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Axel, Wado y Sergio, en la edad del poder

Condicionados, los tres, por La Doctora, jefa de La Agencia que conduce Máximo. Por Jorge Asís

Axel, Wado y Sergio, en la edad del poder

Axel, El Gótico, 52; Eduardo de Pedro, Wado, 48; y Sergio, El Profesional, 51.
Los tres exponentes transcurren en la edad más plena del poder (de los 45 a los 60 años).
Acaparan la atención del oficialismo que paulatinamente languidece. Con el objetivo módico de llegar, en octubre, al ballotage.
O al menos evitar la vergüenza de salir terceros, en las «elecciones tóxicas» de agosto.
Entre los tres sobrevuela Máximo, El Influencer, En el Nombre del Hijo, 46. Legitimado como jefe por la ascendencia maternal.
El Influencer es gravitante para los tres. Es de la misma banda de Wado. La (Agencia de Colocaciones) Cámpora.
Aliado fundamental de Sergio. Es quien supo pasearlo por las mesas fundamentales del capitalismo de cabotaje local.
Sergio asomaba como candidato natural y único. Desde que se atrevió a tomar la “papa caliente” del ministerio de Economía. «Plata o m…».
Para consagrarse como el Artista de Variedades que logró estirar el estallido durante varios meses.
Sin dólares y con el desesperado viento en contra de la inflación.
Hoy duele confirmar que sus adversarios internos “lo disfrutan” como un polvo.
“Con el 9 o 10% de mayo, Sergio no puede postularse ni en Tigre”.
Y menos ilusionarse -al cierre del despacho- con ser el “candidato de la unidad”. El preferido de La Doctora y de La Agencia.
A esta altura, nadie le va a quitar a Daniel Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol, “el derecho a competir”.
Scioli por la presidencia. La señora Victoria Tolosa Paz, La Aplanadora, por la gobernación.
“En especial si al que postulan como gobernador es Wado».
A Axel, La Aplanadora no se le anima.
“Pero a Wado, te lo firmo, sí”.

La perversa elevación

Es Máximo quien quiere elevar perversamente a Axel desde la gobernación hacia la presidencia.
Como Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas) pretendió elevar en 2003 a Felipe Solá, El Máximo Felipista.
Para desalojar al Gótico de la gobernación de la Provincia Inviable. Y despachar al Gótico hacia el calvario de la nación.
Mientras tanto La Doctora -jefa real de la escudería agotada- extiende la influencia política (y la hegemonía mediática). A medida que se acumulan los fracasos que inventa.
Hasta logró desperdiciar la última parada del patriótico 25 de mayo. Para transformarla casi en un festejo familiar. Un cumpleaños.
Con la exhibición geográfica de los tres juntitos. Axel, Wado y Sergio. Los que se invocan para suceder al penúltimo invento de La Madre de Gorki.
Alberto Fernández, El Poeta Impopular, aún presidente del gobierno de La Doctora, ya fue explícitamente vaciado. Despojado.
Solo le queda a Alberto cultivar la relativa capacidad de daño.
Y amagar con el último golpe de efecto que puede ser, en efecto, la renuncia.
Lo indica el clásico bolero. «Tú serás mi último fracaso».
Aunque La Doctora siempre se reserva el derecho de volver a fracasar. Contiene la incontenible tendencia hacia el error.
Pero cuanto más se equivoca curiosamente genera superior centralidad.

El “Beneficio de inventario”

Axel fue la apuesta máxima de La Doctora para La Provincia Inviable. De dónde lo quiere desalojar su hijo, para ubicar, acaso, a Wado. O a Martín Insaurralde, El Jésico.
La Madre de Gorki inventó como gobernador a un monstruito con altivo aspecto de intelectual marxista. Cargado de palabras y ataviado, para colmo, con el prejuicio de la decencia.
El desafío contuvo el sabor de la provocación hacia los mini gobernadores (mal llamados intendentes).
Entonces Axel se impuso como la frontera entre el kirchnerismo y el doctorismo.
Vertientes patológicas del peronismo conquistado, tomado con «beneficio de inventario». Sin hacerse cargo de los altibajos de la historia que desagradan.
Hoy cualquier consultor de ramos generales divulga por los medios la gran superstición. «Axel es quien mejor retiene los votos de La Doctora”.
En principio, El Gótico nunca conoció a Néstor Kirchner, El Furia. Tan reivindicado, en las celebraciones, como políticamente anulado. Al marginarse a los principales colaboradores.
Así como Trotsky fue borrado de la foto con Stalin, justamente Julio de Vido, El Pulpo, fue cancelado de la memoria oficial del kirchnerismo.
La influencia de Axel fue determinante también para legitimar la catastrófica nacionalización de YPF, motivo de angustias financieras.
Aquí reside el origen del prioritario cuestionamiento para la campaña por la reelección, que va a aprovechar Diego Santilli, El Bermellón, o Néstor Grindetti, Paladar Negro II.
O por Rodríguez Larreta, Geniol, o la señora Patricia Bullrich, La Montonera del Bien, si va por la presidencia.
La “mala praxis” no admite ser menoscabada por la fábula de la decencia.

