Con una agudización de la crisis económica y política por su confrontación con el expresidente Evo Morales, Luis Arce cumple cuatro años en el poder en medio de presiones políticas, sociales y empresariales por la escasez de alimentos, dólares y combustibles y con una inflación acumulada a octubre de 7,26%. El mandatario arranca su último año de Gobierno, que se prevé turbulento. Análisis desde La Paz.
Luis Arce asumió la Presidencia el 8 noviembre de 2020 con la imagen de haber sido el gestor de la bonanza que vivió Bolivia en parte durante el Gobierno de Evo Morales (2006-2019). Y así, comenzó despertando expectativas positivas de recuperación económica tras la pandemia, pero actualmente su Administración y el modelo estatista que aplica son objeto de cuestionamientos debido a la crisis económica y energética que se agravan a diario.
En su disputa con Morales, que parece no tener fin, Arce comienza el último año de su Gobierno tras haber logrado esta semana que el Ejército y la Policía desbloquearan por completo las carreteras de la zona central de Cochabamba que los seguidores del líder indígena cortaron por 24 días.
Según el Ejecutivo, en 2024 las protestas de los sectores afines a Morales causaron al país pérdidas por 4.000 millones de dólares, de los que 2.200 millones corresponden a los últimos bloqueos, casi el 5% de Producto Interior Bruto. Además, el reciente conflicto dejó un centenar de heridos e igual número de detenidos tras los enfrentamientos entre manifestantes y agentes de seguridad.
Pero, además, los bloqueos, según el Gobierno, fueron la causa de que la inflación acumulada a octubre se sitúe en 7,26 %, una cifra que dobla el 3,6 % previsto para el 2024.
Con las protestas, Morales y sus afines demandaron al Gobierno soluciones a los problemas económicos, pero también que el mismo exmandatario sea habilitado como candidato a la Presidencia en 2025 y que, además, se retiren los procesos en su contra, entre ellos uno por supuestos abusos a una menor cuando fue presidente.
Morales incluso hizo una huelga de hambre que duró cinco días y suspendió la noche del jueves 7 a la espera de una reunión entre los dirigentes sociales que le apoyan y el Gobierno con la mediación de la Defensoría del Pueblo.
La pelea entre los líderes de la izquierda boliviana por la candidatura oficialista ha ido escalando durante este año hasta llegar al punto de que Morales acusó a Arce de un intento de magnicidio cuando hace dos semanas un grupo de agentes tiroteó los vehículos en que viajaba en la zona del Chapare.
El Gobierno negó la denuncia y acusó al dirigente de evadir un puesto antidroga y haber sido él quien disparó a un vehículo policial. Pese a la gravedad de las acusaciones mutuas, las mismas no han sido investigadas oficialmente por las autoridades.
Así, el 2024 pasará a la historia como el año más difícil para Arce por las constantes presiones y protestas sociales por la falta de dólares y combustibles en las ciudades y en el campo, también por un alzamiento militar que intentó un golpe de Estado en junio pasado, y por los peores incendios forestales en décadas que sumaron la destrucción de diez millones de hectáreas en la Amazonia y el oriente del país.
Para completar, el Banco Mundial ha ratificado que su previsión de crecimiento para Bolivia es de 1,4 % en 2024.
“Las opciones electorales de Arce son ínfimas”
Pese a las circunstancias adversas, Arce, al igual que Morales, aspira a ser el candidato del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) en los comicios previstos para el 17 de agosto del 2025.
No obstante, para el analista político Vladimir Torrez, las opciones electorales de Arce se han reducido en los dos últimos años por el desgaste en la pelea con Morales y por causa de la crisis económica.
“Me parece que las opciones electorales de Luis Arce son ínfimas, yo diría nulas (…) Me parece que no tiene el tiempo, no tiene los recursos, no tiene el músculo social y no tiene la estrategia para revertir esa situación”, dice el experto.
También considera que en la pelea de los dirigentes masistas “no hay un ganador, sino hay dos perdedores que están naturalmente desgastados y brutalmente deslegitimados respecto al resto de la población”.
Pero, además, estudios de opinión difundidos recientemente han mostrado el pesimismo y las expectativas negativas de la gente sobre la gestión de Arce y la situación política y económica del país.
Por ejemplo, el Estudio Delphi, de la Fundación Friedrich Ebert, que recoge la opinión de 111 líderes de opinión del país, mostraba a fines de octubre que un 88,3 % opina que el país “va por mal camino”.
Además, un 37,8 % “desaprueba mucho” la gestión del presidente, y un 34,2 % la “desaprueba”, indica el estudio.
Un 49,6 % dice que la situación económica es “mala” y un 29,7 %, que es “muy mala”.
Por otro lado, una encuesta de la consultora Cies Mori, difundida en octubre y realizada a 1.200 personas, indica de forma coincidente que un 94 % considera que “el país va en la dirección incorrecta”.
El mayor problema de Bolivia es la falta de divisas para comprar combustibles y financiar las importaciones, una situación que, según admitió Arce, fue producida por la baja en las exportaciones de gas natural. En 2014, las ventas de gas sumaron 6.000 millones anuales, y en 2023, llegaron a situarse en 2.000 millones anuales.
Al respecto, Arce ha acusado al expresidente Morales de no haber cuidado la nacionalización de los hidrocarburos y no haber fomentado la exploración, pero él mismo fue uno de los ministros decanos de los gobiernos del dirigente indígena y quien aplicaba el modelo estatista.
Por la escasez de dólares y de combustibles, el mandatario soporta cuestionamientos de parte de empresarios, transportistas y comerciantes. De su parte, los ecologistas también lo han criticado porque este año los incendios forestales quemaron 10 millones de hectáreas.
¿Capítulo final en la pelea Arce-Morales?
Para el politólogo Marcelo Arequipa, la pelea Morales-Arce está llegando a su capítulo final porque el país prácticamente está viviendo un año electoral a la vista de los comicios previstos para el 17 de agosto de 2025, y porque el Movimiento al Socialismo (MAS) necesita tener certezas sobre su futuro y superar el vaivén de los golpes que se asestan los líderes en la disputa.
A su juicio, en el actual escenario, Morales ni electoral, ni políticamente “es un figura viable porque no hay un acto de magia que lo reconcilie con las clases medias” y porque las denuncias en su contra “son muy delicadas”.
Por otra parte, Arequipa cree que Arce, “con todo lo que está ocurriendo en la economía, probablemente, deba repensar seriamente la idea de no ser viable electoralmente”.
El experto agrega, no obstante, que “políticamente, Arce puede seguir teniendo vigencia porque no hay elementos que lo puedan sepultar”, como es el caso de las denuncias de índole sexual surgidas contra Morales.
Según Arequipa, pese a la crisis, la gente en las calles no está pidiendo a Arce un acortamiento de mandato y puede acabar su gestión constitucional, pero asumiendo los desafíos “titánicos” que le plantea la economía.
Sin embargo, en su criterio, esas medidas económicas deben ser progresivas y no de shock porque se trata de un gobierno que está acabando su mandato.
En ese sentido y por razones políticas, el Gobierno descartó pedir ayuda económica al Fondo Monetario Internacional, pese a las insistentes peticiones en ese sentido de parte de la oposición y empresarios.
Como otros analistas, Arequipa también cree que puede surgir una tercera opción en el partido oficialista como, a su juicio, representaría el reelecto presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, un politólogo y dirigente cocalero afín a Morales, que el 11 de noviembre cumplirá 36 años.
Por France24