Las elecciones regionales en Baviera y Hessen dejan dos grandes problemas de manifiesto para la política alemana. Por un lado, el resultado representa un golpe para el Gobierno actual conformado por socialdemócratas, verdes y liberales. Los tres partidos perdieron votos en ambas regiones, incluso más de los que mostraban las encuestas en los días previos. Por otro, la ultraderecha ha conseguido aumentar su caudal electoral y con ello obtener resultados de dos dígitos que pone de manifiesto que su crecimiento ya no está circunscripto al este del país.
Las encuestas post electorales de los comicios celebrados el pasado 8 de octubre en Baviera y Hessen indican que los votantes no están contentos con el trabajo del canciller Olaf Scholz (SPD).
El 32% de los sufragantes en Hessen y apenas el 25% en Bayern manifiestan estar satisfechos con la labor del primer mandatario. Este número no mejora cuando se consulta por el desempeño conjunto de la coalición gobernante: por ejemplo, solo el 14% en Baviera piensa que los tres partidos han trabajado “bien” juntos. Estos datos se reflejaron en los resultados: claro triunfo de la actual oposición a nivel federal, es decir de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) en Hessen y de la Unión Social Cristiana (CSU) en Baviera.
Los democristianos consiguen así sentar los cimientos para reconstruir la confianza del electorado alemán y llegar a las próximas elecciones federales de 2025 con un mensaje claro, una propuesta convincente y un apoyo social más consolidado. En efecto, en los últimos tiempos tanto a los líderes de la CDU como de la CSU les ha costado comunicar con solidez sus posiciones.
Especialmente importante fue el triunfo en Hessen de la CDU con el candidato debutante Boris Rhein al frente de la campaña. Consiguió el 34,6% de los votos, 7,6 puntos más que hace cinco años, y además derrotó a la actual ministra del Interior del Gobierno federal Nancy Faeser (SPD) por más de 20 puntos de diferencia. Faeser y su partido decidieron jugarse la carta del peso que tiene una ministra para tratar de atraer votos, pero la estrategia no funcionó. No solo su partido quedó tercero, detrás de la ultraderecha, sino que perdió un cuarto de los votos en relación a 2018. Otro síntoma de que el enfado con las políticas de la coalición en Berlín no es menor.
El desastre liberal
Otro golpe importante lo sufrió el partido liberal (FDP) que se quedó fuera del Parlamento en Baviera por no superar el piso del 5% para tener representación parlamentaria y casi le sucede lo mismo en Hessen, donde logró superar por apenas 850 votos. Un desastre electoral, aunque no el peor que los liberales se podían imaginar.
Lisa Caspari, periodista del periódico alemán ‘Die Zeit’ y exdirectora de su sección Política, Economía y Sociedad, indica que “para el FDP fue el segundo peor escenario con el que calculaban”. Las versiones sobre su comportamiento tras estas elecciones generaba dudas sobre la estabilidad de la coalición que ya viene sufriendo varias peleas internas.
Según Caspari los liberales a nivel federal van a continuar con su estrategia: “Tratando de distanciarse de sus compañeros del Gobierno, socialdemócratas y verdes, siempre que puedan. Sin embargo, es cierto que son dependientes de esta alianza, ya que un Gobierno alternativo, como podría ser uno con la CDU, no tiene mayoría actualmente”. Es por ello que la experta en política alemana descarta cualquier ruptura y llamado a nuevas elecciones.
Caspari señala un elemento más que resulta interesante: pese a las peleas internas, el tripartito consigue implementar “gran parte de su agenda”. ¿Los temas de dicha agenda no son los que preocupan a la población que se expresó en las urnas?
¿Qué votan los alemanes?
Según las encuestas, el tema más importante a la hora de determinar el voto en ambas regiones fue el desarrollo económico.
La inflación actual en Alemania, pese a haber caído en septiembre a 4,5%, sigue golpeando los bolsillos de una población desacostumbrada a estos números. De hecho, según la Oficina Federal de Estadísticas, hay que regresar a principios de los 90 para encontrar estos niveles. No obstante, en términos de niveles de vida, de desempleo, de desigualdad social, ni en Baviera ni en Hessen se encuentran grandes problemas. Al contrario, son dos de las regiones más prósperas del país. Y allí es donde se puede apreciar que en el fondo hay cierto miedo a perder el nivel de vida o el status adquirido. Una amenaza que lleva a muchos a optar incluso por opciones populistas o con discursos extremos; por ejemplo el partido ultraderechista Alternative für Deutschland (AfD).
El resultado de AfD estuvo por encima de lo esperado: 18,4% en Hessen y 14,6% en Bayern. En este último fue el partido que más creció en relación a la última elección y en Hessen se convirtió en la segunda fuerza superando a verdes y socialdemócratas. Los ultraderechistas aprovechan otro de los temas determinantes del voto más relevantes: la migración. En efecto casi el 20% de los votantes en ambas regiones piensa que AfD puede manejar la cuestión del asilo y la migración de la mejor forma.
No obstante, lo que llama más la atención es que entre el 80% y el 85% de sus votantes acuerden con la frase “si hablan de los temas importantes, me da igual que sean de extrema derecha”. Un indicador peligroso que da cuenta de ciertas grietas en relación a la valoración democrática en algunos sectores de la población, incluso en aquella que no sufre de desigualdades estructurales o situaciones de tensión social.
Factores del apoyo a la ultraderecha
Por otra parte, este resultado pone de manifiesto que la hipótesis que relacionaba el voto a AfD con el este del país, es decir, con el electorado de los territorios de la extinguida RDA, comienza a flaquear como gran variable explicativa. Si bien los ultraderechistas obtienen hoy en día más del 30% de intención de voto en esas regiones, que se aseguren resultados de dos dígitos en regiones del oeste y una intención de voto en algunas superior a los 20 puntos es un síntoma de que el apoyo al AfD ha traspasado la frontera del Elba entre este y oeste.
Tal vez otros factores ofrezcan respuestas. A saber, la densidad de población. A la derecha radical le va mucho mejor en las zonas rurales que en las urbanas. O el género, donde entre las mujeres consigue un tercio menos de votos que entre los hombres.
Evidentemente el sistema de partidos alemán se está reorganizando y algunas alarmas comienzan a escucharse a raíz del crecimiento de la ultraderecha y de la debilidad del Gobierno actual para ofrecer respuestas a las preocupaciones de vastos sectores.
Por Franco Delle Donne-France24