Gobierna “un servidor de pasado en copa nueva”
“Achicar el Estado es agrandar la Nación”.
José Alfredo Martínez de Hoz
Ministro de Economía de la última dictadura (1976 – 1981)
Incertidumbre en todo el arco político y gremial
Al cabo del peor gobierno peronista de la historia, Mauricio Macri llega a la asunción de Javier Milei manteniendo prudente distancia, y decidido a presidir el PRO en la convicción de que, al mes de asumir, el presidente electo deberá renovar su gabinete y le pedirá auxilio a él. La jugada del ingeniero para mantener centralidad política, pese a haber sido excluido del nuevo esquema de poder será, por ahora, el repliegue.
En tanto, manejándose con autonomía respecto de su viejo referente, Patricia Bullrich deja la jefatura del partido para abrazarse a los libertarianos aportándoles 50 nombres de su confianza.
Por su parte, el radicalismo, furioso con Victoria Villarruel, en la convicción de que la vicepresidenta electa es la “más antirradical” de La Libertad Avanza, no descarta un acuerdo tácito con el peronismo para quedarse con las secretarías administrativa y parlamentaria del senado.
Mientras, en las filas del gobierno entrante ya consideran a la abogada de genocidas como una “mancha venenosa”, y la corren de la mesa chica donde se toman las decisiones ejecutivas, confinándola en un rol meramente formal, lo cual – contra lo que esperan sus adversarios – tal vez más bien la preserve del primer tramo de gobierno para permitirle librar futuras batallas mejor posicionada.
En el plano diplomático, mediante nota dirigida a la cancillería, Nicaragua resolvió retirar a su representante local, mientras el presidente brasileño rechazó la invitación a la asunción de Milei y envió a su Canciller. A su vez, los actuales presidentes de Estados Unidos y de México, Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador, declinaron la invitación. Según indicó la canciller, Diana Mondino, el estadounidense se disculpó e informó que “estará de viaje”.
Habiendo arengado a la ciudadanía a su jura como nuevo presidente de la Argentina, el líder de La Libertad Avanza eligió la movilización como marco de una serie de actividades organizadas por Jorge Faurie, ex canciller durante la gestión de Cambiemos, quien tuvo a su cargo la tarea de ceremonial y protocolo del traspaso presidencial.
Estuvieron presentes en la asunción los presidentes de Uruguay, Luis Lacalle Pou; el de Chile, Gabriel Boric; José Antonio Kast, ex candidato presidencial chileno; el primer mandatario de Paraguay, Santiago Peña; el Rey Felipe de España; el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán; y el presidente de Ucrania, Volodomir Zelensky, único agasajado con el candelabro de siete velas vinculado con la festividad de Hanukkah.El ex presidente de Brasil,Jair Bolsonaro, asistió con una comitiva integrada por más de 60 dirigentes brasileños, entre gobernadores, diputados, senadores, miembros de su familia y círculo más íntimo. En otras palabras, asistió principalmente la flor y nata de la ultraderecha global. Sólo una lectura ingenua podría suponer que se trata de una mera formalidad.
Terminada dicha ceremonia, cuyas firmas Milei rubricó con la frase “¡Viva la libertad, carajo!”, se dirigió a las escalinatas del Congreso para su primer discurso como Presidente. A diferencia de sus antecesores, no habló ante la Asamblea Legislativa, sino frente a la Plaza de los Dos Congresos, donde lo esperaba un número de asistentes muy por debajo del esperado (turbinadxs para ovacionar cada anuncio del Primer Mandatario repitiendo el mantra macrista de “si, se puede”, y hasta pidiendo a los gritos “más policía”, cuando se aludió al tema de seguridad), puesta en escena que simuló dar la espalda a “la casta”, en procura de licencia social para ejecutar un mega ajuste de 5% del PBI.
Toda la zona contó con un riguroso vallado de seguridad. El nuevo jefe de Estado pronunció un fuerte mensaje que, enalteciendo la figura de Julio Argentino Roca como el mejor Presidente de la Nación, reivindicó la Constitución de 1853 redactada con la sangre del criollo y del indio tras la Campaña del Desierto y la expansión de la frontera agropecuaria impulsada por la oligarquía local. Su intervención, de neto corte reaccionario, subrayó lo que considera como un parteaguas en la historia nacional, donde no faltaron las descripciones de la situación que recibe, en términos económicos y sociales, ni las ideas y propuestas para el futuro, poniendo énfasis – como se esperaba – en una drástica reducción del déficit fiscal con epicentro en el Estado, así como en la limitación de la emisión monetaria, a la que responsabiliza de ser causa principal de la inflación. En síntesis, su discurso no hizo más que anunciar calamidades, dado que lo que describió como “el último mal trago para comenzar la reconstrucción de la Argentina”, incluyó la ratificación de la estanflación, un mega ajuste, la reducción de salarios, y el incremento de la pobreza e indigencia. Las cartas están sobre la mesa. No se puede acusar a Milei de esgrimir un doble discurso: “El que corta la calle no cobra”, sentenció, dando por abolido el derecho a la protesta social.
