Las inquietantes premoniciones para nuestro país que permite imaginar la traumática experiencia del expresidente brasileño Fernando Collor de Mello.
Estimado lector, permítame llevarlo a un paseo en el De Lorean por el Brasil de final de los años 80 y comienzos de los 90.
En las elecciones presidenciales de 1989 en Brasil, el entonces gobernador del Estado de Alagoas Fernando Collor de Mello derrotó al candidato del partido de los Trabajadores-PT Luiz Inácio “Lula” Da Silva por un margen de seis puntos en la segunda vuelta electoral.
El candidato triunfante se presentó ante la sociedad como un líder nuevo, ajeno a la clase política tradicional –Los “Marajás” en los términos del propio Collor de Mello, la casta política diríamos hoy–, y propuso un profundo programa de reforma y modernización de la economía de Brasil y un nuevo tipo de relación directa con la sociedad, por encima de las mediaciones del sistema político.
La experiencia del expresidente de Brasil es sumamente representativa de los costos implicados en la elaboración de políticas públicas a través de medidas provisorias, cuando el partido o coalición del Presidente carece de suficiente apoyo en la Legislatura. En el afán de ir más lejos que sus antecesores, el mandatario brasileño no solo intentó frenar la inflación, sino también implementar un profundo plan de cambio estructural que incluía un modelo agresivo de privatizaciones y de reformas en el sector público.
El escaso éxito de las medidas de estabilización tendría como consecuencia la erosión del apoyo político del presidente, de manera particular en relación con las reformas estructurales propuestas, abarcando el proceso de desencanto inclusive a aquellas reformas llevadas a cabo de manera exitosa, como fue el caso del programa de liberalización comercial.
La incapacidad para la construcción de mayorías estables que permitieran garantizar la gobernabilidad democrática, producto de un estilo excluyente de decisión política, y los escasos resultados que acompañaron a la gestión presidencial de Fernando Collor de Mello, como resultado de la puesta en marcha de esta estrategia política, tuvieron también repercusión en la evolución de su imagen ante la opinión pública.
De acuerdo con los resultados de la encuestadora DataFolha mientras que al momento de asumir el gobierno el porcentaje de ciudadanos con expectativas positivas de la gestión del expresidente se encontraba en el orden del 71 por ciento, este porcentaje fue descendiendo al 36 por ciento a los tres meses de gobierno; 34 por ciento a los seis meses; 23 por ciento al año de gobierno; 18 por ciento al año y medio; 15 por ciento a los dos años; y 9 por ciento de expectativas positivas a los dos años y medio de gestión presidencial.
Fue en estas condiciones, y en medio de un escándalo de corrupción por tráfico de influencias, que se desarrolló el proceso de Juicio Político que llevó primero a la suspensión de Fernando Collor de Mello en el mes de septiembre, y finalmente a su destitución e inhabilitación para ocupar cargos públicos por el término de ocho años, en diciembre de 1992.
Sobre la base de un severo diagnóstico de la crisis argentina en el discurso inaugural de su gestión presidencial el 10 de diciembre de 2023 –definida, una vez más, como la más grave de toda la historia–, Javier Milei ha propuesto a la sociedad un programa de transformación radical de la economía, la sociedad y el sistema político, con escaso apoyo en las instituciones legislativas, el veto de diferentes organizaciones sociales y un respaldo condicional de los mercados y la opinión pública.
La “ley ómnibus” resultante, un texto original de 350 páginas y 664 artículos contenidos a lo largo de dichas páginas denominado “Bases y Puntos de Partida para La Libertad de los Argentinos” presentada ante la Asamblea Legislativa, ha naufragado en medio de problemas de praxis política de un inexperto oficialismo, las desavenencias con una oposición proclive a lograr acuerdos con el oficialismo, el veto de la oposición del kirchnerismo, y un fuerte rechazo de las organizaciones sociales con control de la calle.
La experiencia de la década de los 90 nos pone a disposición cuatro diferentes desenlaces de experiencias reformistas emblemáticas: el de Carlos Menem –reelección vía acuerdo con la oposición–, el de Alberto Fujimori –autogolpe y reelección–, el del propio Fernando Collor de Mello –impeachment–, y el de Abdalá Bucaram –destitución y declaración de inhabilidad–.
¿Cuál de esos cuatro desenlaces será el que finalmente defina la gestión presidencial de Javier Milei?
Parafraseando al célebre pensador Karl Marx la historia en América Latina se repite dos veces, una como tragedia y otra como farsa.
Por Santiago Leiras-Cientista político y profesor asociado de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Doctor en América Latina Contemporánea por el Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset (España).