Millones de personas están sufriendo las consecuencias de una fuerte crisis económica en Alemania. ¿Qué tan difícil es el panorama para el país europeo? ¿Y qué dicen los expertos? Nuestro corresponsal en Berlín, Thomas Sparrow, lo explica.
Es una cifra que aún genera asombro: en Alemania, uno de los países más ricos del mundo, unos diez millones de personas aseguran que no pueden permitirse una comida balanceada de manera regular.
La estadística, que fue publicada tras una petición parlamentaria, reveló que el 11% de los alemanes son demasiado pobres para comer un plato con carne, pollo, pescado o un equivalente vegetariano cada dos días.
El problema es aún más agudo para los padres solteros. Y las cifras para los adultos mayores tampoco son mucho mejores: en los primeros tres meses del año, 684.000 pensionistas dependieron de ayuda básica para subsistir, 90.000 más que el año anterior.
El riesgo de pobreza, que en Alemania define a personas que ganan menos del 60% de los ingresos medios e incluye a unas 13 millones de personas, no es un tema nuevo pero sí es uno que está creciendo en importancia en este país europeo.
La razón es la difícil situación económica de Alemania, cuyo poderío económico ha estado basado durante décadas en la importación de energía barata y la exportación de todo tipo de productos industriales de alto nivel.
Es claro que el país sigue siendo rico, con un sistema social y político estable y un apoyo generoso para los ciudadanos.
Pero el presente económico y sobre todo el panorama a futuro no son alentadores.
En mayo se informó que la economía alemana había entrado en recesión. Y, según el Fondo Monetario Internacional, está previsto que el desempeño económico alemán sea peor que el de muchas de las otras economías avanzadas en 2023.
Aumento en los precios
Que muchos alemanes no puedan permitirse esas comidas tiene que ver, en buena parte, con las grandes problemáticas de los últimos años: la pandemia del coronavirus y sobre todo la guerra en Ucrania, que golpeó fuertemente a Alemania en especial por su dependencia económica hacia Rusia.
El resultado es una crisis económica y energética seria, de la que el país sigue tratando de sacudirse.
La inflación actualmente ronda el 6 por ciento, un poco menos del pico del año pasado cuando se acercó al 9 por ciento. Es una cifra menor que muchos otros países del mundo, pero es un porcentaje alto para Alemania.
Esto se ha visto reflejado en los precios energéticos, que se dispararon: la electricidad, por solo nombrar un ejemplo, fue 17 por ciento más cara en julio de este año que en el verano de 2022.
Y los alimentos sufrieron un aumento del 11 por ciento interanual. Los consumidores han tenido que pagar notablemente más por alimentos básicos como el pan (16 por ciento), las hortalizas (15 por ciento) o el pescado (14 por ciento).
Para muchos alemanes, en especial quienes tienen salarios bajos, estos aumentos han resultado impagables.
La alternativa para algunos: bajar las expectativas alimenticias o buscar ayuda en los casi 1.000 bancos de alimentos que ofrecen productos a quienes tienen problemas económicos.
Pero ahí también ha habido dificultades, pues algunos bancos están llegando a sus límites. Desde que comenzó la guerra en Ucrania, en febrero de 2022, el 20 por ciento han registrado más del doble de consumidores que antes.
Muchos de quienes acuden son refugiados ucranianos que se han instalado en Alemania, pero también se encuentran alemanes que están en aprietos, que perdieron sus empleos o dependen de ayuda estatal.
Los problemas de la industria alemana
El aumento en los precios energéticos y de los alimentos es una parte del rompecabezas mucho mayor que afecta a la economía alemana y genera preocupación entre los expertos.
De acuerdo con un análisis del Instituto Alemán para la Investigación Económica (DIW, por sus siglas en alemán), la guerra y el aumento de los precios energéticos ya le han costado a la economía alemana unos 100.000 millones de euros o alrededor del 2,5 por ciento del producto interno bruto (PIB).
Uno de los sectores que más preocupa es la industria, considerada el “buque insignia” del poderío económico alemán. Entre las razones para este mal momento económico se encuentran las disrupciones en las cadenas de suministro, los altos precios energéticos, problemas estructurales de vieja data o una mayor competencia de otros países eminentemente exportadores como China.
Todo esto ha llevado a expertos a hablar de un panorama difícil para la economía alemana este año, si bien también hay quienes resaltan que la situación podría ser mucho peor y que, por ejemplo, la inflación ha bajado.
Clemens Fuest, presidente del Instituto Ifo para la Investigación Económica, concluyó que “la situación económica de Alemania está volviéndose más oscura”.
Y Veronika Grimm, una asesora del Gobierno en asuntos económicos, agregó: “En una fase de crecimiento muy bajo o incluso negativo, la gente tiene que prepararse para pasar dificultades”. “Habrá pérdidas reales”, agregó.
Estas pérdidas, estas dificultades, son una realidad diaria ya para muchos alemanes que se han visto obligados a ahorrar hasta en una de sus más básicas necesidades: una comida balanceada de manera regular.
Por Thomas Sparrow-France24