En septiembre, el 80% de las menciones en redes reflejaron el clima generado por esas protestas y fueron negativas. El presidente Javier Milei quedó en el centro de las críticas.
El clima digital argentino volvió a teñirse de negatividad en septiembre y encendió luces de alerta para el gobierno de Javier Milei. Sucede que la leve mejora en el humor social que se venía registrando desde abril quedó truncada por el regreso de la protesta social como eje central de la conversación online, fenómeno que, según el habitual informe del Monitor Digital de Redes y Medios, se consolidó como la principal expresión del malestar ciudadano.
De acuerdo con el relevamiento, las expresiones vinculadas con la protesta acapararon el debate público digital con un 80% de menciones negativas, dominadas por términos como “veto”, “violencia”, “incidentes” y “ataque”. La narrativa adversa volvió a colocar al Presidente y a su gestión en el centro de las críticas, confirmando un patrón: cada vez que la protesta social se activa, esa incipiente estabilización del humor digital se interrumpe.

Una mejora que no llegó a consolidarse
El trabajo señala que entre abril y agosto de 2025 el sentimiento general en redes mostraba una tendencia leve hacia la recuperación. Tras los meses críticos de febrero y marzo, el tono negativo había comenzado a ceder, sin llegar a valores positivos pero con señales de cierta moderación.

Septiembre rompió ese recorrido. “Lo que parecía un lento proceso de estabilización derivó en un nuevo ciclo de malestar”, advierte el informe. La protesta social volvió a instalarse como catalizador principal de la conflictividad, empujando la conversación digital hacia una negatividad más marcada.
La protesta como núcleo duro del malestar
El volumen de menciones vinculadas a protestas y movilizaciones experimentó un repunte claro. El estudio recuerda que esta dinámica ya se había verificado en abril de 2024 y en marzo de 2025, cuando los reclamos sociales superaron el millón de menciones.

Lejos de ser un tema episódico, la protesta se configura como un fenómeno estructural: “Los argentinos, al hablar de protesta, no sólo se refieren a un hecho puntual en la calle, sino que construyen un relato más amplio sobre política, gestión y vida cotidiana”, sostiene el relevamiento.

El 55% de la conversación se concentró en política y gestión, mientras que otro 18% giró en torno a agenda social y economía. Reclamos vinculados a salarios, trabajo, educación y servicios públicos se entrelazaron con cuestionamientos directos al rumbo gubernamental.
El Presidente en el centro de las críticas
El informe apunta a la personalización del malestar: “La protesta se articuló en torno a las decisiones del Gobierno y al estilo de gestión presidencial”. De esta forma, Milei quedó convertido en el blanco principal de la crítica ciudadana en redes, lo que refuerza la percepción de desgaste político en medio de un año marcado por la incertidumbre electoral.

En cuanto al perfil de los usuarios que participaron del debate, el sesgo fue mayoritariamente masculino (54,9%), aunque con una presencia significativa de mujeres (26,7%) y otros géneros (18,3%). La diversidad de actores confirma que el descontento no se limita a los sectores tradicionalmente movilizados, sino que permea múltiples comunidades digitales.
Un clima dominado por emociones negativas
El análisis de emociones muestra una correlación directa entre la protesta y el retroceso del humor social. Mientras el amor cayó 2,4% y la alegría 0,2%, las emociones negativas crecieron: enojo (+0,9%), culpa (+0,6%), odio (+0,6%) y desesperación (+0,5%).

“Cada vez que se activa la protesta, el malestar ciudadano barre con cualquier atisbo de mejora en el sentimiento general”, resume el documento. En septiembre, esa lógica volvió a cumplirse, relegando el “futuro” como horizonte de expectativa y consolidando el presente como terreno de conflictividad.

Una señal de desgaste para Milei
El resultado de septiembre deja en claro que el humor digital argentino sigue atrapado en la negatividad. El informe plantea que la protesta social se erige como “símbolo más claro” de ese estado de ánimo colectivo y advierte que el Presidente paga el costo de esa narrativa adversa.
Para el Gobierno, se trata de una señal política delicada: la digitalización del descontento no solo amplifica la conflictividad social, sino que también condiciona la capacidad de Javier Milei de sostener el relato de recuperación en la opinión pública. Con octubre en el horizonte electoral, el desafío será únicamente económico y simbólico: recuperar la confianza en un espacio donde, por ahora, domina la confrontación.
Fuente: Perfil