Misiones Para Todos

Alberto dos caras

Este miércoles, el presidente mostró dos rostros en su mensaje al Congreso: moderación y chicanas.

arvey Dent, conocido como Dos Caras, es uno de los enemigos de Batman. Harvey está marcado horriblemente en el lado izquierdo de su cara después que un jefe mafioso le lanzó productos químicos ácidos durante un juicio en la corte. Luego, se vuelve loco y adopta la personalidad de “Dos Caras”, obsesionado con la dualidad y el conflicto entre el bien y el mal. 

Este miércoles pasado el Presidente mostró dos caras. En la primera parte de la sesión hizo un balance auto elogioso de su gobierno, con tono moderado. Pero luego apareció la otra cara, la del vehemente, confrontativo, polémico, chicanero, dirigido claramente a satisfacer al cristinismo. Como diciendo: “¿viste que yo también puedo criticar al poder judicial y mediático en frente tuyo?”. Fue una fase con una sola destinataria: la jefa.

Lo que nadie termina de entender es si Alberto aún cree que Ella lo va a disculpar por sus errores (y traiciones a su entender) y va a aceptar mansamente que Él sea pre candidato a presidente (ni el agua le aceptó en la sesión). Es un hombre que siempre ve la mitad del vaso llena, porque hace al menos 2 años que la vicepresidenta le bajó el pulgar a su compañero de fórmula, sin ninguna posibilidad de rectificación. Pero bueno… Alberto siempre le dijo a su entorno “no se preocupen, Yo la llevo”. ¿A dónde?

El efecto de todo lo que hizo es nulo. Tanto la parte amable -en donde utilizó una hábil puesta en escena con las historias individuales de personas presentes, como muestras del éxito de sus políticas- como la fase confrontativa no le sirvieron para nada. Los discursos no son piezas comunicacionales en sí mismas, si no se considera el contexto del emisor. En este caso es el de un mandatario totalmente aislado, hacia adentro y hacia afuera. Logró no ser nada al final del camino. Ni Cristina lo va a redimir, ni los ex aliados se van a volver a entusiasmar.

¿Aun así puede ser pre candidato? Si, ¿por qué no? Es de los más conocidos y tampoco el resto lo supera mucho en competitividad. Cristina sí, pero tiene techo fijo y bajo. Massa depende de la economía. Kicillof es el mejor prospecto para quedarse en la provincia. A Scioli se le pasó el cuarto de hora. 

El resto ni fu, ni fa. ¿Pero Ella no lo va a vetar? Sí, pero… si Él quiere ser ¿la junta electoral del Frente de Todos le va a negar la inscripción? ¿con qué excusa? ¿porque no junta los avales? Ojo que los operadores del partido PARTE –el de Alberto- están muy activos en estas últimas semanas para tener todos los papeles en regla y ofreciendo beneficios. Diría un cínico: “pero si total es para perder… deja que vaya y listo”. Pero claro, la política no es tan sencilla: para CFK es una cuestión de honor truncarle sus deseos. No olvidemos lo siguiente: hasta acá habrá PASO y el primer documento de la súper mesa definió que haya competencia interna. 

Más allá de lo económico, y que a Alberto lo persiguió la mala suerte empezando por la pandemia, Cristina esperaba de Él una solución a sus problemas judiciales. El, no supo, no quiso o no pudo. A Ella no le importa: cree que hubo una traición. El punto es si CFK imaginó que Alberto tenía la suficiente habilidad política, los contactos y la creatividad jurídica para resolverlos. Con el diario del lunes, cabe decir que carecía de los tres atributos. Pero quienes conocen bastante la cocina de esos tejes y manejes, creen que la jefa no debió sobrevalorar a su prospecto (aunque más no sea por nombrar como ministra de justicia a su socia, quien no tenía el hándicap para intercambiar informalmente criterios con la Suprema Corte). 

¿Alberto creyó que podía pasar por alto semejante objetivo? ¿Pensó que era solo ese tema? Alguien muy cercano a Él ya tuvo una advertencia la misma noche del arrasador triunfo en las PASO de 2019. La actual responsable del PAMI le dijo, sin prólogo, durante los discursos festivos: “¿Uds. creen que se las van a poder arreglar solos?”. Exceso de improvisación o de auto confianza, o las dos cosas al mismo tiempo.

Mientras Alberto tontea (en la primera acepción de la Real Academia Española), Sergio Tomás Copperfield logra una foto cariñosa con Georgieva que se podría denominar “Dos Extraños Amantes”. Así evita el pedido de waiver, que no resuelve la llegada del Apocalipsis, pero al menos no sucederá Now (a propósito, muy curioso el ministro Massa escuchando al presidente sin contacto con el resto del gabinete…). ¿Será fruto de las gestiones del tigrense que el gobierno condenó la invasión rusa y tuvo gestos contradiciendo a Daniel Ortega? Nada es gratis en este mundo.

Una pregunta que circula en el ambiente es ¿todo lo que pasa en el Frente es signo de descomposición y falta de conducción, agravado por la sensación de derrota, o hay alguien que ha decidido la libre flotación de las variables además? Solo a modo de recordatorio: la CGT trabaja por candidatos propios en las listas legislativas, se ofrece Scioli, se anuncia Grabois, el gobernador de Catamarca pide postergación de elecciones (¿da por supuesto que no habrá balotaje?), la tropa cristinista quiere operativo clamor para que Ella sea candidata (¿a qué?), se lanza el partido del Movimiento Evita y, como si esto fuera poco, hubo fugas de los bloques K en el senado. Alguien podría decir “¡qué desmadre!”, y otro podría responder “sí, pero mientras a Ella le sirve para darse cuenta cómo juega cada uno librado a sus propios intereses”. Un personaje que tuvo algunos minutos de atención mediática la semana anterior recibió un comentario de la jefa: “a mí me sirve, porque se ve que nadie se da cuenta quién tiene los votos”. Nunca se olviden de Perón: a veces hay que quilombificar un poco las cosas. 

Volviendo a Harvey Dent, en la última versión de los comics de DC, él trata de dejar su pasado de ambigüedad atrás. Pero por mucho que desee dejar de ser Dos Caras, Ciudad Gótica tiene otros planes para él. El demonio Azmer lo infecta con una especie de rabia, logrando que recupere su doble personalidad. Sus dos caras. Pero eso es solo un comic.

Por Carlos Fara – Perfil