En marzo de 2007 José “Pichi” De Yebra ahorcó a su novia, Carolina Curi, y asesinó a puñaladas a sus suegros. Cuál fue el verdadero móvil detrás de la masacre.
“El novio de mi hija nos acuchilló mientras estábamos durmiendo”, pudo decir Marcelina del Carmen Vizgarra cuando recuperó el conocimiento en la cama de un hospital. Unas horas antes, en la madrugada del 17 de marzo de 2007, José “Pichi” De Yebra había asesinado a su hija, Ana Carolina Curi; a su esposo, Carlos, e intentó hacer lo mismo con ella y después suicidarse de un balazo, pero fue el único sobreviviente de la masacre que conmovió a Santiago del Estero hace 16 años. Su suegra no corrió con la misma suerte. Murió 40 días después del ataque por una infección intrahospitalaria.
Las hipótesis que se barajaron entonces fueron muchas y muy distintas. Hasta se especuló con la posibilidad de que De Yebra hubiera matado a su pareja durante un juego sexual y después, al ser descubierto, también asesinó a los suegros. Recién durante el juicio por el caso en 2008 salió a la luz el verdadero móvil detrás del triple crimen: una trama de dinero y ambición por la que la Justicia condenó al acusado a la pena de prisión perpetua.
“Era inimaginable lo que pasó, jamás podríamos haber advertido nada”, afirmó en diálogo con TN Moira Curi, prima de Carolina y sobrina de Marcelina. Y subrayó: “(De Yebra) era un perverso y un psicópata de manual”.
La noche de la masacre
“Fue un viernes a la noche, yo había salido a comer con unas amigas y a la madrugada recibo un llamado”, relató Moira, quien además se presentó como querellante en el debate que condenó al múltiple homicida. Del otro lado de la línea, otra prima suya le avisó que algo había pasado en la casa que tenían sus familiares frente al casino de la provincia.
“Creía que había ocurrido algún accidente”, indicó la mujer, pero la escena que vislumbró al acercarse al domicilio un rato después derrumbó de manera rotunda esa posibilidad. “Lo primero que se veía eran las puertas abiertas y muchísima sangre en el piso”, agregó.
El cuerpo de Carolina, que entonces tenía 25 años, estaba en una galería en el fondo de la propiedad con una soga alrededor del cuello y su prima, Moira, fue la encargada de pasar para reconocerlo. De Yebra la había estrangulado. Después, según la investigación, se enfrentó con su suegro y lo asesinó de 15 puñaladas. Solo le quedaba un cabo suelto. Entonces fue a buscar también a la mamá de su novia, que dormía en la habitación, y la apuñaló con el mismo cuchillo de carnicero una veintena de veces.
Cuando de De Yebra, a quien apodaban “Pichi”, consideró que Marcelina ya estaba muerta, tomó un revólver y trató de suicidarse, pero solo se lesionó un ojo. Esa detonación fue la que despertó a la empleada doméstica, que al levantarse y observar la dantesca escena salió a la calle a pedir ayuda presa del pánico.
Con el correr de las horas, las crónicas de la época indicarían que los investigadores secuestraron en el lugar un cordón, una bolsa, una máscara, un consolador y un pote de vaselina. Todo esto estaba cerca del cuerpo de la más joven de las víctimas y fue la causa por la que en un principio se especuló con la hipótesis del juego sexual con un desenlace trágico.
“Un claro interés económico”
“Caro y De Yebra estaban de novios hacía cinco años, yo lo veía siempre para las Fiestas, pero lo que nosotros podíamos conocer como familia era la nada misma”, manifestó a este medio Moira Curi. “Todo lo que nos enteramos de la relación de ellos fue en el juicio mediante la declaración de los testigos, que eran los amigos de la pareja”, apuntó.
