Acorralado en varios frentes a la vez, el gobierno ruega por una soga de Trump sobre el filo de las elecciones. La Libertad Avanza no ofrece razones concretas para entusiasmar a los que fueron sus votantes. Solo un voto ideológico, de rechazo visceral al peronismo, podría salvarlo.
Ni Donald Trump ni Scott Bessent. Mucho menos Mauricio Macri, Diego Santilli o Karen Reichardt. A menos de 20 días de las elecciones legislativas que van a definir su futuro, a Javier Milei ya no hay quién lo salve. El blindaje que Luis Caputo suplica en Washington en negociaciones interminables y opacas con el Tesoro de Estados Unidos tal vez pueda concluir con éxito para Milei, con una inyección de fondos de algún tipo que logre calmar la sed de los fondos de inversión. Pero nadie sabe cuánto puede durar la tregua porque Milei viene de consumir en tiempo récord el efecto placebo de los tuits de Bessent y la foto con Trump en Nueva York. Además, la consultora Anker acaba de quemar el 60% de los fondos que el Tesoro argentino logró comprar tras la ofrenda de las retenciones cero para las grandes cerealeras.
Algo es seguro: el salvataje que consigan Milei y Caputo con sus ruegos en Estados Unidos no alcanza para modificar la percepción social mayoritaria que advierte a un gobierno que no da respuestas o directamente gobierna para Wall Street en base al sometimiento de millones de argentinos.
Acorralado por el narcoescándalo de Espert, a la defensiva en el Congreso, con una parte de sus aliados que se alejan en forma irremediable y con un proceso recesivo que se combina con una inflación que vuelve a subir, el cosplayer disfonico del rock nacional llega a las elecciones de medio término en una situación que nunca imaginó y lo vive como una pesadilla. La extradición tardía de Fred Machado que decidió la Corte Suprema y habilitó el presidente no revierten el descrédito social ni curan las heridas hacia el interior del oficialismo donde la mismísima hermana del presidente cuestiona a su hermano por haber comprado el paquete Espert. La desconfianza es absoluta y todo está supeditado a lo que pase el 26 de octubre.
Si la paliza del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires empujó a la extrema derecha a una emergencia de la que hasta hoy no tiene forma de salir, el único recurso que puede revitalizar a un gobierno debilitado al máximo es un buen resultado en las legislativas nacionales. El problema es que, en casi 2 años de gestión, Milei no ofreció motivos concretos para que los 14 millones de personas que lo votaron en el balotaje de 2023 le ratifiquen la confianza. Desde que comenzó el calendario electoral, la Libertad Avanza sufrió una involución en las elecciones y quedó reducida a una fuerza que ronda el 20 % de los votos y sólo en forma excepcional asciende al 30% como en la ciudad y la provincia de Buenos Aires.
Las razones del voto castigo fueron sobre todo económicas: contra la caída del poder adquisitivo, contra el derrumbe del consumo, contra el ajuste a los sectores más vulnerables, contra el festival de importaciones, contra el dólar barato que perjudica a los sectores exportadores y a la industria, contra la destrucción de empleo. Si a eso se le suma el regreso de la inestabilidad porque se acabaron los dólares que el gobierno no quiso acumular, la situación es cuesta arriba para el oficialismo.
Por eso, Milei tiene una sola carta para recuperar aire y afrontar con algo de margen el día después, cuando casi todos esperan una devaluación: apostar a que la fuerza histórica del antiperonismo genere una afluencia masiva a las urnas para frentar la posibilidad de que el peronismo, en alguna de sus formas, vuelva al poder. Una reacción que convierta a las generales de octube en una segunda vuelta con respecto a septiembre. Lo que sirvió de amalgama para que Argentina alumbrara una alianza antikirchnerista con Macri como líder en 2015, lo que ayudó al ex presidente a una remontada sorprendente en 2019 después de un final de mandato traumático a pura devaluación, lo que le dio la victoria a Milei contra Sergio Massa en la segunda vuelta de 2023. Una fuerza ideológica, visceral, despegada de la realidad y aferrada a una creencia que comparten amplios sectores sociales. La idea de que cualquier cosa, incluso la ruina generalizada, es preferible antes que el regreso del peronismo al gobierno nacional. A esta hora, con las evidencias sobre la mesa, es lo único que puede salvar al ex panelista.