Ideológicamente nutrida por El Gótico, tampoco vacila La Doctora en impugnar la dinámica “neoliberal” de “los noventa”.
Lo certifica con la ingrata referencia al ministro “calvo de los ojos claros”. Es Domingo Cavallo, justamente quien “sacó a Los Kirchner de pobres”.
Co-protagonista del último -y probablemente único- proyecto capitalista que se intentó en la Argentina.
Así como El Furia resultó vencido en 2009 con dos pasitos de baile por Francisco de Narváez, El Caudillo Popular, puede La Doctora ser taladrada por el pensador Javier Milei, El C-Boy.
Es el disruptivo que crece mientras manifiesta la admiración por el “ministro calvo de los ojos claros”.
Aunque a Milei le resultará casi imposible repetir lo logrado por Cavallo y Menem. No tiene al Partido Justicialista detrás. Ni a Alberto Kohan que atraía solidaridades con “los cinco mil cargos para ocupar”.
Pero la vertiente patológica dominante en el peronismo participa del selectivo “beneficio de inventario”.
Ni siquiera, por ingratitud, reconocen «los favores recibidos».
Como tampoco La Doctora reconoce históricamente a la viuda digna que se bancó, desde 1976, cinco años de encierro y humillaciones.
Para retirarse, silenciosamente, en las afueras de Madrid.
Pero la señora Isabel Martínez de Perón tampoco entra en el «beneficio de inventario».

El hijo de los diezmados

En el citado «beneficio» La Doctora prefiere aludir a “la generación diezmada”. La precipitada traducción confirma un apoyo elemental a Wado.
Es un homenaje que tergiversa otra realidad que inquieta.
El certero informe de la Consultora Sintra indica que el 25% de los hijos, y el 60% de los nietos de la “generación diezmada”, votan, en efecto, por Milei.
En la plenitud del activo fracaso, La Agencia que conduce La Doctora a través de Máximo, se siente habilitada para imponer el candidato a presidente.
El ideal entonces es Wado, hijo de los diezmados. Correcto y pulcro funcionario de La Agencia. De los pocos que sabe hacerse el nudo de la corbata.
Fue utilizado oportunamente como instrumento de La Doctora para horadar al peor invento. Alberto.
“Tal vez no es su tiempo, Wado”, le confirman dos gobernadores que saben de poder y que le tienen aprecio.
“No está aún para usted”.
Tal vez le faltan un par de hervores, horas lentas de “baño María”. Un par de porrazos.
Pero a Wado le basta con la complacencia de La Doctora. Lo deja hasta pegar carteles. Probarse «el bastón de mariscal».
Puede incluso sacarse selfies con los mini gobernadores que le convoca Máximo. O le basta con el experimentado entusiasmo de Luis Barrionuevo, El Bandeja.
Es -Barrionuevo- el sistemático tallador de presidentes que sin embargo viene de un retroceso que prefiere olvidar.
“Todo no puede salir bien”.

El penúltimo tallado presidencial del Bandeja transcurrió en 2019 y derivó en una inadvertida frustración.
Lo talló a Roberto Lavagna, La Esfinge, el economista venerable que mejor sabe venderse.
Con las enigmáticas sandalias con calcetines y la extendida respetabilidad que le compró, en su momento, hasta Sergio, un “vivo con B larga”.
La imagen venerable de La Esfinge ahora se proyecta sobre Juan Schiaretti, El Gringo.
Junto a Juan Manuel Urtubey, El Hermoso Brummel, y Bossio, El Dieguito, aspira tardíamente El Gringo a armar algo, vaya a saberse qué.
Al menos otra fotografía de Seita, para situarse en los arrabales del poder.