Así se revelaron detalles tales como que cada vez que salían lo hacían en el auto de ella, o que también era Carolina la que pagaba esas salidas. “Había un claro interés económico por parte de él”, resaltó la prima de la víctima. También contó que De Yebra era dos años mayor que la joven y decía que estudiaba Derecho. “Creo que tenía 10 materias aprobadas con suerte”, ironizó.
Como contracara de aquello, Moira señaló: “A Carolina le quedaban dos materias para recibirse de ingeniera. Las iba a rendir y se quería ir a vivir a Buenos Aires para perfeccionarse”. Y completó: “Hubo muchas hipótesis, pero para mí lo que desató la masacre fue esto, cuando ella le comenta que se quiere ir, desata la furia”.
A la cárcel con chaleco antibalas
De Yebra llegó al juicio acusado de “homicidio triplemente calificado”. Aunque se negó a responder preguntas, se tomó unos minutos para aclarar que “no era un vago” y que se dedicaba “a estudiar y a administrar los bienes familiares”.
“Carolina me amaba, nunca pensó ni me dijo que tenía intenciones de cortar nuestra relación, incluso realizamos un viaje a Tucumán para comprar anillos de compromiso”, remarcó ante el tribunal. Sin embargo, la declaración de los testigos desmintió sus dichos y fue determinante a la hora de dictar sentencia.
“Soy inocente. Creo en Dios y en la justicia”, expresó De Yebra, minutos antes de escuchar la decisión de los jueces. Pero no convenció. La Cámara del Crimen de Tercera Nominación lo condenó a perpetua por el doble homicidio agravado por alevosía de Ana Carolina Curi y de su padre, Carlos Alberto Curi. En cuanto a Marcelina Vizgarra, “Pichi” fue condenado por homicidio simple.
Ante una sala repleta de familiares de las víctimas,“Pichi” se retiró esposado y con un chaleco antibalas para empezar a cumplir su pena.
“En ese momento no existía la figura de femicidio”, indicó Moira Curi en relación con cómo se resolvió el caso, tras lo cual cuestionó: “Lo que me pareció injusto fue que a la muerte de mi tía la hayan resuelto como un homicidio simple”.
En ese sentido, explicó que “la teoría de la defensa fue que ella logró sobrevivir 20 días (al ataque) y muere por una infección intrahospitalaria”. “Tenía 20 puñaladas en el cuerpo”, destacó.
“En el juicio, yo estaba de querellante y De Yebra me hizo una seña como que me cortaría el cuello, hasta la fiscal lo vio”, remarcó la prima de la víctima, y concluyó: “Por eso tampoco me parece justo que él intente pedir ahora salidas transitorias constantemente, gracias a Dios le hacen los exámenes psicológicos y no le da”.
Sin salida
En marzo del año pasado, el juez de Ejecución Penal Rubén Seiller rechazó el último intento de la defensa de “Pichi”, basándose en informes adversos remitidos por el equipo de expertos de la Unidad Penitenciaria N° 4 de Colonia Pinto.
Entre los argumentos de la resolución, citó las conclusiones de uno de los profesionales que refirió sobre el condenado “una personalidad de marcados rasgos narcisistas, con características pasivo-agresivo, ambigüedad en las emociones y escasa capacidad empática y reconocimiento del otro como alteridad, baja autoestima, comportamiento compensatorio de omnipotencia”.
El mismo informe calificó a De Yebra como un sujeto dependiente, regresivo y evasivo ante la vida, con dificultades para adaptarse a la realidad; bajo umbral de tolerancia a la frustración, conducta impulsiva-agresiva sin mediar adecuada contención de los mismos y conflictiva en la esfera sexual.
Los profesionales concluyeron en que “Pichi” refleja factores de riesgos vinculados a aspectos criminológicos y psicológicos que deben ser atendidos en un tratamiento específico: “Ausencia de culpa y arrepentimiento, carencia absoluta de autocrítica y la autorregulación deficiente con aumento de riesgo criminológico”.
Por Luciana Soria Vildoza-TN