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Cóctel meteorológico y expansión urbana: ¿por qué son tan destructivos los incendios de Los Ángeles?

Los incendios que asolan Los Ángeles desde hace cuatro días continuaron este viernes 10 de enero fuera de control, lo que los convierte en unos de los más destructivos que ha visto la ciudad en la historia. ¿Qué factores meteorológicos y humanos pueden explicar la intensidad de estos incendios, a pesar de producirse en pleno invierno? Lo explicamos.

California está, por desgracia, acostumbrada a los grandes incendios forestales, que cada año arrasan hectáreas enteras de ese árido estado del oeste de Estados Unidos. Pero, los incendios que asolan Los Ángeles desde el martes parecen tan inauditos como fuera de control. 

El viernes 10 de enero, las llamas seguían extendiéndose rápidamente por la megalópolis a pesar del despliegue de refuerzos militares y de los helicópteros que lanzaban torrentes de agua sobre la ciudad. Unas 153.000 personas fueron evacuadas, miles de edificios fueron arrasados o dañados y más de 14.000 hectáreas se convirtieron en humo, según el Departamento de Bomberos del estado de California. El número de víctimas mortales se elevó ya al menos a diez. 

Después de cuatro días, los incendios se han unido a la lista de récords desoladores. Los dos incendios principales, en los distritos de Palisades y Eaton, son ya los más destructivos de la historia del condado de Los Ángeles, según el Departamento de Bomberos de California. El incendio, que afectó a los barrios más exclusivos y arrasó las casas de muchas estrellas de Hollywood, podría ser también el más caro jamás registrado, con daños y pérdidas estimados entre 135.000 y 150.000 millones de dólares. 

Filas de residencias calcinadas tras el incendio de Palisades, en el barrio de Pacific Palisades de Los Ángeles, el viernes 10 de enero de 2025.
Filas de residencias calcinadas tras el incendio de Palisades, en el barrio de Pacific Palisades de Los Ángeles, el viernes 10 de enero de 2025. AP – Eric Thayer

Se trata de unos incendios “sin precedentes en Los Ángeles”, en palabras del gobernador de California, Gavin Newsom, sobre todo en pleno invierno, una época en la que este tipo de fenómenos suelen ser más raros. El último episodio en la región se remonta a noviembre de 2018, cuando 20.000 viviendas fueron arrasadas por las llamas, especialmente en la ciudad de Sacramento. El resultado de un cóctel meteorológico explosivo, con la marca de la alteración del clima a nivel mundial, y una urbanización desenfrenada, que ha hecho a la ciudad más vulnerable a los incendios.  

Un cóctel explosivo de viento y sequía

El primer ingrediente de este cóctel: una vegetación muy abundante… pero extremadamente seca. California sufrió dos inviernos especialmente húmedos en 2022 y 2023, que culminaron con una violenta tormenta y lluvias torrenciales en febrero de 2024. 

Esto provocó repetidas inundaciones y deslizamientos de tierra. Pero, en medio de los daños, también permitió que crecieran árboles, arbustos y plantas. Salvo que a este periodo de lluvias siguió un episodio de intensa sequía. Según el Servicio Meteorológico Nacional, sólo cayeron cuatro milímetros de lluvia entre junio y diciembre de 2024, muy lejos de las precipitaciones estacionales normales. 

Todas las plantas que habían crecido como consecuencia de esto se secaron, convirtiéndose en el combustible perfecto para los incendios. El martes 7 de enero, cuando se declaró el primer incendio en el distrito de Pacific Palisades, por un motivo que aún se desconoce, las numerosas plantas ardieron a toda velocidad. 

El incendio de Palisades continúa ardiendo en las afueras del barrio de Pacific Palisades de Los Ángeles, el viernes 10 de enero de 2025.
El incendio de Palisades continúa ardiendo en las afueras del barrio de Pacific Palisades de Los Ángeles, el viernes 10 de enero de 2025. AP – Eric Thayer

“Es muy inusual que no tengamos prácticamente precipitaciones a estas alturas del año”, declaró al ‘Washington Post’ Alex Hall, climatólogo de la Universidad de California en Los Ángeles.

“Normalmente, las primeras lluvias caen en noviembre… y eso basta para saciar la sed de las plantas que permanecieron inactivas durante la sequía estival”, agregó el experto.

