En un país atrapado entre la euforia y la negación, Milei juega a Mr. Jones con la economía nacional, abriendo puertas sin mirar quién queda afuera. Frente a ese vértigo, Misiones apuesta a la calma activa: más política, más gestión y una renovación legislativa que busca sostener el equilibrio mientras el escenario nacional se vuelve cada vez más incierto.
Hay personajes de ficción que parecen escritos para explicar momentos históricos. En Mr. Jones, la película protagonizada por Richard Gere, el protagonista oscila entre la euforia desbordada y una extraña calma que
roza la desconexión total con la realidad. No hay grises, no hay matices: solo extremos que se alternan sin aviso. La analogía con Javier Milei se vuelve casi inevitable. El Presidente vive instalado en un permanente I feel good, como si la vida pública fuese un escenario donde solo existieran dos estados posibles: la exaltación absoluta o la tranquilidad impostada de quien cree dominar el caos.
Esa lógica bipolar se refleja cada día con más claridad en sus decisiones de gobierno. No hay planificación, no hay proceso, no hay política. Hay arrebatos. Hay anuncios que parecen dictados por el impulso y celebraciones prematuras que esconden la magnitud de lo que se entrega. Y pocas escenas condensan mejor esa dinámica que el acuerdo comercial firmado esta semana con Estados Unidos.
Para los que peinan alguna memoria, la comparación con los años 90 aparece enseguida. Menem abrió las importaciones, sí. Menem privatizó, también. Pero, incluso en el marco de aquel experimento económico,
existía al menos un intento de disimulo, una retórica de integración al mundo que pretendía justificar los costos. Milei ni siquiera se molesta: lo dice de frente. Ofrece todo el comercio nacional a un solo país con la naturalidad de quien cree que la soberanía es un trámite burocrático.
Esto es peor que los 90. Y no por nostalgia. Es peor porque no se trata de una apertura multilateral ni de una estrategia de inserción global: es una entrega lisa y llana para que salga el swap con Estados Unidos. Se negoció
el futuro productivo del país como si fuera una bolsa de valores; se abrieron mercados sensibles sin ningún resguardo.
La advertencia no es retórica. Milei les abre el mercado argentino a los productores de carne estadounidenses. La gente va a empezar a consumir carne de ellos, congelada, más barata y devastadora para miles de pequeños ganaderos locales. Hasta los huevos se pueden importar. Todos los productos avícolas. Todo.
Lo que en Mr. Jones se narra como una peligrosa oscilación emocional, en Argentina se traduce en decisiones de gobierno que carecen de la mesura que exige la administración del Estado. Milei gobierna como vive: sin grises, sin pausas y sin conciencia de las consecuencias.
De un lado, la euforia de quien cree haber logrado un acuerdo histórico. Del otro, la calma casi zen con la que explica que abrir la economía a la competencia más desigual del planeta traerá beneficios mágicos.
La política —la de verdad, la que piensa en el día después— exige un equilibrio que el Presidente no parece dispuesto a cultivar. Prefiere el vértigo del I feel good, aunque ese vértigo arrastre consigo a miles de
productores, a industrias enteras y a un país que vuelve a caminar por la cornisa del desmantelamiento económico.
Como en la película de Richard Gere, la pregunta no es cuánto puede soportar el protagonista, sino cuánto puede soportar su entorno. Porque en Mr. Jones, al final, alguien siempre paga las consecuencias del exceso. En la Argentina de hoy, ese alguien será, una vez más, la gente.
Más política, más gestión y más firmeza
Pasadas las dos elecciones que marcaron el pulso político del año —la contundente victoria provincial de junio y la derrota nacional de octubre— , una realidad se mantiene inalterable en Misiones: el Frente Renovador continúa marcando la agenda pública. Más allá de los vaivenes nacionales, el espacio político que gobierna la provincia desde hace más de dos décadas sigue demostrando que su fortaleza no depende de los ciclos electorales, sino de su capacidad para interpretar los intereses concretos de los misioneros.
