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La sintonía Bullrich-Macri, los no-alineados y el mapa de calor del voto peronista

La campaña corta bonaerense obsesiona a Milei y al PJ. Lo que negocia la ministra de Seguridad. Espert, el malquerido candidato inevitable. ¿Qué harán los gobernadores del “Grito Federal” frente a los vetos del presidente?

Sumadas, las seis provincias que gobiernan representan el 23,02% del padrón nacional. Cinco son gobernadores nuevos, debutantes en 2023, contemporáneos al desembarco de Javier Milei. Cuatro de ellos –aunque es casi un hecho que serán cinco porque Maximiliano Pullaro se sumará al pelotón cuando se complete la reforma constitucional en tránsito en Santa Fe– pueden quedarse un mandato más en sus provincias.

Luego de una cumbre reservada en la Casa de Chubut en Buenos Aires con Ignacio “Nacho” Torres como anfitrión, se presentó un bloque de gobernadores que se autodefine como no alineados y que, aun con posiciones sinuosas respecto a la Casa Rosada, definieron un patrón común para las elecciones del 26 de octubre: competirán con armados propios, sin acuerdo con La Libertad Avanza (LLA) ni con el peronismo K.

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El llamado “Grito Federal” apareció en escena a una semana del plazo para anotar las alianzas que competirán el 26-O y cuando el Gobierno trata de juntar los votos para blindar los vetos al aumento a jubilados, la reapertura de la moratoria y la emergencia en discapacidad que Milei firmará en estas horas. En la reunión se acordó, como prioridad, avanzar con los proyectos de coparticipación de parte del Impuesto a los Combustibles y de los Adelantos del Tesoro Nacional (ATN), que fueron aprobados en el Senado.

El viejo (y fallido) truco de la tercera vía

No hubo un planteo explícito sobre qué posición tomarán los diputados que reportan a esos seis gobernadores respecto del inminente veto de Milei, pero se perfila una postura. “Todos, en general, no vamos a apoyar los vetos”, dijo a Cenital uno de los participantes de la cumbre que compartieron Torres, Pullaro, Martín Llaryora (Córdoba), Carlos Sadir (Jujuy) y Claudio Vidal (Santa Cruz).

El sexto pasajero, que no estuvo en la foto, es Gustavo Valdés. Se quedó en su provincia, enfrascado en la campaña para las elecciones del 31 de agosto en las que pone en juego, con su hermano Juan Pablo como candidato a sucederlo, el control de Corrientes. La foto, a simple vista, permite varias lecturas: recuerda a ya explorados, y en general fallidos, ensayos de terceras posiciones. Y huele a remake de lo que fue Juntos por el Cambio (JxC).

En 2018 y 2019, hasta que Cristina Kirchner anunció que sería la candidata a vice de Alberto Fernández, hubo un scrum de gobernadores que fantaseó con un plan que logre surfear la polarización. Zigzagear entre Milei y el peronismo K es, ahora, el propósito. En el camino, quedaron varios: Rogelio Frigerio de Entre Ríos, Alfredo Cornejo de Mendoza y Leandro Sdero de Chaco van derecho a acuerdos electorales con La Libertad Avanza (LLA).

En una zona gris aparecen Marcelo Orrego de San Juan y Claudio Poggi de San Luis, que ganaron con sellos filo JxC y apuestan a armados provinciales, sin levantar el perfil fronteras afuera de sus territorios, pero con la amenaza de lo que pueda hacer LLA. Pero el rasgo más interesante del “Grito Federal” es que no tiene, y quizá no tenga en 2025, una pata bonaerense ni tampoco una franquicia porteña.

Macri, Bullrich y un asunto porteño

La regla de los no-alineados es evitar quedar atrapados en la interna radical. Algo de eso pasó con Somos Buenos Aires y la versión de centro, la tercera vía bonaerense que ayudó a sostener el cordobés Juan Schiaretti, parece quedar enroscada en la microbatalla de la UCR en la que Facundo Manes quiere emerger como candidato principal. Para los gobernadores, un sin tierra siempre vale menos.

Con la Ciudad de Buenos Aires depende de otros. La novedad de estas horas es que Patricia Bullrich y Mauricio Macri parecen coincidir en algo: los dos impulsan la conformación de una alianza electoral compartida entre el PRO y LLA en CABA para las elecciones de octubre. Macri porque lo ve como una forma de salvar la ropa y no quedar, otra vez, tercero. Bullrich, que ya acordó con Karina Milei que será candidata a senadora, porque prefiere ganar la elección con más de 50 puntos, cifra que aparece más que posible si se arma un mega frente entre LLA y el PRO.

