Se cumple un mes del acuerdo marco comercial con EE.UU. y sigue sin conocerse la letra chica. A su vez, China dio a conocer su estrategia para América Latina en medio de la explosión importadora. Argentina, abierta a destiempo.
Este viernes se cumplirá un mes del anuncio del acuerdo marco de comercio entre la Argentina y los Estados Unidos, un entendimiento trabajoso, que demandó meses de negociaciones entre equipos de ambos países desde la decisión unilateral de Donald Trump, el 2 de abril pasado, de imponer aranceles globales con la intención de reducir el déficit crónico de la balanza comercial estadounidense. Trump llamó a ese anuncio “Día de la Liberación”, pero desató una nueva guerra comercial.
Aunque se esperaban precisiones sobre lo firmado en noviembre con Washington, no hubo novedades (y aseguran que no las habrá en lo que queda del año). Aquel acuerdo marco entre dos economías competitivas, no complementarias, confirmó sin embargo que serán sensiblemente mayores los compromisos que deberá asumir la Argentina, en una proporción de 14 a 1, en relación a los que contraerá EE.UU.
Esos compromisos incluyen para la Argentina otorgar acceso preferencial, entre otros productos, a medicamentos, productos de tecnología de la información, maquinaria, dispositivos médicos, vehículos automotores “y una variada gama de productos agrícolas”, incluido ganado vivo y productos avícolas; además de facilitar el comercio digital, fortalecer la protección de la propiedad intelectual y eliminar barreras paraarancelarias.
Uno de los puntos del acuerdo con Estados Unidos menciona el compromiso contraído por la Argentina de fortalecer la cooperación con Washington “para combatir las políticas y prácticas ajenas al mercado de otros países”. Es una clara alusión a China.
Desde que Trump subió los aranceles a las importaciones de Beijing, China está redireccionando hacia el resto del mundo sus exportaciones a EE.UU. Las consecuencias del movimiento chino son globales. Aunque Trump y Xi Jinping acordaron a finales de octubre en Seúl una tregua según la cual el arancel base sobre las importaciones chinas se redujo un 10%, la lluvia de productos “Made in China”, y ahora también “Designed in China”, no se ha detenido.
Poder blando
El miércoles Beijing dio a conocer un nuevo documento sobre su estrategia política para América Latina y el Caribe, el tercero desde 2008. Lo hizo días después de que la Casa Blanca difundiera su informe sobre la estrategia de seguridad de los Estados Unidos, en la que la región ocupa una inédita centralidad bajo la lógica de “esfera de influencia” renovada por Trump.
A la vez repaso de y hoja de ruta para la relación, el documento de Beijing apunta a profundizar la cooperación con la región “basada en la igualdad, el respeto y el beneficio mutuo”, con el objetivo de “construir una comunidad China-América Latina y el Caribe (ALC) con un futuro compartido”. Además de expandir su poder blando, China busca reafirmar su apoyo al multilateralismo y a la proclamación de la región como Zona de Paz.
Sobre la cuestión comercial, el documento sostiene que China promoverá “el comercio de bienes con ventajas competitivas o de alto valor agregado e intensivos en tecnología”, y fortalecerá “la cooperación en el comercio de servicios y el comercio digital”. China, dice, “explorará el establecimiento de relaciones comerciales estables y duraderas, y negociará tratados de libre comercio y otros acuerdos de facilitación del comercio” con países de la región.
La Argentina está lejos de este horizonte ideal. Si bien su déficit comercial con China no es nuevo y se cronificó en las últimas dos décadas, con todos los gobiernos, el fenómeno amenaza agudizarse con el proceso de apertura comercial de Javier Milei.
Según el último informe sobre comercio exterior del Indec, en los primeros diez meses del año las importaciones totales argentinas crecieron un 28,9%, respecto de igual período de 2024. Entre ellas, las importaciones desde China tuvieron un salto de 61,3% por ciento: Argentina le compró a China por US$ 14.953 millones de dólares y le vendió por US$ 7.687 millones, lo que representa un déficit en la balanza bilateral de US$ 7.267 millones.
Las compras a China representaron el 23,1% de las importaciones totales de la Argentina en los diez primeros meses del año (contra un 24,9% de Brasil, principal socio comercial, y 9% de EEUU).
Si afinamos la mirada, un informe del Centro Argentino de Economía Política (CEPA) conocido el lunes indica que las importaciones totales de bienes de consumo (productos terminados, listos para ser usados), alcanzaron entre enero y septiembre de este año un récord de US$ 8.376 millones, el valor más alto de la serie iniciada en 2004. Es una suba del 25,3% respecto del mismo período de 2018, que fue el récord anterior (de US$ 6.683 millones).
Y según el Indec, en los primeros diez meses del año, las compras a China de este mismo tipo de bienes terminados —celulares, computadoras, artículos para el hogar, juguetes, ropa, calzado, perfumería, golosinas y alimentos procesados— crecieron un 110,3% respecto de igual período del año anterior, solo superadas por las compras de vehículos, que treparon un 307,8% en igual período.
“Apertura inteligente”
En este contexto de adversidad para la industria, Paolo Rocca, CEO de Techint, volvió a alzar la voz. En el cierre del encuentro de Propyme, el programa de desarrollo de la cadena de valor del holding, y frente a la exministra y ahora jefa del bloque de senadores del oficialismo, Patricia Bullrich, advirtió sobre “la actitud predatoria” de China y reclamó una “apertura inteligente de la economía que dé tiempo a adaptarse, invertir e incorporar tecnología para mejorar su competitividad”.
Rocca mencionó tres elementos que presionan a la cadena de valor del grupo: el mercado interno deprimido, el impacto de los aranceles de Trump (que alcanzan el 50% para el acero argentino) y China, “que produce el 50% de acero del mundo y frente a caída de consumo y una restricción de su mercado, está entrando en una actitud desleal (...) Hoy, como demostró Trump, hay que contrarrestar fuertemente a China”.
Días antes, en una entrevista con Bloomberg, Marcos Galperin, fundador de Mercado Libre, habló sobre el reciente reclamo del presidente de la compañía, Juan Martín de la Serna, en favor de nuevas reglas para competir con el avance de las plataformas chinas Shein y Temu y el “riesgo de socavar el tejido productivo local”. Dijo Galperin: “Se podría argumentar que es injusto para el gran minorista que declara y paga impuestos. Pero no nos corresponde a nosotros presionar a los gobiernos para lograrlo”.
Entre los varios desafíos que enfrenta la Argentina, está el de cómo pararse como economía con base industrial, con un sector agroindustrial de altísima competitividad internacional, desarrollo en economía del conocimiento y en el umbral de una explosión de su potencialidad energética y minera, frente a un orden internacional volátil e incierto, en plena reconfiguración y al que Donald Trump busca incansablemente dirigir hacia el proteccionismo.

Por Walter Curia-Perfil

