Se estima que desde su apertura en septiembre ingresaron al sistema entre US$ 4 mil y 5 mil millones. Un resultado nada desdeñable. Se sabe además que los dólares fueron a parar a cuentas a la vista de bancos tradicionales, que les ganan una pulseada clave a propuestas financieras como billeteras virtuales. Para los analistas, si el ministro hubiera tomado esos fondos para cubrir los vencimientos de enero próximo, el blanqueo habría terminado en fracaso.
Luis “Toto” Caputo dudó por un momento. Pero entendió que era hubiera sido una decisión muy polémica. Una apuesta que, si saliera mal, habría terminado con su gestión. Y que podría arruinar algo que funciona bien. Muy bien. El blanqueo de capitales está dando resultados. Esta generando dólares. Nuevos y, de alguna manera, genuinos. Y ante el hecho, muchas consultoras y economistas hablaron (algunas hasta presionaron) para que el Ministerio de Economía aproveche la volteada y tome los dólares que depositaron los blanqueadores para colocar deuda semivoluntaria para cubrir el gran vencimiento que le espera al país en enero de 2025 por unos US$ 5.100 millones. Vencimiento que finalmente se cubrirá -como adelantó ayer en su cuenta de X el secretario de Finanzas Pablo Quirno- con otras fuentes de divisas, dejando en paz y tranquilidad los dólares blanqueados.
Por eso las consultoras hacían cálculos y afirmaban que el Gobierno emitiría nueva deuda con los dólares del blanqueo de respaldo. Miraban los colegas con cierta ansiedad un dato más que positivo: por la regularización de activos ingresaron al sistema financiero argentino entre US$ 4 mil y 5 mil millones (aún no están los datos finales, pero sí mediciones de aproximación). Y, lo mejor, parte de esas divisas pasaron de la Cuenta Especial de Regularización de Activos (CERA), el instrumento habilitado para depositar los dólares blanqueados, a las cuentas o cajas de ahorro a la vista que los clientes de las entidades financieras tienen en los bancos en los que eran clientes. O incluso abren nuevas si esas personas no tenían cuentas financieras y se mantenían hasta este llamado, casi, en la clandestinidad. Por ahora no hay retiros importantes de dólares de los bancos, y sigue siendo más que positivo el resultado diario entre los dólares que salen y los que entran por la continuidad de la vigencia del llamado a regularizar divisas no declaradas. Esto se observó nítidamente en los resultados de compras de divisas por parte del Banco Central de la República Argentina (BCRA) y la continuidad (y quizá profundización) en la caída del valor de los dólares blue y financieros.
En definitiva, hay confianza en el blanqueo. Y en la resistencia y solidez del sistema financiero. Puntualmente en los bancos tradicionales, dado que, aparentemente, los blanqueadores eligieron para llevar sus divisas de la oscuridad al sol las entidades con nombre tangible, sucursales al público y operatoria cultural masiva. Si bien no hay estadísticas oficiales, la banca tradicional (pública y privada) es donde ese dinero está depositado. Por lo menos en este llamado, los blanqueadores eligieron abrir las CERA primero y, ahora, dejar los dólares en los bancos privados y públicos de todos los días desde hace décadas. Y no las nuevas propuestas financieras. Una alta fuente de un banco de primera línea lo explica así: “A partir del 1° de octubre que se encuentra habilitada la posibilidad de retirar saldos de las cuentas CERA hasta ahora la salida de efectivo no es muy relevante (ronda los US$ 60 millones diarios) considerando que los primeros días deberían ser los de mayor retiro. También se siguen recibiendo nuevos fondos, con lo cual el flujo negativo es menor al monto mencionado. Los retiros de las cuentas CERA se están realizando a cuentas propias del cliente en la misma entidad. Por ahora la salida a AlyCs (Agentes de liquidación y Compensación) es muy poco relevante y hacia billeteras es tendiente a cero. Los saldos del blanqueo se mantienen en bancos”.
