El Chino Darín habló con Fabiana Scherer sobre como resolvió el peso del apellido y aprendió a no darle más trascendencia del que tiene. Heredero de una dinastía de artistas, se abre camino sin temor a los pasos en falso y, hoy, a los 26 años, brilla en la piel de Alejandro Puccio en Historia de un clan.
El Chino era una promesa y no le molestaba. Al contrario, le daba la tranquilidad de equivocarse, de no ser juzgado. Pero llegó Historia de un clan y se consagró en la piel de Alejandro Puccio. “No quiero dejar de ser una promesa”, ruega, bromea. Lo dice en serio.
¿Por qué?
Después llegan las decepciones, los veredictos. Hasta ese momento estás transitando un camino, podés hacer un desastre porque están quienes te salvan y dicen es chico, recién empieza.
Hay cierto manto de piedad.
Exacto. En cambio, si ya pasaste ese umbral, estás jugado.
Desde que estrenó Historia de un clan pasó a estar en boca de todos. En el primer capítulo enloqueció a sus admiradores y a tantos otros con su desnudo de espaldas. Esa noche su nombre se convirtió en trending topic en Twitter. Transcurridos varios capítulos de aquella escena en las duchas, Darín bromea y repite la típica frase: Fue un desnudo muy cuidado, artístico. En aquel vestuario de un club de rugby, su cuerpo dio muestras del exhaustivo entrenamiento al que tuvo que hacer frente para encarnar a Alejandro, el deportista que se involucra en la red de secuestros y muerte ideada por su padre, Arquímedes Puccio.
¿Seguís entrenándote?
No, estoy en un estado de relax total. De salir, de compartir con amigos. Mírame, me desinflé.
Se reconoce como un tipo con suerte, heredero de una dinastía de artistas, la que comenzó en los estudios de radio El Mundo con el enamoramiento de sus abuelos [los actores Ricardo y Roxana], y que más tarde seguiría con el legado de papá Ricardo y tía Alejandra. Al principio se resistió al legado y hubo un tiempo en el que se veía como médico. Gran parte de su familia materna se dedica a la medicina. Le interesaba la física y la química, y se anotó en la UBA para seguir Ingeniería Industrial. Pero aquello que respiró de chico se hizo presente. El oficio de su viejo pudo más. Terapia mediante resolvió el peso del apellido y aprendió a no darle más trascendencia de la que tiene. “Soy un afortunado en todo sentido”, reconoce, y por eso es un eterno agradecido en lo personal y profesional. “Más suerte no pude tener. Como actor me tocó laburar en estos pocos años con bestias como Julio Chávez, ahora con Alejandro Awada, Cecilia Roth y para más adelante -no puede anticipar- se vienen proyectos con otras bestias. Me siento halagado, no es algo que te pasa siempre. Por eso trato de aprovechar cada una de estas oportunidades, como la que tuve de trabajar con tipos como Luis [Ortega]. Es un director increíble, es uno de los realizadores más talentosos con los que me tocó laburar, puede sonar injusto decir esto, pero tiene otra concepción de los procesos creativos, un imaginario y una profundidad única, muy particular, y es lo que hace que Historia de un clan sea lo que es.”
Si bien los parecidos con su padre son más que evidentes, hay un sello que distingue a los Darín: el humor. No hay frase o momento en el que no haga uso de él, sin importar el tema y la situación. “Viene un poco de mi viejo eso de desacralizar todo. Estoy de acuerdo con esa filosofía de que con todo se puede hacer humor, con el Papa, con los chicos, con lo que sea. Entiendo que a veces se hieren sensibilidades, pero muchas veces sirve ir más allá, para meterte en lo más profundo del inconsciente popular. Hay que desacralizar. En Historia de un clan el humor se desprende de la incomodidad. La serie es polémica por donde la mires. Luis es capaz de meterte una trituradora en el cerebro. No entendés de qué te estás riendo. ¿De lo profundamente macabro, inhumano? Sí, te estás riendo de eso.”
El límite del humor siempre estuvo en discusión.
Me molesta la cosa medio esnob, que es lo contrario de lo que pienso del mundo. Me encantan las causas nobles, y me embandero detrás de cualquiera, no tengo ningún problema. Están bien las luchas por los derechos humanos, los derechos de lo que sea, que se busque un mundo cada vez más justo, pero es importante desacralizar las temáticas, hay que quitarles la etiqueta que algo dicho de determinada manera es o no racista. Me parece que todo está enervado en ese sentido y lo entiendo, porque venimos de épocas en las que no había ningún tipo de consideración con las minorías y la toma de conciencia es un primer paso fundamental. Pero en materia de ficción, un hecho artístico mete mano a ese tipo de cuestiones para querer decir otra cosa. La gente tiene la capacidad de tomar la distancia suficiente para saber si es humor o no. Estoy acostumbrado a tomarme las cosas de esta manera.
¿Quién te hace reír?
