El titular de la AFI suena fuerte para jefe de Gabinete, un puesto que CFK siempre le negó. Articulador y garganta de la campaña del Frente de Todos, sea quien sea el candidato.
Era una constante durante el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner: el nombre de Agustín Rossi estaba abonado en las danzas de nombres para la Jefatura de Gabinete. Nunca lo fue. Recién en 2013 dejó su rol de espada legislativa al frente del bloque de la Cámara de Diputados del Frente para la Victoria, por el que hasta fue escrachado con huevazos en su provincia por defender la Resolución 125, para asumir en el Ministerio de Defensa. Fue la misma silla que Alberto Fernández le ofreció al inicio de su gobierno, en 2019. Ahora, con CFK de vice, el santafesino está en la puerta, según anticipan fuentes oficiales a Letra P, del puesto de ministro coordinador, una plataforma que le permitiría desplegar sus habilidades oratorias y sus buenos vínculos con todo el arco peronista para vocear la campaña reeleccionista del Frente de Todos, un ejercicio que Juan Manzur, quien ya arma las valijas para volver a Tucumán para retomar su cargo de gobernador, esquivó durante su tiempo en la Casa Rosada. No habría anuncio formal este jueves: hay tiempo hasta el 15, cuando sería el recambio.
En 2021, Rossi fue víctima de una regla bautizada en su nombre: el Presidente dijo que no se podía ser ministro y candidato al mismo tiempo. El santafesino ubicó a Omar Perotti como su némesis y dejó el cargo. Fernández volvió a insinuar el mismo patrón para las listas, pero con un único destinatario: el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, protagonista del último affaire de la interna del FdT. Rossi, que venía inclinando la balanza albertista en los contrapuntos, esta vez evitó meterse. En su lugar salió la albertista pura Victoria Tolosa Paz para darle un ultimátum al presidenciable camporista. En el Instituto Patria no niegan que el Chivo mantiene diálogos con la vicepresidenta.
También lo hace el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, encargado por estas horas de rubricar las invitaciones a la primera mesa del Frente de Todos, convocada para la semana que viene en el PJ. Como en la era del tucumano, auguraban en Balcarce 50 en el anterior amague de Manzur de mudarse de regreso a su provincia, se espera que el porteño continúe con la botonera a su cargo, en las sombras, donde se mueve más cómodo. Para la campaña de gestión, el Gobierno necesita una cara y mejor que sea conocida por todos los sectores.
“Preguntale al Presidente”, era la lacónica respuesta en el Senado, el miércoles, sobre la eventual incidencia de Cristina Kirchner sobre el futuro jefe de Gabinete albertista. Después de desempolvar el teléfono que la comunica con Olivos para acordar el desembarco de Sergio Massa, la vice no tuvo voz ni voto en el anterior recambio ministerial, apurado por el portazo de Elizabeth Gómez Alcorta, como llegó a reprochar en público Andrés Larroque. La llegada de Rossi tampoco quemaría ninguna nave con el Instituto Patria, como podría ocurrir con el plan B que se barajaba de repatriar, otra vez, a Daniel Scioli. Un regreso del exgobernador destaparía otra olla a presión, con el ministro de Economía.
Hábil declaracionista, dispuesto a exponerse a largas entrevistas, si Manzur llegó al Gobierno para darle un pretendido “volumen político”, la primera vuelta de Rossi a la administración albertista fue para que Fernández sumara una voz que saliera en su respaldo, cumpliendo el verticalismo peronista de responder al Presidente. El lugar que estaba vacante era incómodo: la Agencia Federal de Inteligencia. El exministro, que siempre renegó del mote de “jefe de los espías” con el que suele conocerse al Señor 5, siguió haciendo política en su provincia a la luz del día y apoyando a Fernández en multiplicidad de entrevistas.
Sin embanderarse en la reelección presidencial como el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, que suele decir que él trabaja para que eso ocurra, Rossi apeló a la lógica que indica que si al mandatario le va mal, a la coalición le irá peor. “Si Alberto Fernández no llega a 2023 con aptitud electoral, nadie del FdT lo hará”, dijo en marzo de 2022, en uno de los primeros globos de ensayo para sondear la idea. Después, el jefe de Estado se puso en modo “no es momento de hablar de candidaturas”. Para octubre, en línea con lo que marcaba el termómetro de la interna, fue más cauto: “Me parece bien que el Presidente tenga pensado que puede llegar a reelegir (sic)”.
A la espera de definiciones clave como PASO sí, PASO no o si es natural que el Presidente vaya a una interna, la campaña oficial por la reelección del FdT ya fue lanzada. Como contó Letra P en la saga del plan ReivindicAr, el mandatario se recostó en la gestión con Gabriel Katopodis (Obras Públicas) y Santiago Maggiotti (Desarrollo Territorial y Hábitat) como sus columnas vertebrales. Desde la Jefatura de Gabinete, Rossi podría ser la garganta del operativo que puede terminar con la instalación de Fernández 2023, pero, primero que nada, la del Frente de Todos 2023. Primero el Movimiento.
Fuente: Letra P