Pasado el mediodía, se dirigió a la Casa Rosada a bordo de un auto descapotado, permanentemente flanqueado por su hermana. Se había barajado la posibilidad de que fuera en el Cadillac que compró Juan Domingo Perón en 1955, vehículo que ya fue utilizado por otros presidentes como Raúl Alfonsín, Carlos Menem o Fernando De la Rúa, pero esa posibilidad fue descartada, ya que aquel rodado, desde enero de 2018, tras su restauración, permanece en el Museo del Bicentenario, y sacarlo de allí iba a ser logísticamente muy complejo.
Ya en la sede del gobierno nacional, el presidente en ejercicio recibió a los mandatarios extranjeros, y tomó jura a lxs ministros en el Salón Blanco de la Casa Rosada, suspendiendo su transmisión por Cadena Nacional, lo cual produjo gran insatisfacción entre los medios de prensa acreditados. El futuro gabinete contará, en principio, con 9 carteras. Diana Mondino(Canciller), Guillermo Ferraro (Infraestructura), Sandra Petovello (Capital Humano), Patricia Bullrich (Seguridad), Luis Petri (Defensa), Guillermo Francos (Interior), Luis “Toto” Caputo (Economía) – quien ya se reunió con el Banco Mundial, que le ofreció asistencia para contener la situación social – Mariano Cúneo Libarona (Justicia), y Mario Russo (Salud)
No hubo mensaje oficial desde los balcones de Balcarce 50, a diferencia de otros presidentes. Tampoco festivales para homenajear al nuevo como, por ejemplo, tuvo hace cuatro años Alberto Fernández. Así, luego de la jura formal del gabinete que lo acompañará, tuvo lugar un cocktail especial, y luego el mandatario y su círculo de confianza se trasladó al Teatro Colón para presenciar un potpurrí de piezas musicales.
En un marco de absoluta improvisación, la jornada cerró sin designación de un titular a cargo del Banco Central y con sospechosas dilaciones en la conferencia de prensa del flamante Ministro de Economía.
Pese a que en los últimos días Milei moderó su discurso, cajoneó algunas propuestas de campaña, y muteó a algunxs de sus conmilitones para generar gobernabilidad a contrarreloj, aún conserva bastante debilidad parlamentaria, y no las tiene todas con él para gobernar a sus anchas.
Pero no son solo parlamentarios los obstáculos con que se toparán los libertarianos. Bajo la consigna “son 30.000, es genocidio”, en su reciente Marcha de la Resistencia, las Madres de Plaza de Mayo aseguraron que “van a seguir en la calle” al igual que hace “47 años”.
Además, dado que el estudio Bruchou & Funes de Rioja (viejo impulsor de una reforma laboral que pone el eje en la desregulación, el fin de las indemnizaciones y la disminución de la litigiosidad) participó del diseño del apartado laboral de la Ley Ómnibus a punto de sancionarse, el economista anarco – libertariano inaugura su gobierno consciente de que, así como cuenta con un puñadito de aliados en el mundo sindical, tendrá unos cuántos opositoresque se juramentaron en frenar sus medidas de gobierno y que se identifican con Cristina Kirchner: además de Pablo Moyano, en ese pelotón están Sergio Palazzo, de bancarios; Mario Manrique, de SMATA, quien asume su banca de diputado nacional; Abel Furlán, de la UOM; José Voytenco, de trabajadores rurales; Pablo Biró, de pilotos, y Hugo Yasky, el titular de la CTA kirchnerista, entre otros. Podrían sumarse dirigentes estatales o de empresas públicas que sufran ajustes o despidos: por ejemplo, los líderes de los sindicatos ferroviarios (como Sergio Sasia, de la Unión Ferroviaria, y Omar Maturano, de La Fraternidad), aeronáuticos (como Juan Pablo Brey, de aeronavegantes, y Edgardo Llano, de APA) o marítimos (como Juan Carlos Schmid, de Dragado y Balizamiento, y Raúl Durdos, del SOMU)
Más rechazo tendrá Milei entre los exponentes sindicales del sector combativo o de izquierda. Uno de ellos es Hugo “Cachorro” Godoy, titular de la CTA Autónoma, quien acaba de calificar al gobierno libertariano como “una experiencia neofascista peligrosísima”.En el mismo andarivel se mueve el nuevo jefe de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), Rodolfo Aguiar:“…la casta está de fiesta y los trabajadores mortificados – acaba de declarar – Ninguna de las medidas que se anticipan son beneficiosas para los sectores populares y tocarán derechos adquiridos”.
