Para la erupción de la conspiranoia oficialista, la vicepresidenta Victoria Villarruel y el expresidente Mauricio Macri ratificaron en privado que sostendrán el acuerdo alcanzado entre ambos para promover a un senador del PRO al frente de la bicameral de Inteligencia, una comisión crucial ante la SIDE recargada que alumbró el Gobierno y con un presupuesto quintuplicado en tiempos de “no hay plata”.
Ambos dirigentes habían pactado que Martín Goerling presidiera la bicameral. Sin embargo, en los últimos días, el asesor premium Santiago Caputo –el cerebro en la reformulación de los servicios de inteligencia y en gran parte de la acción gubernamental– le transmitió al senador PRO que el sillón principal iba a ser ocupado por el peronista Edgardo Kueider.
Al entrerriano Kueider el oficialismo le sigue brindando tributo por su voto a favor de la ley Bases y del paquete fiscal. Además de hacerle un guiño para designaciones en la onerosa comisión mixta que controla Salto Grande (se cobra en dólares), qué mejor que lidere el grupo legislativo que va a fiscalizar las actividades y la montaña de fondos discrecionales de la SIDE que maneja Caputo, que es quien lo apadrina junto a Karina Milei. Cierra por todos lados.
“Es una comisión clave para la reforma que estamos haciendo y corresponde que el Ejecutivo interceda por quien creamos más apto. No importa lo que arregló Villarruel”, argumentó sin eufemismos una fuente oficial al tanto del cortocircuito. El chispazo se suma al fuego desatado entre la mesa chica presidencial (Javier Milei, su hermana Karina y el asesor Caputo) y la vice en los últimos días.
Las primeras llamas de este incendio habían surgido al final de la campaña electoral y jamás se apagaron. Las sobreactuaciones de fotos y videos del Presidente y la vicepresidenta en el Congreso, en la Casa Rosada o a bordo de un tanque militar expusieron cuánto había para simular. Es de prever que se repita este domingo si finalmente ambos se encuentran en la inauguración oficial de la exposición rural en Palermo. Acaso con eso traten de tapar el papelón de utilizar la cumbre del viernes con Emmanuel Macron en París para volver a escrachar a Villarruel y escalar la guerra interna. Nunca visto.
Justamente uno de los tantos pases de factura que se hacen (y que han sido repasados en varias oportunidades en este espacio) es que a Villarruel le endilgan que su agenda paralela incluyó reunirse con Macri sin conocimiento de Milei. “Nada hice sin que lo sepa quien lo tiene que saber”, fue la forma que eligió la vice para intentar despejar intrigas. Nunca lo consiguió.
Villarruel siente que la mesa chica mileísta la traicionó, al dejarla afuera del Poder Ejecutivo (ni siquiera le asignaron alguna oficina en Balcarce 50) y relegarla en las decisiones sobre seguridad, Fuerzas Armadas e inteligencia, donde en teoría tenía algún expertise.
Igual, de algo le valen los contactos. Como se informó en este espacio de PERFIL, Villarruel presume que sufre espionaje. El aviso le habría llegado por una doble vía. Por un lado, un jefe militar retirado con experiencia en el área de inteligencia. Por otro, un comandante de Gendarmería que ocupó espacios jerárquicos durante la convulsionada AFI macrista, en la que se sucedieron nutridos escándalos de espionaje ilegal a propios y ajenos.
Ese interés por los servicios también aúna a Villarruel con Macri. Y ciertas intrigas. El expresidente recibió en el inicio del otoño el alerta de algún tipo de seguimiento. A través del entonces jefe de la AFI libertaria, Silvestre Sívori, y de su superior, el jefe de Gabinete Nicolás Posse, se le brindó tranquilidad. Llamativo que voces oficiosas inculparan a Posse de espionaje ilegal como una de las razones de su despido y que él replicara que lo echaron por negarse a hacerlo. La historia juzgará.
Al igual que Villarruel, Macri no tiene sintonía con Karina M y el pistolero Caputo. Antes que X le bloqueara su cuenta fantasma, al hacer un amenazante alarde de armas contra periodistas, tuiteros y políticos, el asesor premium había reprendido al líder del PRO tras su reclamo de la coparticipación pendiente para CABA: “Al señor desesperado por cajas y resortes de poder que habla con todos los popes del periodismo nacional viendo cómo rayar al Gobierno, le queremos decir que se adapte o muera. Su tiempo ya pasó. Hoy cosechan diez años de malas decisiones. Las advertencias fueron debidamente presentadas”.
Al expresidente le preocupan ciertas señales que da el asesor Caputo en el megarrearmado de los servicios de inteligencia. Una es la autoasignación de más de $ 100 mil millones de presupuesto, que implica multiplicar por cinco lo que originalmente ya había aumentado Posse. Otra es sumar la coordinación con la inteligencia de las fuerzas de seguridad que comanda su enemiga íntima, Patricia Bullrich. ¿Coordinará con Caputo para ir contra Macri o la posible rispidez con el asesor por esos manejos la acercará a su exlíder? ¿Qué papel juega en esa estrategia el intento de promover a la Corte Suprema al controvertido juez federal Ariel Lijo?
Al respecto, el presidente del PRO ya tomó nota de una designación incómoda, la de José Luis Vila al frente de la Secretaría de Estrategia Nacional. Radical de origen alfonsinista, llega al cargo de la mano del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y con la anuencia de Caputo, que tiene contacto habitual con Enrique “Coti” Nosiglia y Emiliano Yacobitti, referentes de la UCR porteña. ¿Será ese el motivo del creciente interés de Martín Lousteau en formar parte de la bicameral de Inteligencia?
Vila estuvo el miércoles en el coqueto palacete de la calle Libertad al 1200, donde funciona la Escuela de Inteligencia Nacional, ahora dirigida por su amigo Juan Bautista “Tata” Yofre, para asistir a la asunción de los principales mandos de la nueva/vieja SIDE, liderados por Sergio Neiffert, cercano a Caputo. Apunte al pasar: entre los selectos invitados a la ceremonia de asunción estuvo Daniel Parisini (a) GordoDan, uno de los alfiles de Caputo en la jauría digital, de acceso habitual a la Casa Rosada y “marcador” de funcionarios y tuiteros a hostigar. Aunque no está designado en cargo alguno, le adjudican recibir más que palmadas en la espalda por sus servicios. Con fondos reservados. No es el único, claro.
Volvamos a Vila. Estuvo vinculado al organismo desde el alfonsinismo y, acá va el antecedente que inquieta a Macri, denunció a la AFI macrista de espiarlo: en 2018 dejaron un artefacto explosivo sin detonar en la puerta de la que era su vivienda en Recoleta. Obra de la banda de espías “Súper Mario Bros” que parieron los servicios en la gestión PRO.
Este es el contexto que explica por qué, tras la divulgación de que Caputo quiere imponer en la bicameral a Kueider en vez de Goerling, Villarruel y Macri ratificaron en los últimos días su acuerdo. A tal punto, que no descartaron recibir una ayudita de sus “enemigos”. La presidencia de la comisión la eligen sus 14 miembros y seis de ellos son kirchneristas, indignados por la “traición” de su excompañero Kueider.
Así, podría resultar que el kirchnerismo terminara respaldando el acuerdo Villarruel-Macri para evitar que el candidato del asesor Caputo presida la bicameral de Inteligencia. Si eso sucediera, sería muy probable que ardieran de nervios varios despachos oficiales. Incluido el presidencial.
Por Javier Calvo-Perfil