Y luego hay otro elemento: los vientos de Santa Ana. Estas potentes rachas, que suelen producirse de otoño a enero, son típicas de los inviernos californianos. Bajan de las cordilleras que rodean esta zona costera, cogen velocidad y traen aire cálido y seco. Esta semana, sin embargo, estas rachas alcanzaron una intensidad que no se veía desde 2011, llegando algunas hasta los 160 km/h, según el Servicio Meteorológico estadounidense. Todo ello añade leña a las llamas y favorece la propagación de los incendios. 

Normalmente, —explica el especialista— las lluvias habituales habrían evitado que los incendios se convirtieran en llamaradas como consecuencia de estos vientos. “Pero este año, tuvimos vientos, pero no lluvia, por lo que la temporada de incendios se prolongó de octubre a enero”, resume Hall. 

Una urbanización acelerada

Si este cóctel explosivo ha contribuido a estos incendios de una magnitud sin precedentes, varios expertos señalan también a la urbanización galopante de la ciudad de Los Ángeles como un factor determinante. En los últimos años, como consecuencia del crecimiento demográfico y de la subida de los precios inmobiliarios, la megalópolis estadounidense se ha expandido hacia zonas próximas a los bosques. 

Como resultado, han surgido grandes zonas residenciales al estilo estadounidense, con urbanizaciones de pequeñas casas unifamiliares alineadas en hileras, aumentando así la densidad de población. 

Según Noah Diffenbaugh, climatólogo de la Universidad de Stanford, ver cómo cada vez más gente se asienta en estas zonas de “hábitat-forestal” crea un doble problema. En primer lugar, el aumento de la población incrementa el riesgo de incendio, ya que la mayoría de los fuegos están causados por la acción humana, como colillas de cigarrillos o cables eléctricos caídos. Aunque, de hecho, también hace que estas zonas urbanas estén más expuestas al riesgo de incendios. 

ARCHIVO - Equipos de bomberos luchan contra el incendio de Eaton mientras afecta a una estructura el 9 de enero de 2025, en Altadena, California.
ARCHIVO – Equipos de bomberos luchan contra el incendio de Eaton mientras afecta a una estructura el 9 de enero de 2025, en Altadena, California. AP – Eric Thayer

“Donde hay seres humanos, hay muchos focos posibles de incendio, y cuando estos focos están cerca de vegetación que puede arder, aumenta el riesgo”, explicó el experto para la revista estadounidense ‘Vox’. 

Además, una vez iniciado, un incendio puede propagarse rápidamente por una zona urbana. “Cuando las casas están densamente alineadas en la dirección de los fuertes vientos durante los periodos de incendios, va a ser casi imposible cortar suficientes matorrales a su alrededor para protegerlas. El fuego arde de casa en casa. Ya no es un ‘incendio forestal’”, indicó en su cuenta de X Zeke Lunder, especialista estadounidense en prevención de incendios forestales.

La marca del calentamiento global

Además del efecto combinado de los factores meteorológicos y la urbanización, estos incendios también llevan la marca de la crisis climática global. Aunque aún es demasiado pronto para cuantificar el impacto exacto del calentamiento global en estos incendios en concreto, los científicos coinciden en que los fenómenos meteorológicos extremos —lluvias, sequías y olas de calor— son cada vez más probables, frecuentes e intensos como consecuencia de los desajustes climáticos, lo que favorece la aparición de megaincendios. 

Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), el cambio climático ya ha quintuplicado las quemas estivales entre 1996 y 2021 en el norte y centro de California.

La devastación del incendio de Palisades se ve a primera hora de la mañana en el barrio de Pacific Palisades de Los Ángeles, el viernes 10 de enero de 2025.
La devastación del incendio de Palisades se ve a primera hora de la mañana en el barrio de Pacific Palisades de Los Ángeles, el viernes 10 de enero de 2025. AP – John Locher

Compuesta por inmensas llanuras desérticas secas, “la sequía es un fenómeno normal en California”, declaró Philippe Ciais, investigador del Laboratorio de Ciencias Climáticas y Medioambientales, durante un episodio anterior de sequía en 2021. “Pero todos los estudios coinciden en que el cambio climático agrava el fenómeno. Hace que las sequías sean más intensas, pero también más largas”, “condiciones que hacen más probable la aparición de incendios forestales”, insistió Ciais. 

Los científicos también calculan que el calentamiento global está aumentando el riesgo de incendios forestales rápidos en California en torno a un 25%, según un estudio publicado en ‘Nature’ en 2023. Diez de los mayores incendios forestales del estado se han producido en las dos últimas décadas, cinco de ellos solo en 2020.

Por Cyrielle Cabot-France24