En esa trinchera antimileísta también se ubican el líder del Sindicato Único de Trabajadores del Neumático (SUTNA), Alejandro Crespo, un reconocido cuadro del Partido Obrero, y el flamante titular de la UTEP, Alejandro “Pelusa” Gramajo, del Movimiento Evita, quien debutó con una advertencia que comparten otras organizaciones sociales: “Vamos a ser solidarios con todos los sectores que sufran el ajuste y vamos a estar acompañando cada una de las peleas”. Apenas comienza a gobernar, Milei ya tiene enemigos declarados en el sindicalismo. Otro crucial desafío para una época inclemente en un país que encara un cambio de inusual magnitud.
La promesa de Pablo Moyano acerca de responder al discurso de asunción presidencial ganando las calles, así como la manifestación prevista por el movimiento piquetero conjuntamente con sectores gremiales y organismos de DDHH para conmemorar las jornadas del Argentinazo de 2001, exigen repasar declaraciones del flamante Ministro de Seguridad Porteño, Waldo Wolff, quien manifestó “Estamos convencidos de que si el Ministerio Público Fiscal labra las actas que corresponde, si la ley de reiterancia se aplica, si con las fuerzas federales en conjunto logramos controlar los accesos y si quitamos los intermediarios, vamos a ser una ciudad normal con las manifestaciones que tiene una ciudad normal, y no siendo la capital del piquete”.
En consecuencia, el paquete de medidas económicas a punto de aplicarse permite deducir que la mesa está servida para que los tiempos por venir estén signados por una enorme tensión social.
“En medio del camino de la vida me encontré en selva oscura,
porque la recta vía era perdida” (*)
Ganando perspectiva respecto del escenario descripto, diremos que a escala global parecería estarse produciendo un ocaso de las formas conocidas de organizar la economía, la política, y las creencias sociales.
Algunos analistas coinciden en describir ciclos históricos de acumulación/dominación de entre 40 y 60 años de duración. Sin ir más lejos, según el propio Banco Mundial, todas las fuerzas que motorizaron el progreso durante los últimos 30 años se están desvaneciendo.
Si nos detenemos a considerar de un siglo y medio para acá, advertiremos que las sociedades han pasado por varios de esos ciclos, los cuales – pese a sus particularidades – exhiben denominadores comunes.
Ahora el mundo vive el ocaso de uno de esos ciclos, y el consiguiente caos sistémico. En un tiempo más habrá de definirse si culmina con una consolidación/profundización del capitalismo, o con alguna perspectiva alternativa.
Repasando el período consignado, advertiremos que, desde la segunda mitad del Siglo XIX (+ o – 1860) hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial (1914/15) hubo un ciclo liberal.
Al cabo de su declive, desde los años 30/40 hasta principios de los 70s, tuvimos un ciclo desarrollista, el del llamado Capitalismo de Estado, que generó los Estados de Bienestar.
A ese le siguió el ciclo neoliberal, que arrancó hacia 1980, asociado al thatcherismo/reaganismo, y comenzó a caducar con la recesión de 2010. Entre 1980 y 2005, todo el orden político y moral estuvo regido por una serie de principios básicos que alentaban el destino imaginado e inevitable del curso de las sociedades. El libre mercado como un modo de administrar los recursos en el cual hallar tarde o temprano un nicho de oportunidades, la globalización como realización universal, la teoría del derrame de la riqueza de los poderosos sobre los desposeídos. Un Estado magro y con déficit fiscal cero. Ese era el orden hegemónico no solo impuesto por el poder político y económico mundial, sino también avalado tanto por los sectores dominantes como por buena parte de lxs dominadxs. El mundo tenía dirección, las sociedades un futuro “inevitable”. Se contaba con ciertas certezas y un horizonte realizable.
