En un momento en el que la política brasileña está en estado de efervescencia, con constantes desencuentros y pugnas entre los poderes del Estado, Jair Bolsonaro reunió a sus simpatizantes en Copacabana, ante quienes pidió nuevamente una amnistía para los participantes en la asonada a los tres poderes del Estado en 2023 y exaltó al magnate Elon Musk, quien mantiene una cruzada con el juez Alexandre de Moraes por la eliminación de perfiles de X acusados de difundir noticias falsas y diseminar el odio en Internet. Moraes es también el juez a cargo del caso por el presunto golpe de Estado a la sede de los tres poderes.
“Bolsonaro es inocente, nunca encontraron pruebas contra él”. “Brasil vive una dictadura, somos censurados, no nos dejan expresar libremente nuestra opinión”. “Yo vine para defender la libertad y la democracia”. Es un breve resumen del ideario de los simpatizantes del expresidente Jair Bolsonaro, que en un día soleado del otoño carioca se han dado cita en la playa de Copacabana para “demostrar su apoyo a la verdadera democracia”.
Ataviados como de costumbre con camisetas verdes y amarillas –los colores de la bandera de Brasil– han verbalizado en coros su descontento con el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. Su apoyo al líder de la extrema derecha parece resistir a todos los acontecimientos políticos y judiciales, incluso su inhabilitación política hasta 2030 o el juicio contra el exmandatario por su supuesto involucramiento en el intento de golpe de Estado en enero de 2023.
El 21 de abril es tradicionalmente festivo en Brasil. Conocido como Día de Tiradentes, esta efeméride recuerda la muerte de Joaquim José da Silva Xavier, que pasó a la historia con el apodo de Tiradentes por su profesión de dentista. Este antihéroe lideró en 1789 la Inconfidencia Minera, la célebre revuelta por la independencia de Brasil. Curiosamente, aconteció en el mismo año de la Revolución francesa. Hoy es un feriado en el que millones de personas aprovechan para irse de puente.
33.000 bolsonaristas reunidos en Río de Janeiro
Pero no es el caso de los bolsonaristas, que acuden en peso a los actos convocados por su líder. El pasado 25 de febrero, cerca de 200.000 personas abarrotaron la Avenida Paulista en la capital económica del país tropical, São Paulo. Fue la manifestación más concurrida desde la campaña electoral de 2022.
En Río de Janeiro, el feudo electoral de Bolsonaro, no iba a ser diferente, aunque el resultado fue inferior a lo esperado. Hubo cerca de 33.000 personas, menos del 20% de los manifestantes de São Paulo, según los cálculos del Monitor del Debate Político de la Universidad de São Paulo.
En el telón de fondo, las declaraciones de Elon Musk, el dueño de la red social X, actualmente enzarzado en una polémica con el juez de la Corte Suprema Alexandre de Moraes por la eliminación de perfiles acusados de difundir noticias falsas y diseminar el odio en Internet.
Subido a un ‘trío eléctrico’, como son llamados en Brasil los camiones con poderosas cajas de sonido, Bolsonaro volvió a pedir la amnistía para los presos por los actos vandálicos del 8 de enero y elogió a Musk. “Lo que más queremos es que Brasil vuelva a la normalidad, que podamos participar en las elecciones sin sospecha alguna. Al fin y al cabo, el alma de la democracia son unas elecciones limpias en las que nadie puede siquiera pensar en dudar de ellas”, afirmó Bolsonaro, quien en 2022 llegó a convocar a decenas de embajadores en Brasilia para criticar la confiabilidad de las urnas electrónicas, sin llegar a aportar pruebas de los supuestos fallos de estas.
Elon Musk, entre la pugna por el poder en Brasil
El exmandatario no perdió la ocasión para elogiar al dueño e X (antiguo Twitter) y también dueño de la empresa de autos eléctricos Tesla y de SpaceX. “Ahora están acusando al hombre más rico del mundo, al hombre que nació en Sudáfrica, que se naturalizó como estadounidense, que posee una plataforma cuyo objetivo es hacer libre al mundo entero, que es X. Nuestro viejo Twitter. Es un hombre que verdaderamente se desvive por la libertad de todos nosotros. Es el hombre que tuvo el valor de mostrar, con algunas pruebas, y otras seguramente vendrán, hacia dónde se dirigía nuestra democracia y cuánta libertad hemos perdido ya”, gritó Bolsonaro.
