El Gobierno debe transpirar la camiseta para que el dólar no se desboque en un contexto político difícil.
With a little help of my friends, el Gobierno logró del FMI cuatro avales: 1) le dieron la guita que correspondía en este tramo, 2) le perdonaron que no haya acumulado suficientes reservas, 3) le bajaron la vara en dicho tema para que no quedara tan en falta, y 4) corrió la próxima revisión al año que viene. Nada mal para el deudor más grande del mundo que tiene el organismo.
De todos modos, fue una semana donde se tuvo que transpirar la camiseta por la fluctuación del dólar. Está dentro de la banda, pero ya no se caerá como un piano como predijo el Presidente en febrero (al menos no va al piso de la banda) y todo hace presumir que irá más cerca del techo. Cosas que pasan en países normales. El problema es que nosotros no somos un país normal… Toto invitó a comprar dólares si estaban baratos, y los campeones compraron. Los perros ladran porque el adorado verde cabalga.
Como parece que no hay mucho traslado a precios, entre otras cosas porque el superávit fiscal es intocable y la recesión disciplina, ¿cuál es el problema? “¿Querían un tipo de cambio más alto? Ahí lo tienen”, piensa el Gobierno. Filosofía Marcelo Tinelli: lo que sucede, conviene. Si hay malas noticias, me sirven, y si hay buenas obvio que también. “Siempre gano”, reflexionará el Presidente en la intimidad. Los créditos en dólares son los más altos en 20 años, el Fondo dice que Argentina será el segundo país que más crezca en 2025, Trump nos pone en la lista de los más favorecidos por su curiosa política arancelaria, ¡y hasta podríamos volver a viajar a EE.UU. sin visa porque regresamos al primer mundo! Claro, nos quedó sin renovar el 25% de los vencimientos en pesos: demasiado manejo chapucero con las tasas y el dólar hizo ruido (los campeones no son giles).
Como todo anda tan bien, el Gobierno puede seguir siendo optimista respecto a ganar en las elecciones de septiembre como en las nacionales. ¡Si hasta el Índice de Confianza en el Gobierno de la Universidad Di Tella volvió a marcar un crecimiento! Como siempre, conviene bucear un poco por debajo de la superficie del agua. Recordemos que dicho índice tiene cinco indicadores, los cuales suelen subir y bajar todos juntos en distintas proporciones. Pero en este caso ascendieron cuatro y descendió uno clave, la evaluación general del Gobierno. Atípico. Además, siempre debe verse la tendencia: en los últimos 8 meses, el índice cayó seis veces y solo subió en dos oportunidades. Como lo venimos comentando en las últimas semanas, hay algunos ruidos en la opinión pública.
¿Son estos ruidos los que llevaron a plantear el “Grito Federal” de cinco gobernadores (o seis), dentro de los cuales están dos de las tres provincias más grandes del país? ¿Cuáles son las potentes razones que los hayan hecho jugarse de semejante manera como entente electoral para octubre? Llaryora ya había calentado el comienzo de semana con su aumento pronunciado para los jubilados provinciales, jugando a ser contracara de la administración Milei. Este “grito”, en términos políticos, quizá sea la noticia más importante de la semana, por eso amerita detenerse en algunos detalles:
- cuatro de los cinco pertenecían al ex-Juntos por el Cambio;
- la inclusión de Nacho Torres certifica lo avanzada que está la disolución del PRO; en cuatro de esas cinco provincias, Milei ganó en la primera vuelta de 2023, con lo cual la movida puede relativizar el crecimiento electoral que espera el Gobierno;
- los cinco /seis llegaron a la conclusión que este gobierno “mal pagador” solo entiende si se le muestran los dientes: pues, a contar cuánto tiene cada uno y. desde esa posición. negociarán en la segunda parte del mandato;
- el 26 de octubre se contarán todos esos votos como trozos de una tercera vía, instalando con más fuerza que la polarización puede no ser tan fuerte como se imagina (recuerden, polarización habrá, la cuestión es qué porcentaje suma el clivaje “libertad vs. kirchnerismo”); más allá de esta entente, también festejaron todos aquellos que serán opciones intermedias en sus respectivos distritos, ya que se instalarán en el debate nacional de otra forma.
Y como si esto fuera poco, una perla adicional acaba de ponerle Nacho Torres: dijo que ese grupo podría tener un candidato presidencial en 2027, como una consecuencia natural de construir una nueva opción. ¿Quiere ser él?, ¿será una candidatura con olor a petróleo?, ¿ya tiene apalabrado el ducto?
Mientras se afilan las armas para la batalla del 6 de septiembre, como lo anticipamos debidamente en esta columna, la discusión pinta más para nacionalizarse, desestimando la fantasía de la provincialización / municipalización. Es curioso: el propio Axel –ideólogo del desdoblamiento– pintó las paredes del Conurbano con la leyenda “Axel o Milei”, echando a la basura el supuesto beneficio que ganó en su relación con el cristinismo, supuestamente para salvar a la PBA de una ola violeta. Eso le viene como anillo al dedo al Presidente y a sus candidatos locales que les sirve debatir más los logros económicos que los baches y la inseguridad.
A propósito de esto, un detalle se metió sin querer ¿queriendo? en el escenario de septiembre: el debate entre Grabois y Massa. El líder de la economía popular dijo que Massa era “el que publica los spots”, abonando su mirada sobre que el renovador era “el que hegemoniza la cosa”. Mucha razón tiene el hijo de “Pajarito” Grabois porque el primer spot de Fuerza Patria lo elaboró caseramente el equipo del tigrense, quien se jacta de su velocidad de reacción al marcar el parámetro de la campaña bonaerense. Uno podría pensar “y los demás ¿se quedaron dormidos?”. Nada le impedía a La Cámpora o al propio Grabois emitir su video en las redes. Precisamente, el spot de la discordia también nacionaliza el debate, lo mismo que hizo CFK cuando emitió el propio ni bien anunció su frustrada candidatura.
Para finalizar la semana, el Presi creó otro triángulo de hierro, esta vez sin él, pero con Francos adentro, nada menos. Hizo bien: como lo dijimos aquí en marzo, el anterior triángulo ya estaba roto.
Por Carlos Fara