Solapándose con el período anterior, en el clivaje entre el Siglo XX y el XXI, Nuestra América comenzó a desmarcarse del contexto imperante, optando por ampliar derechos y explorar modelos económicos heterodoxos, durante lo que se dio en llamar el ciclo progresista, constituido por experiencias post neoliberales de intensidad desigual. Hay consenso desde el pensamiento crítico en que la ausencia de transformaciones estructurales de fondo ha determinado que su tímido rebrote en la segunda década del siglo en curso ya no le haga ni cosquillas al sistema y, en pleno tránsito del globalismo al nacionalismo económico, se produzcan también regresiones anacrónicas como la que en este momento procura retrotraer a nuestro país a una etapa previa a la sanción de la Ley Sáenz Peña.
Vivimos pues un momento de transición, circunstancia en la que se produce el ocaso de los dioses que rigieron nuestro destino hasta ahora y el viejo orden se resquebraja, perdiendo así todo su poder de seducción. Ese trance de frustración y escepticismo colectivo atravesamos hoy. Una instancia sujeta a nuevos entusiasmos breves y desencantos subsiguientes. A esa suerte de impasse el marxista corso Antonio Gramsci le llamaba interregno. Desde luego, para quienes han vivido apegados a firmes convicciones, no es sencillo ponerlas en cuestión ni necesariamente rápido el entendimiento y asimilación del escenario en ciernes, ni la creación de una nueva caja de herramientas útiles para lidiar con él.
Recapitulando, estamos en un punto de inflexión, sí, pero tal vez no tan inédito como se lo interpreta. Aquel Perón emergido del mundo militar, que respondió a una Década Infame signada por el “voto patriótico”, encausando al movimiento obrero emergente con la consigna “del trabajo a casa y de casa al trabajo”; un caudillejo riojano que remontó los saqueos provocados por la inflación alfonsinista; o el Kirchner que, llegado del remoto sur, interpretó como nadie la crisis del neoliberalismo fragmentando a las organizaciones rebeldes y a los organismos de DDHH, y cooptando a buena parte de dichos sectores, a su modo también fueron outsiders que, cuando el sistema crujió, hicieron su contribución a la reconstrucción de la gobernabilidad burguesa para que la situación no desmadrara poniéndolo en jaque. Ahora le toca intentarlo a esta suerte de neomenemismo. Pero no puede asegurarse que lo conseguirá.
Por lo pronto, a la militancia popular se le impone analizar cómo viene impactando la política imperialista en un país como el nuestro en circunstancias en que despunta un mundo multipolar. En tal contexto, EEUU buscará rearmar su poder sobre nuevas bases de recolonización de Nuestra América. Existen indicadores sólidos acerca de que Argentina podría jugar en la región un rol equivalente al de Israel en Medio Oriente. Más aun partiendo del alineamiento internacional proclamado por el presidente electo, quien puso su asunción bajo la advocación de una efeméride de tradición hebrea, y se propone trasladar la Embajada Argentina de Tel Aviv a Jerusalén, en tanto que su contrincante electoral prometía colocar a Hamás dentro del Eje del Mal.
Ante semejante panorama, resulta alarmante la escasa gravitación de las fuerzas antisistémicas. Sin ir más lejos, a muchas que hacen profesión de fe en tal sentido les cabe revisar hasta qué punto, por acción u omisión, fueron funcionales a este statu quo, entrando en el círculo vicioso del crónico reclamo de asistencia estatal, en lugar de privilegiar una verdadera – y no declamada – construcción de poder popular destinado a privilegiar la creación de trabajo sin patrón en las barriadas, contribuyendo así a la reconstrucción de una materialidad de la vida hoy amenazada por el modelo imperante, dado que quien no come ni está en condiciones de aportar un mínimo de bienestar a su familia mal puede comprometerse con un proyecto emancipador.
Todo ello pone de manifiesto que tanto la izquierda como las fuerzas llamadas progresistas – que han abolido el concepto de Revolución adoptando el de Cambio Social, pasible de servir incluso para describir al que marca la nueva etapa ultraliberal que se abre en el país – llevan la peor parte en una batalla cultural en la que por ahora el poder corre con inusual ventaja. Volver a incidir sobre las mayorías demanda, entre otras cosas, poner en tela de juicio los presupuestos de la modernidad que campearon a lo largo del Siglo XX e interpretar con máximo rigor los que demanda el Siglo XXI.
Lo importante es no perder de vista que la derrota del campo popular es circunstancial y no estructural – ya que este cuenta con un acumulado experiencial que no tardará en ponerse de manifiesto -, y entender que el momento que atraviesa el capitalismo, en el marco de la transición hegemónica global, es propicio para la realización de grandes cambios.
Como sostiene el filósofo boliviano Rafael Bautista, “cuando ya no se espera nada más, es cuando aparece la esperanza verdadera”. –
Por Jorge Falcone-La Gomera de David