No refiere a un modelo, ni a una marca, sino al uso e importancia que tiene en nuestra vida este dispositivo. No puede perderse de nuestra vista, y en algunos casos es como una extensión de cuerpo. Hoy es más importante estar conectados que comunicados, estar disponible o en línea, que cercano. Según datos de una empresa de telefonía celular, una persona puede llegar a revisar su celular unas 150 veces al día. Datos y análisis, sobre una dependencia “naturalizada” y que afecta nuestros tiempos, relaciones personales y la salud.
Si tomáramos una imagen de las personas caminando por la calle, en los autos, mientras toman un café, o mientras están sentados en la plaza, veríamos que la mayoría no está disfrutando o atendiendo lo que está haciendo al 100 por ciento, sino que su mirada, su concentración está direccionada al aparato que lleva en la mano: un celular, este dispositivo que no puede perderse, que es como una extensión del cuerpo y que permite “estar en línea”, y conectados en todo momento.
Y es que la vorágine actual, los trabajos virtuales, las nuevas tecnologías han cambiado la manera de relacionarnos con el mundo y con nuestro alrededor. Hoy es más importante estar conectados que comunicados, estar disponible o en línea que cercano.
Es cierto que hay un antes y después de la Pandemia, la Dra. Maria Durao, Psicóloga especialista en Neurociencias y Terapia Online explicó, en un artículo muy interesante que pude leer hace tiempo, que la realidad post-pandémica nos ha hecho normalizar el excesivo tiempo que pasamos conectados y la falta de consciencia de cómo esto afecta nuestra relaciones. “Si estamos hablando con alguien con el teléfono en la mano no es igual a no tenerlo. Si estamos comiendo y dejamos el celular en la mesa, no es lo mismo que si no está a la vista. No solo porque vamos a tenerlo menos presente y disminuiremos la necesidad del chequeo sino porque será diferente la sensación que tenga quien o quienes se encuentren con nosotros. Lo interpersonal se ve afectado por la urgencia del chequeo. Se llama Phubbing al hecho de ignorar a otros o ser ignorados por estar mirando el celular y tiene consecuencias psicológicas ya que produce malestar y problemas interpersonales”, asegura.
Otro dato relevante es que desde la empresa de telecomunicaciones Alcatel- Lucentque, reveló que en promedio las personas pueden llegar a revisar su celular unas 150 veces por día para realizar diversas actividades como revisar redes sociales, hacer llamadas, navegar por internet, trabajar, sacar fotos y que esto puede llevar a un uso excesivo de estos dispositivos. En este sentido se ha documentado que la ansiedad y la necesidad de revisar mensajes inmediatamente se activan con las notificaciones del teléfono, lo que puede funcionar como una adicción tanto
en niños como adultos. La dependencia del teléfono puede manifestarse en una compulsión por estar siempre conectados, una necesidad de recibir constantemente dopamina a través de likes o mensajes. Este patrón de adicción comportamental puede llevarnos a una pérdida de control, impactando negativamente en nuestras relaciones y responsabilidades, explican profesionales de la salud mental e investigadores.
Al respecto, para dimensionar de manera más práctica el tema, existen investigaciones que insinúan que trabajar frente a una pantalla lleva a cambiar de foco de atención cada 47 segundos, lo cual puede dificultar la concentración y aumentar la distracción. A su vez, el algoritmo de Instagram selecciona y ordena contenido que va a enviarnos basándose en varios factores como nuestras interacciones previas (los me gusta que dejamos en otras cuentas, comentarios, y seguidores), la frecuencia de uso de la app, y la selección de las publicaciones donde nos detenemos más tiempo. Prioriza contenido de cuentas con las que interactúas más frecuentemente y publicaciones recientes, buscando maximizar tu tiempo de permanencia en la plataforma.
Sólo de esta manera es conveniente el aluvión de mensajes, reels e historias compitan con nuestras horas de sueño, nuestra capacidad de concentración, trabajo y con nuestros afectos.
Por eso es importante, desde distintos ámbitos, comenzando con la familia, implementar límites temporales a través de herramientas y configuraciones en nuestros dispositivos puede ser un primer paso para moderar nuestro consumo digital.
