Al cabo de una década de expansión, la Iniciativa La Franja y la Ruta (Belt and Road), la nueva versión de la antigua Ruta de la Seda con la que China como potencia ha desafiado los términos occidentales de la cooperación económica, se ajustará en tamaño y se volverá más “verde” en su perfil.
El III Foro de la Iniciativa La Franja y la Ruta (BRI, Belt and Road Initiative), que reunió a 24 líderes mundiales convocados a Beijing por el presidente Xi Jinping, dejó una conclusión central: la nueva versión de la Ruta de la Seda china entrará en una segunda década más ajustada en tamaño y, también, más “verde”.
BRI (2013) cumple 10 años en los que China financió e impulsó unos 3.000 proyectos de comercio, inversiones e infraestructuras en 152 países de todo el mundo, por un total de un billón de dólares, una dimensión que compitió no sólo con Estados Unidos sino con organismos multilaterales clásicos como el Banco Mundial.
Sin embargo, entre alteraciones globales y crisis locales que afectaron la dinámica de la cooperación económica, la experiencia de BRI dejó -junto a la confirmación del rol asertivo de la China potencia emergente- deudas, proyectos inconclusos y preocupaciones ambientales que opacaron las ambiciones iniciales de Beijing.
La Ruta de la Seda original surgió durante la expansión hacia el oeste de la dinastía china Han (206 AC- 220 DC), que forjó redes comerciales a través de los actuales Afganistán, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán, así como la India y Pakistán actuales hacia el sur. Esas rutas se extendían más de seis mil kilómetros hasta Europa.
BRI permitió construir centrales eléctricas, carreteras, ferrocarriles y puertos en todo el mundo, con empresas y financiamiento chino ,en especial en África, Asia, América Latina y Oriente Medio. Pero ahora la propia China ha decidido evaluar esta primera etapa, recalcular y abrir una nueva “década dorada” de la iniciativa que acentúe la conectividad, el intercambio y la apertura, en palabras de Beijing.
Ahora, BRI promoverá tanto proyectos emblemáticos como programas de subsistencia “pequeños pero inteligentes”, con más apoyo financiero y revisando una generosa política de créditos que mereció críticas occidentales a lo que llaman la “trampa de la deuda”, o “enganchar” con fondos a países con dificultades para devolverlos y que pueden quedar obligados políticamente con Beijing.
Pequeño y verde
“El BRI original estaba muy impulsado por proyectos gubernamentales”, dijo el analista Christpoh Nedopil a Foreign Policy, pero eso ha cambiado. “Ahora tiene en muchos aspectos una orientación mucho más comercial”.En el primer semestre de este año, las inversiones de capital dominaron por primera vez la actividad de la BRI, en lugar de los contratos de construcción respaldados por el Estado chino.
A su vez, las inversiones chinas en energía de la BRI en el primer semestre del año fueron las más ecológicas de las que se tiene constancia, con un 41% de la actividad destinada a proyectos eólicos y solares.
Sólo en la Conferencia de Directores Generales de este III Foro, se cerraron acuerdos de cooperación por 97.200 millones de dólares. China llevará a cabo 1.000 proyectos a pequeña escala de ayuda a los medios de subsistencia y potenciará la cooperación en materia de formación profesional.
“La modernización global debe perseguirse para potenciar el desarrollo pacífico y la cooperación mutuamente beneficiosa y llevar la prosperidad a todos”, reafirmó Xi a los líderes presentes en el foro, la mayoría del Sur Global, casi ninguno europeo.
“A China sólo le puede ir bien cuando al mundo le va bien. Cuando a China le vaya bien, al mundo le irá aún mejor”, insistió el presidente chino, ante 24 líderes (hace cuatro años habían sido 37 y entre ellos varios europeos como Grecia, Austria, Portugal y R. Checa).
“La confrontación ideológica, la rivalidad geopolítica y la política de bloques no son una opción para nosotros. Nos oponemos a las sanciones unilaterales, a la coerción económica y a la desvinculación e interrupción de la cadena de suministro”.
No al desacople
En esta nueva etapa, Xi Jinping prometió acelerar el desarrollo de alta calidad del Expreso Ferroviario China-Europa y construir un nuevo corredor logístico a través del continente euroasiático unido por transporte directo ferroviario y por carretera, que se sumen a proyectos de centrales hidroeléctricas y eólicas, aeropuertos, puertos y parques industriales.
China se propone suscribir acuerdos de libre comercio y tratados de protección de inversiones con más países y eliminar restricciones al acceso de la inversión extranjera en el sector manufacturero, una medida esta última especialmente relacionada con el “desacople” en marcha con Estados Unidos, que amplía cada vez las restricciones del acceso chino a nuevas tecnologías, en su “guerra de los chips”.
