El jefe de Estado quedó desplazado del acto del 25 de Mayo por Cristina Kirchner, exponiendo la debilidad del poder del jefe de Estado y sus limitaciones en el manejo del Gobierno. Las dificultades que enfrenta su última carta de gestión: la obra pública
La puesta en escena de Cristina Kirchner en la Plaza de Mayo marcó a fuego la nueva etapa que se viene en lo inmediato en la Argentina: la postal de un gobierno donde el Presidente Alberto Fernández quedó altamente debilitado, aislado de sus propios aliados del Frente de Todos y con una economía en crisis cuyas medidas de salida ni siquiera encuentran respaldo en la Vicepresidenta y sus adeptos.
El Presidente se recluyó en la soledad de Chapadmalal con su esposa, su hijo y el secretario de la Presidencia, Julio Vitobello. Fue la cristalización plena de un Alberto Fernández que en los sucesivos siete meses que le restan de mandato deberá lidiar con un poder que se le escurre de las manos y con escaso margen de maniobra en la toma de decisiones.
Bajo las gestiones febriles con la Iglesia que hizo el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, de manera inédita el Presidente habló en el Tedeum después de la homilía del cardenal Mario Poli. Desde el púlpito de la Catedral Alberto Fernández llamó a “construir una convivencia democrática” y pidió por “la unidad”.
Paradojas de la política: a pocos metros del Tedeum se montaba el gran escenario de un acto en el que Cristina Kirchner decidió no invitar al jefe de Estado y ratificó una vez más la grieta que invade al Frente de Todos desde hace tiempo.
En su discurso reiterativo y plagado de autoelogios que anularon los festejos de la revolución de Mayo por la refundación del país bajo la llegada de Néstor Kirchner a la Casa Rosada, la Vicepresidenta volvió a equiparar a Alberto Fernández con Mauricio Macri, se arrogó el título de peronista verdadera y remixó las críticas al acuerdo con el FMI que tienen en vilo al Gobierno.
Por intereses electorales y cálculos de coyuntura el ministro de Economía dialoga más con Cristina Kirchner que con el Presidente sobre las decisiones del país. A pesar de que la Vicepresidenta boicotea públicamente el acuerdo que la Argentina negocia con el FMI el ministro Massa se lleva a Máximo Kirchner a su viaje crucial por China para buscar fondos frescos.
Está claro que Alberto Fernández ya no tiene mayor incidencia en el manejo de la Economía que relegó completamente a Sergio Massa. Aunque la mayoría de la gente le sigue reclamando al Presidente por los males de una economía en crisis. La última encuesta de Taquion revela que el 79% de los argentinos está molesto con el curso que tomó el país y casi un 40% cree que hace falta un Presidente que “tome decisiones firmes”.
La delegación y dependencia de Alberto Fernández de la economía en Sergio Massa ya es plena. Lo graficó el opositor radical Gerardo Morales esta semana cuando en un sincericidio admitió: “si se va Massa, esto explota”.
Los leales de Alberto
La incidencia del Presidente en la economía hoy es limitada y Alberto Fernández se recluyó en los últimos días en sus funcionarios fieles para pasar el maltrago del desplante de Cristina Kirchner al acto en Plaza de Mayo.
En estas horas al jefe de Estado lo rodean políticamente Vitobello, Oliveri; el canciller Santiago Cafiero; la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra; el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos; la portavoz, Gabriela Cerruti y la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz. No muchos más.
Se trata de un pequeño séquito de alberistas que seguirán hasta el final al Presidente pero que no tienen demasiada incidencia en el armado del Frente de Todos. Ni siquiera aparece ahora en ese radar el diputado todoterreno Eduardo Valdés que fustigó a Alberto Fernández por cuestionar a Cristina Kirchner por las causas de corrupción.
En el círculo rojo que rodea al Presidente ya ni siquiera piensan que sea factible una reunión con la Vicepresidenta. Tampoco el kirchnerismo encuentra hoy funcional una cumbre del Presidente y la vice.
El esquema de poder de Alberto Fernández rodeado de unos pocos leales habla también de una administración anárquica donde cada ministerio tiene juego propio. Por lo pronto, ministros extremadamente kirchneristas como el de Interior, Eduardo ‘Wado’ de Pedro; el de Ciencia y Tecnología, Daniel Filmus o el de Defensa, Jorge Taiana definen políticas muchas veces sin previa consulta con el Presidente. Y el manejo de fondos los dispensa Sergio Massa con acuerdos unilaterales.
