Como ministra de Seguridad, Bullrich tuvo varios cruces con la vice, quien en teoría iba a influir en las políticas de ese área y Defensa. Pasaron cosas. Con máxima aceleración tras su triunfo electoral y la nueva composición del Congreso, el Gobierno busca aprobar casi de manera exprés una serie de reformas estructurales antes de fin de año y el Presupuesto 2026. No parece resultar tan sencillo.
La convocatoria a sesiones extraordinarias desde hoy, 10 de diciembre, hasta el 30, consolida la idea oficialista de que el cronómetro ya está corriendo.
Activado el segundero y atento al valor de lo simbólico, el mileísmo anunció este martes su proyecto de cambios en la legislación laboral, que ingresa por el Senado.
Para potenciar la alegoría, le encomendó a la flamante senadora Patricia Bullrich la tarea de que se cumpla el objetivo en tiempo y forma. A ella que no le cuesta encarar ese tipo de misiones.
Semejante enjundia choca con los tiempos formales de la cámara que representa a las provincias en el sistema legislativo nacional. Y está presidida por Victoria Villarruel, la vicepresidenta de Javier Milei que, se sabe, tiene nula relación con el Poder Ejecutivo.
Como ministra de Seguridad, Bullrich tuvo varios cruces con la vice, quien en teoría iba a influir en las políticas de ese área y Defensa. Pasaron cosas.
Hace algunas semanas, la entonces senadora electa y Villarruel se reunieron a solas para encontrar puntos de acuerdo en sus labores conjuntas para el oficialismo en el Senado. Pese a los dichos públicos, ese encuentro habría dejado más dudas que certezas, como lo expuso la tensión reinante en la sesión de jura.
Villarruel regresó este martes al país, tras un breve viaje oficial por España. Y debió tomar nota no sólo que Bullrich -y no ella, otra vez- será la delegada principal del Gobierno en la Cámara Alta: también que la flamante senadora viene con una agenda vertiginosa.
La hoja de ruta marca que este jueves buscarán que se desarrolle la sesión informativa, que al día siguiente haya dictamen y que se apruebe en el recinto el viernes 19. Felices Fiestas.
Fuentes del Senado dejaron trascender que esta prisa será difícil de atender. Las comisiones ni siquiera tuvieron aún su nueva conformación de acuerdo a quienes recién llegan a la cámara.
También se hace fluir como información extraoficial que Villarruel no moverá un dedo por fuera de los tiempos y de los procedimientos consagrados por el reglamento del cuerpo. “Nunca lo hizo ni lo hará”, describen en su entorno.
Existe además un tercer escalón de dificultad. Algunos ocupantes de las bancas en el Senado, antiguos y nuevos, que se sienten y son aliados al Gobierno pretenden ejercer algún contralor al proyecto oficial de reforma laboral.
“Es lo suficientemente amplio y delicado como para tratarlo con los ojos cerrados. Apoyo, sí. Escribanía, no”, explicó por caso alguien que debutará en la cámara.
De confirmarse estas limitaciones temporales, habrá que ver la reacción oficialista hacia el Senado en general y Villarruel en particular, con Bullrich seguramente al frente de esa ofensiva. Compren pochoclos.

Por Javier Calvo-Perfil