“Nos oponemos a las acciones unilaterales, al desacople (de economías como China y EEUU) y a la interrupción de las cadenas globales de suministro”, afirmó Xi.
El III Foro de BRI dejó entre otros anuncios concretos que dos bancos chinos crearán líneas de financiación de 350.000 millones de yuanes (48.750 millones de dólares) y se inyectarán otros 80.000 millones de yuanes (11.000 millones de dólares).
Xi prometió un mayor compromiso con el desarrollo ecológico, la innovación científica y tecnológica, e intercambios entre personas.
Hasta Vito Rosario Petrocelli, presidente del Instituto BRICS de Italia, un país gobernador por la ultraderechista Georgia Meloni que revisa su decisión de seguir participando, sostuvo que “BRI es la mejor iniciativa para mejorar el Sur Global y puede dar muchas oportunidades a los países en desarrollo y desempeñar un papel muy importante en la protección del medio ambiente”.
Medio Oriente, Putin y otros
El estallido de un nuevo y grave conflicto en la frontera palestino-israelí con la brutal invasión de Hamas y la contundente respuesta de Israel, coincidió con la reunion de líderes en torno de Xi, pero mucho más influyó políticamente en el III Foro de Bri la asistencia del presidente Vladimir Putin, en su segundo viaje al exterior desde la invasión rusa a Ucrania de 2022 (antes, a Tayikistán).
La circunstancia sirvió para organizar un cumbre de hecho de Putin con Xi y reafirmar la alianza estratégica, política y sobre todo económica consolidada entre las dos potencias desde la guerra en Ucrania, frente a Estados Unidos y Europa. Como símbolo, Putin fue el primero de los líderes extranjeros en hablar ante el Foro.
El comercio entre China y Rusia se disparó un 30% en el primer semestre del año y se espera que supere los 200.000 millones de dólares este año, según Moscú, que aspira a apurar la construcción del gasoducto Power of Siberia-2, que atravesará Mongolia y permitirá a Moscú vender más gas natural a China.
China y Rusia comparten un “compromiso a largo plazo” y “amenazas comunes” que refuerzan la “interacción ruso-china”, definió Putin, después de analizar “en detalle” con Xi los conflictos en Ucrania y Medio Oriente, según dijo.
Las dos potencias pidieron un alto el fuego en la Franja de Gaza, sin condenar explícitamente a Hamás, mientras el presidente estadounidense, Joseph Biden, llegaba a Tel Aviv para dar su apoyo al premier Benjamin Netanyahu.
Entre los líderes que asistieron a la reunión se encontraban el húngaro Viktor Orban, el presidente kazajo Kassym-Jomart Tokayev, el indonesio Joko Widodo y otros representantes de África, Asia y Latinoamérica, como el chileno Gabriel Boric y el argentino Alberto Fernández.
“Considerar el desarrollo de los demás como una amenaza o asumir la interdependencia económica como un riesgo no mejorará la propia vida ni acelerará el propio desarrollo”, les dijo Xi, aludiendo a Estados Unidos,
El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, fue el único que aludió directamente al conflicto en Gaza y exigió un alto el fuego inmediato. “No se puede justificar los actos de terror contra civiles cometidos por Hamás pero esos hechos no pueden justificar el castigo colectivo del pueblo palestino”.
El presidente William Ruto fue otra figura notoria del Foro. Uno de los proyectos clave de BRI en África es el ferrocarril Mombasa-Nairobi, que se extiende a lo largo de 592 kilómetros y conecta el mayor puerto de Kenia con su capital. Inaugurado en 2017, China promociona el proyecto como un éxito y afirma que ha contribuido al crecimiento económico de Kenia.
En el Sudeste Asiático, uno de los proyectos más destacados del BRI ha sido la construcción de un ferrocarril de alta velocidad de 142 kilómetros que unirá la capital de Indonesia, Yakarta, con el centro económico de Bandung. El presidente Joko Widodo, otro invitado a Beijing, inauguró a principios de este mes el proyecto, financiado por China con 7.300 millones de dólares.
Chile valora altamente y reconoce la BRI como una ambiciosa iniciativa que ha impulsado significativamente la conectividad entre los países socios durante la última década, dijo a su turno el chileno Boric.
Fernández, quien antes del Foro firmó la adhesión del país al Nuevo Banco de Desarrollo y luego acordó con Xi otro canje de divisas con China para reforzar las debilitadas reservas internacionales argentinas por 6.500 millones de dólares, dijo que “el avance tecnológico y la profunda crisis climática nos obligan a modificar rápidamente el modo en que producimos y consumimos” y que su gobierno respalda encarar estos desafíos comunes con una lógica pacífica y cooperativa”.