Otros datos relevantes es que médicos y expertos recomiendan evitar mirar las pantallas al menos una hora antes de dormir, pero ni los padres de familia ni los niños parecen estar por la labor. El 70% de los jóvenes y el 61% de los adultos miran sus celulares en torno a media hora antes de dormir. Además, muchos duermen al lado del móvil y tienen sueño interrumpido a causa de las notificaciones que reciben a altas horas de la noche. Un nuevo estudio de Common Sense Media a familias estadounidenses revela que uno de cada tres jóvenes no se separa del móvil incluso cuando duerme, pues lo tiene en la cama, justo al lado, como para no sentirlo demasiado lejos. El 62% de los padres de familia mantienen sus smartphones al alcance de la cama, al igual que el 39% de los jóvenes. Las niñas tienden a dormir más cerca de sus móviles que los niños, y en general el 36% de los adolescentes afirman que despiertan en medio de la noche y revisan sus dispositivos para algo más que ver la hora (uno de cada cuatro padres también hace lo mismo). El estudio también muestra que el miedo a la adicción a la tecnológica
es más palpable entre adultos que entre jóvenes, pese a que los adolescentes cada vez más creen que sus padres son adictos al móvil. Sucede que la mayoría (el 56%) de los jóvenes que creen que sus padres son dependientes del teléfono se sienten también adictos.
¿Cómo usar el celular de manera correcta?
En primer lugar, lo que sugiere en un informe la Dra. Durao, en ese mismo artículo que comenté anteriormente, es crear espacios en nuestro hogar donde la presencia de los dispositivos electrónicos esté restringido, como en el dormitorio o alrededor de la mesa de comedor, nos ayuda a recuperar la calidad de nuestras interacciones personales y el descanso. Muchas personas han dejado de leer libros hace mucho tiempo. Fomentar hábitos diarios que no requiera el uso de pantallas, como dedicarse a la lectura, practicar ejercicio físico o disfrutar de la naturaleza, esas acciones invitan a reconectar con el mundo físico y con nosotros mismos.
Leer nos aparta de la necesidad de recompensa inmediata y nos ayuda a mejorar nuestra atención, memoria y concentración sumado a reducir el estrés y fomentar nuestra capacidad creativa y analítica.
Sin dudas es importante el uso de la tecnología, pero siempre sobre la necesidad y el impacto en momentos específicos. Otra sugerencia es limitar las notificaciones, monitorear cómo y cuánto usamos nuestros dispositivos, eso permite identificar patrones de consumo y realizar ajustes para mejorar nuestro bienestar digital. La idea es usar el celular para que nos sea útil y no nos esclavice. Dar prioridad a las interacciones cara a cara frente a las comunicaciones digitales enriquece nuestras relaciones y conexiones humanas. Por otra parte, mantener los dispositivos fuera de nuestras habitaciones puede contribuir significativamente a la mejora de la calidad de nuestro sueño. Finalmente, practicar periodos de desintoxicación digital, ya sea durante un día específico a la semana o en vacaciones, nos ofrece la oportunidad de descomprimirnos y revitalizarnos lejos de la influencia omnipresente de la tecnología.
La idea de este artículo, con el aporte de profesionales y datos específicos, no es dejar de usar el celular, sino reflexionar sobre lo adictivo que puede ser sino logramos gestionar el tiempo que le dedicamos al mismo. Quizás sea una buena idea usarlo menos, desactivar notificaciones, silenciar grupos, evitar entrar en los perfiles que nos sugieren y mirar los reels recomendados.
Coincido que tomar conciencia, hacer una pausa ante una conducta ya naturalizada, reflexionar la cantidad de veces al día que consultamos o miramos el celular, pensar de lo que nos perdemos por estar horas y horas mirando solo ese dispositivo, cuesta mucho, porque implica reconocer nuestra dependencia y/o adicción, pero creo que en la autoconciencia y el equilibrio podrían estar las claves para llegar a una salud digital plena.
(Fuentes de Informacion: Nuevamentes, Common Sense Media, Artículo Dra. María Durao)
Por Luna García