A media mañana del viernes, entre las 10,30 y las 11 horas, los portales de noticias económicas empezaron a bombardear con un título en tono de catástrofe: “el dólar blue abrió a 350 pesos”, junto a especulaciones y comentarios sobre cuánto podrìa tardar en llegar a 400.
Los celulares de los operadores y analistas de una mesa de dinero de una entidad financiera ardían, por las consultas de clientes y allegados preguntando qué estaba pasando, y qué podría ocurrir. La respuesta, a esa hora: no tenemos información sobre operaciones a esta hora, esperemos.
Poco después de las 11, con la apertura del mercado bursátil, apareció en las pantallas la primera operación de dólares financieros: el dólar MEP se negociaba a 316 pesos, por debajo del valor del día anterior. La consecuencia inmediata fue que, ya antes del mediodía, “voceros” de la plaza cambiaria marginal informaban que el “blue” se estaba vendiendo en 337/338 pesos, en el mismo valor del cierre anterior.
Lo que se vivió el viernes por la mañana en la city porteña es reflejo de un comportamiento habitual, aunque pocas veces tan marcado como el que ocurrió ese día.
Los primeros valores que se dan cada mañana del dólar blue no son el resultado de una puja de mercado entre operaciones que arroja un valor promedio, sino una construcción mediática que busca imponer un clima y una tendencia.
“Estalló el valor del dólar”, fue el mensaje que se quiso imponer antes de que existiera ni siquiera una sola operación, pero ese día fracasó. En los días y semanas anteriores, en cambio, fue taladrando el piso y encontró terreno fértil para sembrar un clima de terror y alimentar una corrida cambiaria que todavía atravesamos.
Por Raúl Dellatorre – Página/12