Mientras el país atraviesa una etapa de incertidumbre y centralismo acelerado, la dirigencia provincial se prepara para un escenario que exigirá más política, más gestión y más firmeza. Hugo Passalacqua, en el inicio de
los dos años más decisivos de su mandato, tendrá un rol preponderante en un contexto nacional donde Javier Milei propone reformas agresivas y reconfiguraciones institucionales profundas. Esta semana se supo que el
proyecto de presupuesto libertario no incluye obras para Misiones. El dato —tan llamativo como preocupante— enciende alarmas y obliga a los legisladores a librar una disputa parlamentaria para garantizar recursos y
el desarrollo de infraestructura estratégica.
En ese marco aparece una reconfiguración clave dentro de la Cámara de Representantes. Tras una reunión de los bloques ampliados, trascendieron los nombres que conducirían el Poder Legislativo a partir del 10 de
diciembre: Sebastián Macías como presidente del cuerpo, Anazul Centeno como vicepresidenta y Alejandro Arnhold al frente del bloque del Frente Renovador Neo. Una tríada que combina gestión, territorialidad y capacidad técnica.
Sebastián Macías no solo fue el misionero más votado en las últimas elecciones; también representa la renovación generacional del espacio.
Desde su llegada a la Dirección Provincial de Vialidad, en 2019, modernizó la infraestructura provincial y consolidó programas como Rutas Productivas, esenciales para los productores y para la integración territorial. Con una lógica de eficiencia, planificación y transparencia, priorizó obras con recursos propios y articulación municipal. Su paso por la presidencia del Club Bartolomé Mitre le sumó una dimensión social y comunitaria que hoy lo proyecta como una figura equilibrada, cercana y preparada para conducir la Cámara con solvencia.
Anazul Centeno, por su parte, llega a la vicepresidencia con un recorrido legislativo sólido. En la Comisión de Legislación General impulsó un notable crecimiento normativo y actualizó el marco jurídico provincial. Su
agenda, vinculada a la equidad de género, los derechos humanos y la participación política de las mujeres, la posiciona como una dirigente que combina técnica, sensibilidad social y visión contemporánea del Estado.
Centeno encarna una de las líneas más progresivas del Frente Renovador Neo y aporta una perspectiva indispensable en tiempos de retrocesos nacionales.
Alejandro Arnhold asumirá la presidencia del bloque, un rol que exige articulación política fina. Exintendente de Capioví, gestionó un municipio que se convirtió en ejemplo provincial por su infraestructura, sus políticas
ambientales y su desarrollo turístico. Inauguró el hospital local y consolidó uno de los sistemas de reciclaje más reconocidos de Misiones. En la Legislatura trabaja con una mirada integral, enfocada en la salud, la
eficiencia de los recursos y el ambiente. Su liderazgo, basado en la escucha y el consenso, garantiza cohesión interna y capacidad de respuesta ante un contexto nacional desafiante.
Esta nueva configuración legislativa no surge del azar, sino de una lógica construida durante años: renovación constante, formación de cuadros, gestión territorial y planificación. El Frente Renovador Neo entiende que
gobernar no es improvisar ni responder a los impulsos del día a día, sino sostener un proyecto que trascienda personas y coyunturas.
Mientras desde Buenos Aires se multiplican los gestos de recentralización, Misiones reafirma un camino propio. La provincia no puede —ni quiere— quedar atrapada en el péndulo nacional, y la ausencia de obras en el presupuesto enviado por Milei es la prueba más evidente de las tensiones que se vienen. En ese tablero, la Legislatura será clave para defender los intereses del territorio, garantizar políticas públicas estratégicas y proyectar a Misiones hacia adelante.
El nuevo tiempo político que se abre en la Cámara de Representantes, con Macías, Centeno y Arnhold en roles decisivos, muestra continuidad en el rumbo, pero también renovación en los nombres y en la mirada. Una combinación que, en tiempos de incertidumbre nacional, se vuelve más necesaria que nunca.
Por Sergio Fernández