En el sistema financiero tradicional, se vive este momento sin euforia, con prudencia, pero con un alto dejo de optimismo. Y como una especie de revancha de la banca tradicional luego de varios años de combate contra las opciones más modernas y tradicionales que desde hace un tiempo les combaten a las entidades financieras el cetro de quién maneja el dinero de los argentinos. Los nuevos argendolares blanqueados quedan ahora, en su mayoría, disponibles para operaciones dentro del sistema financiero. Por ejemplo, de crédito o toma de deuda. De algún privado, como realizó Pampa Energía para sus operatorias en Vaca Muerta, que pudo colocar una obligación negociable a una tasa del 5,75% anual en dólares a 48 meses. Fue el ejemplo que el jueves expuso Caputo para descartar la idea de hacerse de los dólares al blanqueo para financiar al Estado para cumplir con los vencimientos en el exterior. Ese día el riesgo país peleaba no volver a perforar hacia arriba los 1.300 puntos (ayer fue de 1258), lo que determinaba que no está disponible para el país la alternativa de la colocación de deuda voluntaria en los mercados financieros internacionales a la modalidad clásica. Si quisiera Caputo colocar deuda, Argentina debería pagar casi un 16% anual en dólares. Imposible. Tentaban entonces esos 4 mil o 5 mil millones nuevos, flamantes, relucientes, crocantes, que exhibe el sistema financiero argentino a partir del blanqueo.
Hizo bien Caputo en insistir en negociar algún REPO o similar para conseguir los dólares para cumplir con la deuda que vence en enero de 2025. Si le hubiera hecho caso a sus colegas que se mantienen en el sector privado, tanto como traders o los consejeros de los traders, y hubiera tomado de un zarpazo esos dólares blanqueados con alguna letra o bono de ocasión, le habría dado también un golpe de gracia fenomenal al llamado. Esos dólares del blanqueo están a la vista. En cuentas corrientes o cajas de ahorro disponibles para el público. Un público que por algo tenía esas divisas fuera del sistema financiero. En algún colchón, caja de seguridad o escondite similar. Y por algún tipo de confianza decidió sacarlos de ese lugar seguro y exhibirlos blanqueados ante el BCRA. Y en su banco habitual, no en algún lugar más moderno sin tradición protectora. Algo fundamental en un país como Argentina. Como se sabe, y se dijo muchas veces, el dinero obedece casi a una fábula de Esopo: el capital tiene la valentía de un ciervo y la velocidad de una liebre. Y así como aparece, puede desaparecer a un solo clic de computador personal. O celular. Y, en este caso, blanqueado. Sabe Caputo que si se viera en los que confiaron en el blanqueo, que el destino de esos dólares es la colocación de deuda del siempre desconfiable Estado argentino, permanentemente a punto de default, reestructuraciones, planes Bonex, manipulaciones estadísticas y similares (hoy también, al menos para la memoria colectiva generalizada), las consecuencias hubieran sido dobles. Primero, que los que ya tienen la posibilidad de retirar ese dinero, lo harían. Casi de manera inmediata. Y que las pantallas de los bancos mostrarían esa salida, contagiando al resto. A los blanqueadores primero, y a los ahorristas tradicionales que sostienen dólares en el sistema financiero después. Segundo, sería imposible de convencer a los que están dudando en blanquear, de inclinarse por la positiva, si saben de antemano que su dinero se destinará a emitir deuda para que Argentina pague sus compromisos en Bonares y Globales reestructurados en octubre de 2020 por Martín Guzmán, ministro de Economía de Alberto Fernández. Inmediatamente después de un eventual lanzamiento de un bono desde Economía con respaldo de los dólares del blanqueo, este se convertiría en un fracaso. En medio, probablemente de una corrida bancaria. En un mes, esos bonos o letras emitidos por Caputo ya no tendrían respaldo real. Y su valor de mercado se desplomaría.
Caputo lo sabe. Y actuó prudentemente en consecuencia. Más teniendo en cuenta que al blanqueo aún le queda mucho camino por recorrer. En teoría, el llamado culmina el último día de abril del año próximo.
Por Carlos Burgueño – Perfil