La reciente reconfiguración política en el Cono Sur, con gobiernos de orientación pro-mercado tanto en Argentina como en Chile, abre un nuevo escenario regional. Sin embargo, para Argentina el desafío es inmediato y profundo: mientras los mercados financieros celebran, la economía real se deteriora con velocidad.
La producción está en caída, la inversión extranjera directa sigue en rojo y la apertura comercial, aplicada en un contexto de atraso cambiario y crédito caro, comienza a golpear a la industria local. A esto se suma un factor crítico: el fuerte endeudamiento de las familias argentinas, que hoy funciona como ancla del consumo y amplificador de la recesión.
Familias endeudadas, consumo paralizado
El ajuste macroeconómico se trasladó rápidamente a los hogares. Con salarios reales erosionados y tarifas en alza, las familias recurrieron al crédito de corto plazo para sostener gastos básicos. El resultado es un sobreendeudamiento creciente, principalmente en tarjetas y préstamos personales, con tasas que superan largamente la inflación esperada.
Este fenómeno tiene un efecto directo sobre la actividad:
• El ingreso disponible se destina a servicio de deuda, no a consumo.
• Se frena la demanda interna, especialmente en comercio, industria y construcción.
• Aumenta la morosidad y se retrae aún más el crédito.
Sin consumo, la apertura comercial no genera eficiencia: genera sustitución de producción local por importaciones.
Apertura comercial sin red productiva
La liberalización comercial llega a una economía debilitada:
• Empresas con costos financieros altos.
• Infraestructura deficiente.
• Presión impositiva elevada sobre el empleo formal.
En este contexto, la apertura no impulsa competitividad, sino que acelera el cierre de unidades productivas, profundizando la caída del empleo y retroalimentando el endeudamiento de los hogares.
Argentina vive así una paradoja: orden financiero con desorden social y productivo.
Cuatro vectores para recomponer la economía real
1. Reactivación logística y obra pública
No como gasto, sino como política anticíclica: empleo inmediato, mejora de competitividad y alivio social para los sectores más golpeados.
2. Revolución exportadora inteligente
Abrirse al mundo, pero con transición: financiamiento, asistencia técnica y escala para que las empresas sobrevivan y compitan.
3. Reforma tributaria sobre el trabajo formal
Bajar impuestos a los asalariados para descomprimir el endeudamiento familiar y reactivar el consumo sin inflación.
4. Federalización productiva
Premiar a provincias ordenadas fiscalmente con acceso a crédito internacional para infraestructura, como el BID y Banco Mundial.
Conclusión
Hoy la Argentina financiera está de fiesta, pero la Argentina productiva está en terapia intensiva. Sin una estrategia que atienda el endeudamiento de las familias y el impacto recesivo de una apertura comercial mal secuenciada, el riesgo es consolidar un modelo estable en lo macro, pero inviable en lo social y productivo.
Por Federico Villagra