El Congreso y los gobernadores
La soledad de Alberto Fernández en el poder se traslada a su vínculo limitado con gobernadores y legisladores.
El jueves por la tarde, cuando Cristina Kirchner copaba la Plaza de Mayo, al Presidente le costó encontrar un terreno comandado por un mandatario provincial del PJ donde hacer pie para un acto de cortesía. Tuvo que recluirse en la residencia de Chapadmalal como antídoto final a tanto aislamiento.
Los gobernadores del PJ hace tiempo que se despegaron de Alberto Fernández. La muestra mayor es el llamado a elecciones desdoblado de las nacionales y los resultados electorales desacoplados que se vieron en los últimos tiempos: en la mayoría de las elecciones provinciales ganó el Frente de Todos local a pesar de que a nivel nacional el Gobierno no logra mejorar su imagen.
En el Congreso sucede algo similar. El Senado cooptado por Cristina Kirchner le da la espalda al Presidente hace tiempo y en Diputados el bloque que conduce Germán Martínez no logra cerrar acuerdos internos en el Frente de Todos para poder sesionar. En lo que va del año hubo tan solo tres sesiones en Diputados.
Alberto Fernández encomendó enviar al Congreso los proyectos de ley de promoción del hidrógeno verde y un nuevo blanqueo de capitales. Pero esas iniciativas ni siquiera ingresaron en el Parlamento y hay varios proyectos del Gobierno que desde hace tiempo duermen en los cajones de diputados y senadores oficialistas.
¿Qué podrá hacer un Presidente que no logra sacar ni una ley en el Congreso durante los siete meses que le restan de mandato?
Protesta social en aumento
La debilidad del poder de Alberto Fernández se profundizó en los últimos días en la calle. Los movimientos sociales que responden al oficialismo nucleados en la UTEP de Juan Grabois y Esteban ‘Gringo’ Castro se sumaron a la protesta callejera junto con el bloque opositor de la Unidad Piquetera Nacional.
“No los une el amor sino el espanto” diría Borges. Los movimientos sociales oficialistas y los piqueteros opositores vislumbran un mismo oscuro horizonte: el de una Argentina cada vez más empobrecida que no encuentra respuesta suficiente en el Estado y se convierte en un cocktail explosivo para el poder.
La UTEP definirá en los próximos días un nuevo plan de lucha en las calles donde la ministra Tolosa Paz es el blanco elegido. Cuestionan duramente a la titular de Desarrollo Social por la falta de alimentos en los comedores escolares y la baja indiscriminada en los planes sociales. “Hay una bomba de tiempo a punto de estallar y la ministra mira para otro lado”, dijo un destacado referente del piqueterismo kirchnerista.
El cardenal Mario Poli alertó en la Catedral sobre la pobreza en aumento. Refrescó la encuesta del Observatorio de la Deuda Social de la UCA que El Cronista había difundido y habla de que el 61% de los chicos en la Argentina está sumergido en la pobreza y más del 30% tiene graves problemas de alimentación.
La protesta social en las calles con referentes del mismo oficialismo puede convertirse en un fuerte dolor de cabeza para el Presidente.
La campaña electoral
El Presidente no está dispuesto a jugar fuerte en la campaña electoral al menos hasta que se defina en las PASO un candidato del oficialismo. Alberto Fernández ya coordinó con el gobernador de Formosa y presidente del Congreso partidario del PJ, Gildo Insfrán, que este se haga cargo de la mesa de armado electoral en lo sucesivo.
Ni siquiera como presidente del PJ Alberto Fernández está dispuesto a ejercer mayor poder. Cree que el armado de la mesa electoral es “un espacio burocrático”, como lo definió uno de sus allegados, para ordenar la interna del Frente de Todos. Los candidatos aliados del Presidente como Agustín Rossi y Daniel Scioli hoy tampoco parecerían tener gravitación en el FdT.
Alberto Fernández limitará su estrategia electoral a recorridos de apoyo a los candidatos en provincias donde no haya PASO y se defina un candidato único. En el resto de los distritos esperará a hasta después de unas definiciones de interna para dar apoyo. Todos saben que el respaldo del Presidente en este caso sólo será bienvenido con la llegada de obra pública.
Sin embargo, esa misma herramienta de dispendio de corte de cintas está limitado para Alberto Fernández en estos días. La Cámara Argentina de la Construcción acaba de alertar al Gobierno sobre la falta de pago a proveedores, problemas de financiamiento y de insumos para avanzar con el ambicioso plan de obra pública que se había figurado el Presidente.
Por Martín Dinatale-El Cronista