Recientemente, Musk ha acusado al juez Alexandre de Moraes, del Tribunal Supremo Federal, de faltar el respeto a la legislación brasileña y de intentar censurar cuentas en X. Para sustentar sus acusaciones, el empresario sudafricano envió a diputados estadounidenses una recopilación de órdenes judiciales emitidas por Moraes para bloquear contenidos y perfiles en Brasil.
Los documentos formaban parte de un informe de la Comisión de Asuntos Judiciales de Estados Unidos que afirma que Moraes “censura” a los opositores de Lula en Brasil. El juez del Supremo, al que Bolsonaro considera su enemigo personal, contraatacó incluyendo a Musk en la investigación sobre las milicias digitales, que intenta determinar si la difusión de noticias falsas en redes sociales responde a un proyecto delictivo que busca influir en los procesos electorales.
Entre los seguidores de Bolsonaro, es común la idea de que el juez Moraes actúa de forma antidemocrática y arbitraria. “Este magistrado quiso censurar a aquellos que piensan de forma contraria y quiso ejercer la censura exactamente en la plataforma social del señor Elon Musk. Y Musk discordó porque aquello era censurar por censurar, no había palabrotas, no había nada excepcional, solo la discordancia de este juez. Y nosotros estamos muy agradecidos con la postura de Musk”, señala Ricardo Artur Ribeiro, profesor de profesión.
“Estoy seguro de que las palabras de Musk van a impulsar a aquellos que se desanimaron después del 8 de enero y de la farsa que fueron las elecciones (de 2022). Creo que con este impulso que viene de fuera, de otra persona que sí tiene el poder de hablar y dominar la verdad, va a levantar este deseo patriótico que muchos brasileños perdieron porque se desanimaron”, añade Márcio Xavier Barros, comerciante.
La política brasileña, en estado de efervescencia
El acto político convocado por Bolsonaro se celebra en un momento en que el presidente Lula experimenta una bajada de su popularidad, pasando del 38% al 35%. También cabe destacar la profunda crisis institucional entre los tres poderes. Esta semana, el Congreso, de mayoría conservadora, aprobó una reforma constitucional que pretende criminalizar la posesión y tenencia de drogas ilícitas en cualquier cantidad. Se ha tratado de un acto de rebeldía contra el Tribunal Supremo, que lleva meses celebrando vistas con el fin de despenalizar la posesión de marihuana en pequeñas cantidades y para uso personal. Para el presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, este proceso es una “invasión de competencia”.
Además, la relación entre el presidente Lula y el jefe del Congreso, Arthur Lira, pasa por su peor momento. La razón principal es el dinero concedido por el Gobierno Federal a los diputados del Congreso, para que puedan llevar a cabo proyectos en las ciudades donde fueron elegidos y fidelizar sus electores. Es un tema crucial en un año electoral, en el que los 5.568 municipios de todo el país tendrán que elegir a los alcaldes y a los concejales. Pero también existen otras tensiones. Lira no sabe si conseguirá ser reelegido para este cargo el año que viene y teme perder poder. Por esta razón, amenaza con llevar a cabo varias comisiones de investigación en el Parlamento que podrían desgastar el Ejecutivo.
Frente a este escenario y a pesar de haber sido inhabilitado políticamente hasta 2030, Bolsonaro intenta aprovechar la coyuntura para mostrar músculo político. Su mayor preocupación son los numerosos juicios pendientes que tiene, entre otras razones por presunto intento de golpe y por falsificar presuntamente la tarjeta de vacunación contra el Covid-19, que podrían llevarlo a la cárcel incluso este año.
Mientras tanto, la defensa de Bolsonaro ha presentado un pedido al Supremo Tribunal Federal para anular la Operación Tempus Veritatis, que investiga el presunto intento de golpe de Estado del 8 de enero de 2023. La acción fue presentada a través del Partido Progresistas. En las últimas manifestaciones, Bolsonaro no ha dejado de hacer mención a una posible amnistía, porque sabe que tal vez sea su única esperanza.
“Tenemos a huérfanos con padres vivos en Brasil. La amnistía es algo que siempre ha existido en la historia de Brasil. Nadie intentó, utilizando las armas, tomar el poder en Brasilia. Esa gente tenía la bandera verde y amarilla en la espalda y muchos tenían una Biblia bajo el brazo”, dijo hoy Bolsonaro desde lo alto del camión. Es muy improbable que el juez Moraes, responsable de la instrucción de este caso, se deje enternecer por este discurso plagado de referencias bíblicas.
Por Valeria Saccone-France24