en el sistema de salud en general. Por eso es un orgullo para el gremio demostrar también que con organización y una administración correcta se pueden hacer obras.

— ¿Cómo califica la política de salud del Gobierno? Porque las obras sociales siguen en crisis.

— En este momento se está intentando reordenar el sector. Algunas cosas que está haciendo el actual ministro de Salud (Mario Lugones) no son negativas; al contrario. En la medida en haya resultados positivos, por supuesto que lo vamos a acompañar. Nos parece que es importantísimo optimizar el sistema de salud porque es un salario indirecto para la familia de un trabajador. Si hay una calidad prestacional, eso alivia su economía y le da un servicio. Entonces todo lo que significa desarrollo e inversión genuina, y donde haya tecnología incorporada, es muy bueno para la sociedad en general.

Por Ricardo Carpena-Infobae