Fontanarrosa me encanta, me hace reír mucho. Medieval Times es un cuento maravilloso. Intenté leerlo en voz alta y no pude seguir porque se me caían las lágrimas arriba del libro. También me gustan Cortázar, Dino Buzzati, Salinger. El humor de Salinger es muy particular, retorcido. Algo tiene, es el autor de El guardián entre el centeno, el libro que leyeron muchos asesinos [Mark David Chapman después de matar a John Lennon se sentó a leer el libro de Salinger; es uno de los textos más pedido en las cárceles]. El otro día se lo presté a mi hermana [Clara] y le conté todo esto. Todavía no se animó. Me encanta ese libro.
¿Qué tipo de humor preferís en series, en películas?
El humor más burdo, siento que declarar esto baja mi nivel de cultura por lo menos seis escalones. Me encanta Simon Pegg, el actor inglés que tiene una seguidilla de películas muy idiotas, pero que me hacen reír muchísimo. Una de esas es Muertos de risa, una comedia de zombis, la vi como cuatro veces. Otro humor que me gusta es el que hace Louis C.K., hay un capítulo en el que participa Ricky Gervais que es genial.
Confeso familiero y fiel a los rituales domingueros, a los que considera sagrados, el Chino se prepara para viajar en estos días a España. Su papá está allá presentandoEscenas de la vida conyugal, la pieza de Ingmar Bergman. “Mi vieja [Florencia Bas] y mi hermana ya están instaladas. Aprovecho para estar con ellos y darme el gusto de viajar.”
Uno de los mayores placeres de la vida…
Laburo para eso, para viajar. La verdad es que no encuentro en qué gastar la plata acá. Soy como un homeless con departamento. No tengo nada. Entrás a mi casa y ves un banquito que le robé a mis viejos y que uso de mesita ratona, un sillón. Tengo una buena tele, eso sí, me la paso frente al televisor. Una heladera que me regaló mi vieja. Tengo una cocina pelada, lo que hay es de canje, cajas de alfajores, bebidas.
¿Cama?
Sí, tengo una cama y por suerte hice el interior del placard, si no habría pilas de ropa por todos lados. Lo que pasa es que gasto la plata en experiencias. Prefiero salir con amigos, ir de joda. Un día ir a comer, otras escaparme al campo. Nada muy material, prefiero las cosas que perduran en la memoria y los viajes son mi principal fuente de egresos. Cuando firmo un contrato pienso para cuántas millas me alcanza [bromea].
¿Sos de planificar?
Lo mío no es algo concreto, al contrario, soy supercaótico. Hace poco estuve en Japón y fue una gran experiencia.
En la mochila que llevó a la tierra de Akira Kurosawa, su director favorito, cargó el libroEl fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, de Haruki Murakami. “Debe de ser uno de los textos que más marqué. No había leído nunca a Murakami. Tiene conceptos interesantísimos, aborda todo tipo de aspectos de la vida, me encanta ese trabajo de metáforas sensoriales.”
Tanto Murakami como El hipnotizador, la serie de HBO que protagonizaste [basada en el breve cómic homónimo de Pablo De Santis y Juan Sáenz Valiente], exploran la delgada línea entre realidad y fantasía. ¿Te interesa indagar en el universo esotérico?
Como investigación literaria. En realidad, no creo en nada, ni siquiera leo el horóscopo, creo que te condiciona. Por esto tuve problemas con parejas. Una vez fui a una astróloga.
¿Por qué?
Por curiosidad. Tuvo que ver con una experiencia que viví en Perú. Siempre fui muy terrenal. Tampoco soy una persona religiosa, estoy muy alejado de todo ese plano. Considero que la religión forma parte de la hipnosis también. Mi vieja es superconcreta y racional, y es la principal promotora de que nosotros no tuviéramos una educación ligada a ninguna religión sino que pudiéramos decidir después. Lo que es capcioso, porque criás a un pibe para que no crea en nada y después le decís que sea libre de elegir la religión que quiera. Mi hermana hizo catequesis un tiempo y lo dejó porque tenía miedo de que se le apareciera la Virgen. Lloraba a la noche, le dio pánico. Sabía que había gente a la que se le había aparecido y le dio un cagazo tremendo, así que abandonó.
¿Qué pasó en Perú?
Todos nosotros, que somos un grupo de herejes, llegamos a Perú [risas]. En los viajes que hacemos en familia solemos conectarnos con lo histórico, con las religiones y creencias. Estando allá visitamos a un chamán que nos hizo una limpieza con hojas de coca, un ritual en Tipón, en el templo del agua inca. Nos sentamos en círculo, tomamos un té y pedimos un deseo al universo. Fue muy loco todo lo que nos pasó. El chamán nos tiró cosas interesantes y bastante acertadas, una línea de vida que no tiene que ver con lo que va a pasar, pero sí te describe como persona. Te dice a qué cosas prestarle atención, algo más cercano a la carta natal. Desde ese día otorgo un lugar a la duda, a la incertidumbre que todos tenemos. Para mí siempre fue necesario que todo tuviera una explicación racional; si no, no era meritoria de mi atención. Grave error. Desde aquel momento soy una persona más feliz, porque me permito abrirme un poco más a un montón de cosas que son sumamente interesantes. Después uno saca sus conclusiones. Por eso luego fui a lo de la astróloga.