Bullrich apuesta a que, además de lograr la fusión electoral en CABA entre su antiguo partido, el PRO, y su nuevo partido, LLA, Milei le permita mantener influencia sobre el ministerio de Seguridad. La ilusión máxima de la ministra es dejar a su segunda, Alejandra Monteoliva, al frente de la cartera. La tesis que repiten a su lado es que mantener el equipo permite una continuidad sin estridencias. La decisión depende de Karina. El tema tiene derivadas: la hermanísima apostó a Manuel Adorni en CABA y tiene como referente a Pilar Ramírez, dos figuras que fantasean con suceder a Jorge Macri en 2027. Si Bullrich gana este año con más de 50% de los votos, queda en una posición inmejorable para disputar la Jefatura de Gobierno porteña dentro de dos años.

Homo bonaerensis

Algo similar ocurre con José Luis Espert. El economista, a quien Milei llama “El Profe”, genera algo curioso: salvo el presidente, que luego de una pelea intensa lo amnistió y ahora lo bendice como candidato bonaerense, Espert genera resistencia en todo el ecosistema libertario. “Tiene un as de espada: lo banca Javier. Y dos tres: puede hablar de economía y tiene discurso de seguridad”, explica un operador.

Karina Milei, que parece resignarse a que Espert es el candidato inevitable, o al menos el que mejor marida con la oferta libertaria, ejecutó este miércoles un movimiento orientado a dejar atrás los ruidos del cierre de listas. En Casa Rosada sentó al Profe con Sebastián Pareja, su armador bonaerense, e invitó a Santiago Caputo para pedirle que diseñe la estrategia de la campaña bonaerense. Caputo, cuentan, preguntó qué se había hecho hasta ahora.

La posición del asesor premium es, como regla, que nunca tuvo ruidos con Karina sino que sus detractores son los Menem. Caputo debe operar a contrarreloj porque faltan cinco semanas para la elección del 7 de septiembre y, según su criterio, la oferta libertaria no es la mejor. El escándalo en torno al excomisario Maximiliano Bondarenko le da la razón. La reunión que oficiales de la Policía bonaerense mantuvieron con Bondarenko y el senador libertario Carlos Curentis fue el detonante de una denuncia por “complot” que terminó con el pase a disponibilidad de 25 efectivos, y una denuncia en la Justicia. Por la misma razón, Karina quiere que Espert baje a los territorios a hacer campaña para darle volumen a los postulantes libertarios. Coincide con la decisión de Milei de, por ahora, no hacer campaña en la provincia de Buenos Aires.

El mapa de calor peronista

Con el mismo apuro están en el peronismo, donde se ven obligados a cambiar pautas de otras campañas. El fantasma, que está además en LLA, es la amenaza de baja concurrencia. Mientras en el Gobierno especulan que el ausentismo puede beneficiar al peronismo, porque los que no irían a votar serían esencialmente desencantados de Milei, en el PJ aparece un componente novedoso, referido a la campaña y a la logística electoral.

En 2023 se rompió un modelo histórico donde la campaña, y el día de votación, se diseñaba según un mapa territorial definido por sectores socioeconómicos. “Antes vos calculabas que en los barrios tenías que ganar 65 a 35 para compensar lo que pasaba en el centro. Ahora la lógica es otra: el mapa es etario, ya no territorial. En los mismos barrios tenés pibes con una mirada y preferencia de voto, mientras que en zonas medias se da el perfil similar entre mayores de 35 o 40 años”, explica un armador.

El nuevo mapa de calor electoral del peronismo requiere una táctica quirúrgica donde los antiguos patrones de movilización electoral pueden volverse riesgosos. En el PJ miran, como escenario electoral prioritario, la Primera Sección electoral. El martes, Sergio Massa y Axel Kicillof tuvieron una reunión con los intendentes de ese territorio y con los armadores de los distritos que no gobierna el PJ. “Donde tenemos intendente, la campaña va a ser bien local. Donde no tenemos intendentes, la campaña va a ser más nacionalizada”, explica un referente que opera sobre varios distritos. 


Por Pablo Ibáñez-Cenital