Más que nombres, lo que está en juego es si se puede generar una nueva realidad desde las condiciones actuales.
La discusión central en estas elecciones presidenciales es bastante más profunda que un cambio de personas, o alianzas de partidos. Se trata, en síntesis, de si el país puede generar un nuevo orden social y económico partiendo de las condiciones actuales. Si bien la respuesta rápida indicaría que la sociedad pretende un cambio, observando la big-picture esto no es tan claro, se podría evaluar que los últimos acontecimientos invitan a pensar que, a pesar de las quejas, el país se ha estacionado en su propia zona de confort.
Desorden. Dos referencias próximas para señalar la dicotomía soportable/insoportable son las situaciones vividas en Chaco y Jujuy. En la primera provincia el brutal femicidio de Cecilia Strzyzowski develó lo que pocos están dispuestos a admitir: la construcción de un Estado paralelo privatizado a nombre de dos personas (Emerenciano Sena y Marcela Acuña), con barrios, infraestructura y hasta escuelas propias, financiado desde el Estado provincial y en íntima relación con la política. Ambos participaban en una de las múltiples colectoras de Jorge Capitanich. Este tipo de infraestructura paralela funciona en muchos puntos del país y también es parte del modelo neoliberal, aunque pueda parecer hasta progresista. Esta forma que alguna literatura sociopolítica ha llamado cacicazgo (y no feudalismo) se puede observar en muchos países de la región y mantiene una relación extorsiva con el Estado ya que se presenta como garante de la paz social. Obviamente Capitanich pagó un alto costo político por el emergente perdiendo las primarias a manos de Juntos por el Cambio.
Para Wado-Manzur el problema ya no era el ballotage, sino ganar las primarias
New order. Jujuy vivió casi la situación inversa a la del Chaco. Gerardo Morales fue prohijando una reforma constitucional provincial siguiendo los pasos legales.
1) Votación en la Legislatura provincial de la ley convocando a la reforma con el apoyo del peronismo local.
2) votación de constituyentes en coincidencia con la elección provincial donde la lista de Morales sacó 29 de los 48 convencionales.
3) Reunión de la Constituyente a alta velocidad (apenas dos jornadas). El cambio fue importante, aunque los artículos más resonantes fueron la prohibición de los cortes de rutas y un nuevo régimen de manejo para las tierras fiscales y los recursos naturales. El 20 de junio, Día de la Bandera, fue la fecha elegida para la jura y allí se generó la tormenta perfecta de movilizaciones docentes, de miembros de pueblos originarios, militantes kirchneristas y de izquierda. Como una gran bofetada llegaron las imágenes de la fuerte represión policial y por tanto la discusión sobre cómo se cambian las reglas y si existe alguna (remota) posibilidad de obtener consensos.
Los candidatos son el mensaje. A diferencia de Capitanich, Morales tuvo su reconocimiento como candidato a vicepresidente de Horacio Rodríguez Larreta. En los eventos posteriores a Jujuy hubo un inédito acuerdo oficialismo-oposición: el infierno que conforman el par conflicto-represión es lo que espera a los argentinos para el próximo gobierno. Se puede ver aquí un efecto yo-o-el-caos que los oficialismos suelen presentar cambiado por “el caos nos espera en la equina”. En síntesis, la Argentina implora cambios, pero parece que solo se pueden hacer a un costo insoportable.
En este complejo marco se realizó la esperada presentación de las candidaturas. Para comenzar, Horacio Rodríguez Larreta dejó volar las palomas para instalar al nombrado Morales para completar la fórmula y Miguel Ángel Pichetto para encabezar Diputados por PBA. Hasta el viernes al mediodía toda su preocupación era detener a Patricia Bullrich en el campo discursivo de la exministra. Esta perdió una oportunidad de integrar la fórmula con Carlos Melconian, lo que le hubiera resuelto varios problemas simultáneamente. Esto no pudo ser y se terminó decantando por el poco conocido Luis Petri que venía de perder las primarias en Mendoza con Alfredo Cornejo. Ahora espera que Cristian Ritondo y Néstor Grindetti puedan reequilibrar la cancha, en momentos en que ha perdido buena parte de su iniciativa política.
1,2 Ultrapragmático. La dramática definición final de la fórmula Sergio Massa-Agustín Rossi escapa a las simplificaciones. Tras la imagen del último acto del 25 de Mayo las lecturas indicaban que había una lista corta donde la fórmula más probable sería Massa-Wado De Pedro. Sin embargo, tres hechos: el cambio de denominación a Unión por la Patria, la referencia permanente del kirchnerismo por la representación de la “generación diezmada” y la candidatura hostil de Daniel Scioli parecieron alejar a Massa de su candidatura. Sin embargo, el acto del exgobernador en el ND Ateneo de Buenos Aires trajo una revelación inesperada: con Hugo Moyano en el escenario, Scioli podía generar rápidamente la estructura ausente, Camioneros es por lejos el gremio más implantado en el país.
Los problemas de la fórmula Wado-Manzur iban escalando exponencialmente. Ya no era el problema llegar al ballottage, sino ganar las primarias. Los gobernadores se rebelaron como hace mucho no pasaba con el peronismo quedando al borde de la ruptura. Después de mucho tiempo se sentaron Cristina y Alberto a fumar la pipa del pragmatismo, con el golpe al ego personal de la vicepresidenta de tener que bajar a su ahijado político, y el pequeño triunfo de Alberto de bajar sin remordimientos (al estilo Francis Underwood) a Scioli para subir a Agustín Rossi. ¿Nace el posalbertismo?
Multitareas. La tarea de Sergio Massa va a ser por lejos más compleja que los demás candidatos en su doble rol de ministro de Economía y candidato a presidente. Su evaluación por parte del electorado irá desde las encuestas hasta la cotización del dólar pasando por la inflación del mes y medio hasta las primarias. En este sentido, toda promesa al futuro se transformará automáticamente en una demanda para el presente. Como candidato único también tiene que reconvocar al electorado duro kirchnerista (herido) para invitarlos a ocupar el lugar del ultracentro moderado que dejó vacante Larreta ya que su adversaria dialéctica será Patricia Bullrich. Finalmente, tendrá que convencer a un elector lejano, pero parte de la vida económica de los argentinos y hoy reticente, el Fondo Monetario Internacional.
Por Carlos De Angelis – Perfil