¿Y cómo te fue?
Terminé hablando tres horas como si estuviera en el psicólogo, una cosa rarísima. No paré de hablar. Fue como una sesión de terapia con una cosa más mística, más rara. Fue interesante, eso no significa que crea en ellas.
Dijiste que la religión tiene algo de hipnosis. ¿Y la política?
Puede ser la peor de las hipnosis. No confío en la gente que dice que no le interesa la política. Arquímedes Puccio en la serie dice: Si te tirás un pedo en un bondi, estás haciendo política; si no te lo tirás por consideración al resto, también estás haciendo política. Y estoy de acuerdo con esa línea de pensamiento. Todos hacemos política. Te guste o no. Seas consciente o no. Convivir en un sistema social organizado es hacer política.
¿Tu pensamiento es más de izquierda?
Sí, un pensamiento que para muchos puede contradecirse con mi estilo de vida. No hago política abiertamente y no pretendo influir a nadie con mi pensamiento.
¿Te identificás con algún político o partido?
No, pero eso no significa que no opine. Hoy la opinión personal está devaluada, de un lado y del otro. Pensás de una forma u otra, o no sabés nada. Uno puede tener puntos en común con distintas vertientes políticas e incluso condenar algunos de sus actos. Me parece que el término medio es el más rico y el menos curtido.
Nunca le niegues un placer a tu corazón.
Esa es una frase de mi abuelo. Bueno, no sé si es de él. Los orígenes familiares dicen que data de mi abuelo. Hubo una época en la que estuve medio obsesionado por recuperar sus frases. Era una persona muy interesante. Poeta, aviador, actor, hizo de todo, un personaje muy border y muy vasto. No lo conocí [falleció siete días antes de que naciera]. Me llamo Ricardo por él y Mario por mi abuelo materno. Estoy intentando descifrar un manuscrito que me pasó mi tía [Alejandra], ella es quien entiende mejor la letra. Ya lo vamos a descifrar. La frase que citaste es un poco exagerada, medio utópica, pero es aplicable, una buena idea para desenvolverte en la vida.
Cuando estudiabas en la Universidad del Cine hiciste un corto que protagonizó tu abuela Roxana. ¿Se puede ver?
No, por supuesto que no, y no se podrá ver jamás. Una pelotudez, lo grabé de un día para otro. Tenía que entregar un trabajo, por lo que fui a la casa de mi abuela, que siempre tiene ganas de actuar. Ella, feliz de la vida. Hoy en día me dice que tengo que escribir una historia para que la hagamos juntos. Fue una linda experiencia, pero no necesariamente un lindo corto. Me sirvió para aprobar la materia. Hice cada pelotudez…
¿Te ves dirigiendo en algún momento?
Siempre me pica el bichito de dirigir. Me veo haciendo algo, pero más adelante, no es algo que tenga ahora en la cabeza, estoy focalizado en otras cosas, tengo que aprender mucho para animarme.
¿Autocrítico?
Sí, me cuesta amigarme con las cosas que se me ocurren, con mis ideas. Me cuesta mirarme. Soy muy exigente conmigo mismo, pero con el tiempo aprendí a ser más permisivo. Trato de aprender de lo que veo, de los errores. Escucho lo que dicen mis amigos, mi familia.
Dicen que la opinión más valorada en la familia es la de tu mamá.
Ella está al tanto de todo. Es la que manda. Tiene mucha visión de futuro. Hablo mucho con ella, lee todos los guiones, es un buen termómetro para mí, para mi viejo.
¿Matriarcado?
No lo dudes.
1989
Nació el 14 de enero. Hijo de Ricardo Darín y Florencia Bas. Tiene una hermana menor, Clara
1993
Papá Ricardo lo llamó Chino a los 4 años. Solía tener los ojos achinados y esa parece ser la razón
2010
Debutó en TV con Alguien que me quiera. Alberto Pironti lo animó a hacer audiciones
2012
Debutó en cine con En fuera de juego. Dos años más tarde, protagonizó Muerte en Buenos Aires
2013
Llegó Farsantes, debutó como conductor en ESPN Redes y enfrentó la ruptura con Calu Rivero
2015
Estrenó en cine la comedia Voley y Uno mismo. En la tele irrumpió con la serie El hipnotizador y deslumbró como Alejandro Puccio en Historia de un clan
El futuro
Tiene pendientes tres películas: Angelita, la doctora, de Elena Tritek; Primavera, de Santiago Giralt y Era el cielo, del brasileño Marco Dutra. “Hay varios proyectos, uno en España. Ahora quiero relajarme, viajar, compartir con amigos y familia”
Producción: MechiMachado. Asistente de Fotografía: Leandro Villamea. Make-up y pelo: Eli Heros para Rimmel London Argentina. www.eliheros.com Agradecimientos: AY Not Dead. Bancan. Gola. Adidas. Federación Argentina de Box