La interna llegó a su climax, y se cruza con una pulseada espiritual. Reunión fallida y futuro incierto.
La reunión sucedió en algún momento del primer fin de semana de junio. Los detalles son algo borrosos, reservados para la cúspide del Gobierno. Sin embargo, algunos hechos son claros. El primero es que Santiago Caputo y Martín y “Lule” Menem tuvieron un demorado mano a mano, luego de varias semanas en las que la interna entre ambos bandos del Gobierno no paraba de escalar. El segundo fue que el saldo del encuentro fue malo. Quizás algo más que malo: hay algunos que hablaron con el asesor todoterreno y juran que luego del fiasco el hombre le hizo llegar a Karina Milei, su némesis que en aquel momento estaba de gira en Europa con su hermano, un ultimátum. “Yo con esta gente no trabajo más”. Esa fue la tercera conclusión que dejó el mitín: la relación entre el autodenominado “Mago del Kremlin” y los descendientes del riojano, armadores de la Secretaria General, se quebró. Y tal vez esta haya sido la antesala del fin de una relación que hace rato viene dando muestras de agotamiento.
Sin embargo, lo que sucedió después no se podía adivinar. Es que está fuera de cualquier cálculo sobre la política que se podía hacer en Argentina, al menos hasta que Javier Milei llegó a la presidencia y “las fuerzas del cielo”, las metafóricas y las que el mandatario cree reales, coparon la Casa Rosada. Ahora, que la religión se mezcla con el poder y está presente en cada discurso del libertario, la pulseada entre los bandos del Gobierno se trasladó a ese terreno: la banda de Caputo cargó contra el islam, el credo de los Menem, y lo asoció al “terrorismo”, mientras que los riojanos los tratan de “pelotudos” y pelean por defender su lugar. Lo personal, en La Libertad Avanza, es político. Y lo religioso más aún.
Batalla celestial. Para el momento del último round las primeras escaramuzas públicas entre los dos bandos del Gobierno habían estallado hace tiempo. Primero, en mayo, sucedió el tironeo por el control delegaciones provinciales de Anses y Pami, que dependen de Karina. Las denuncias por irregularidades, sobreprecios y arreglos para amigos y familiares fueron movidas en medios y redes por Caputo, que aprovechó las actitudes de “casta” de la Secretaria General y sus armadores para dañar su imagen. Luego la pelea subió un escalón más: el apuntado fue Sebastián Pareja, armador de la Secretaria General en Buenos Aires desde 2023. Al otrora peronista, devenido libertario, le achacaron la presencia de militantes rentados en el último acto de Milei en el Parque Lezama -aunque desde el karinismo creen exactamente lo contrario, que fue todo una puesta en escena del caputismo- y luego lo cuestionaron en público por encarar el armado para las elecciones en la provincia sin incluirlos. “¿Y Romo?”, le contestó Parisini a un tuit de Pareja, una foto de mediados de mayo de su armado de visita en la Rosada. “El Gordo Dan” hacía referencia a Agustín, legislador bonaerense del caputismo al que empujan de candidato. Para aquel momento en la intimidad del bando del estratega ya se hablaba de los Menem como “los musulmanes”, con un desprecio calculado.
Pero luego del fallido encuentro entre los riojanos y el asesor la guerra explotó. “No odiamos lo suficiente al islam”, tuiteó Lucas Luna, director de Intercargo, miembro del caputismo y autor del todavía no publicado libro de las “Epístolas del Cielo”, un manual de conducción política libertario. Sharif Menem, sobrino de Martín y del círculo de la hermana presidencial, le contestó con dureza: “Borra esto, pelotudo”. La escalada siguió con los jefes de ambos. “No hay que confundir terrorismo con religión. Fue una estupidez de alguien al que le falta lectura y comprensión”, comentó el presidente de la Cámara de Diputados en una entrevista en el streaming “Laca”. Caputo recogió el guante y comentó “el que te proponga diferenciar islam de terrorismo es el traidor”, una reversión de la famosa frase de la película “el Padrino”. Daniel Parisini no se quedó atrás. “¿Los musulmanes moderados por qué nunca salen a condenar los ataques realizados en el nombre del Islam?”, subió “el gordo Dan”, indirecta apenas velada.
Para Karina, alguien como que hasta hace la llegada al poder exhibía como una de sus habilidades la “canalización angelical”, la capacidad de comunicarse con ángeles o directamente con Dios, se cruzó una barrera absolutamente sensible. Para los Menem también. La última batalla dejó varias conclusiones. La primera es que la guerra está en su peor momento y que el karinismo se prepara para no darle ni un vaso de agua a sus rivales en el armado de listas. La segunda es que evidenció las diferencias de fondo, ideológicas, entre los dos bandos: el caputismo se sube una y otra vez a la ola de la nueva derecha, de los Trump y el húngaro Orbán, un mundo donde la islamofobia está en el centro del relato. En cambio, el karinismo, que jamás participa de esos mitines internacionales, no incorpora esos discursos y se preocupa más por pasiones bien terrenales, como el poder y el dinero.
También quedan algunas dudas. La principal es hasta dónde puede el asesor y los suyos poner a prueba la paciencia de Karina Milei, que es famosa, justamente, por no tenerla. Pasaron de criticar a delegados provinciales, al armador bonaerense y ahora a los nacionales. No hay otro paso: el siguiente es apuntar directamente a la hermana. Y, hasta ahora, nadie hizo eso y sobrevivió para contarlo en La Libertad Avanza.

Por Juan Luis González-Revista Noticias