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Milei vs. Villarruel: por qué ahora y cómo sigue

“¿Vos sos pelotudo? Salí a negar eso que dijiste”. Santiago Caputo fue directo al contactar al senador Ezequiel Atauche. Es que al jefe del bloque libertario en la Cámara Alta no se le había ocurrido mejor idea que salir a respaldar en una entrevista el rol como oficialista de Victoria Villarruel al frente del Senado, luego de que Javier Milei consagrara en público la ruptura con la vicepresidenta. Atauche dio marcha atrás vía redes sociales, aclaró que apoyaba al Presidente y que la interpretación de sus palabras era culpa de los medios.

La escena denota hasta qué punto llegó el conflicto entre los dos integrantes de la fórmula presidencial de La Libertad Avanza, de cuyo triunfo se cumplió esta semana justamente un año. Si bien puede resultar una sorpresa para pocos en el Gobierno, porque la escalada se inició en el tramo final de la campaña electoral, llamó más la atención por el sentido de la oportunidad.

“A esta altura ya deberían saber cómo dice las cosas el Presidente”, intenta justificar como un mantra uno de los funcionarios que lo acompañan. Cuando se trata de ahondar, la fuente interpreta que Milei se siente más fortalecido que nunca en su mandato, después de las “buenas noticias” económicas y financieras, su reciente exhibición internacional (Trump, Macron, G20, Jinping, Meloni) y la fragilidad opositora. “Era el momento, sin costo”, argumenta.

En el Senado cayó como un balde de agua helada. Sobre todo porque Villarruel hasta ahora, había apartado de la conflictividad a Milei, para centrar sus dardos internos hacia su hermana Karina y el asesor Caputo. Pura hipocresía: es un “triángulo de hierro”, no el dúo dinámico.

Aquí en PERFIL hemos contado en varias oportunidades los mutuos pases de factura y acusaciones de deslealtades que se han regalado el Presidente y su vice. ¿Pero, qué hecho nuevo disparó la fractura expuesta fríamente por Milei en un reportaje amigable?

Las especulaciones también se cruzan. Cerca de Villarruel encuentran motivos en los celos presidenciales sobre la buena imagen de la vicepresidenta en las encuestas, en algunos casos, por encima de la del propio jefe de Estado.

En el Poder Ejecutivo se mofan de la explicación. Consideran que “sin Milei, Villarruel es nadie”, aunque se mueve con una agenda paralela que molesta. O irrita en exceso, como cuando homenajeó el 17 de octubre a Isabel Perón, a quien visitó en secreto en Madrid. “Se fue a la mierda ahí”, considera una fuente oficial, quien recuerda que Milei salió a tomar distancia fuertemente de aquella iniciativa. El archivo lo avala.

Hay, además, quejas en el Gobierno por la inacción del Senado. Cuando Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, vaya este miércoles 27 a dar su informe de gestión, habrán transcurrido más de dos meses sin sesión en la Cámara y con escasísima actividad en las Comisiones. “Y cobran más del doble que el Presidente”, anota otro funcionario.

Defensores de la vice señalan que la parálisis senatorial se relaciona con evitar que la oposición pueda causarle algún tipo de tropiezo al oficialismo, a través de alguna media sanción de proyectos “inoportunos” o cancelaciones de Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU). “Acá estamos mucho peor que en Diputados”, confiesa alguien que trabaja con Villarruel.

Otro motivo de inquietud reciente en el Gobierno es que llegó a los oídos de la hermanísima Karina que el armado nacional de LLA, del que está excluida la vice, habría generado una dosis de heridos tentados a reubicarse en un nuevo espacio villarruelista.

Esta ambulancia política, típica en casi todas las fuerzas, está conducida por el senador Francisco Paoltroni, eyectado del escuálido bloque libertario por rebelarse contra el ascenso del juez Ariel Lijo a la Corte Suprema y criticar al asesor Caputo. Un suicida el hombre.

Paoltroni fue de los pocos que en público salió en auxilio de Villarruel, pero debió aclarar que ella no participa del nuevo movimiento que él impulsa. Sería pertinente que eso se lo precise a algunos dirigentes tentados por la figura de la vicepresidenta que creen haber escuchado lo contrario a lo que dice Paoltroni. Debe ser un malentendido.

Tampoco cayó del todo bien en el Ejecutivo una réplica en redes sociales a los reproches presidenciales sobre Villarruel. “Por 3% no ganó el hijo de puta de Massa en primera vuelta. Qué ganas de hinchar las pelotas y subestimar el voto popular”, posteó Juan Martín Donato, director de la Oficina de Atención Ciudadana del Senado.

Además de su función institucional en la Cámara, seguramente valorada por la presidenta del cuerpo, Donato lidera un grupo al que se lo conoce como “los villarruelines”, conformado por jóvenes militantes derechistas con fácil acceso al primer piso de la sede legislativa, donde tiene su despacho la vicepresidenta de la Nación. En esos pasillos recoletos se desmiente que constituyan su “brazo armado” o su “guardia pretoriana”. Menos mal.

Acaso víctimas de conspiranoia, ciertas fuentes de la Casa Rosada alertan sobre la posibilidad de que en los próximos días surjan revelaciones acerca del salario en el Senado del joven Donato. O de

la extraña coincidencia entre integrantes de los villarruelines y contrataciones en la Cámara Alta. ¿Realidad o ficción?

Desde usinas similares surgen renovadas versiones sobre recientes contactos entre Villarruel y Mauricio Macri. Ambos dirigentes lo niegan y vuelven a agitar sus sospechas sobre la posibilidad de que los estén espiando. Estas internas tienen aún mucho camino por delante. Con posibles capítulos escabrosos incluidos.

Incómodos. No hay imagen pública en la que se los pueda ver a a gusto juntos. | cedoc

Por Javier Calvo-Perfil