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Cómo se crearon los emblemáticos cascarudos de El Eternauta

Ignacio Pol, supervisor de efectos visuales y de producción virtual de la serie, conversó con Teleshow sobre los retos técnicos y logísticos detrás de una de las mayores apuestas del audiovisual argentino

“Todo fue un trabajo colectivo, eso es lo que más queríamos que se entienda desde la producción”, afirma con énfasis Ignacio Polsupervisor de efectos visuales y de producción virtual de la esperadísima adaptación de El Eternauta, estrenada por Netflix. Su frase no es solo un testimonio técnico: es un manifiesto que atraviesa toda la serie, un eco del espíritu solidario que la obra original de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López supo sembrar.

Cascarudos en El Eternauta

En diálogo con Teleshow, Pol despliega con precisión y pasión los pormenores del proceso detrás de los efectos visuales de una de las producciones más ambiciosas de la historia reciente del audiovisual argentino. “Esto fue literalmente el esfuerzo de muchos equipos, incluso de estudios que eran competencia y que se unieron para este proyecto”, remarca.

Pero el camino no fue sencillo, dificultades logísticas que exigieron apoyo internacional y desafíos tecnológicos que empujaron al límite la capacidad local. Cada uno fue una pieza de un engranaje gigante, articulado con precisión quirúrgica.

Ignacio Pol y todo el equipo en el rodaje de El Eternauta

Uno de los elementos más impactantes de El Eternauta en su adaptación audiovisual es el diseño y la realización de los “cascarudos”, esas criaturas emblemáticas que siembran el terror en la historieta original. Ignacio Pol cuenta cómo se gestó su diseño, quiénes participaron y cómo fue el proceso técnico y artístico que los llevó a la pantalla.

—¿Quién fue el encargado del diseño original de los cascarudos?

—Todo surgió de un artista plástico, Martín Canale. Él hizo los primeros diseños, y desde ahí se fue desarrollando con la producción.

El Eternauta - Cascarudos

—¿Participaron estudios internacionales también?

—Sí. Industrial Light & Magic, que son los que hicieron Star Wars. Ellos desarrollaron algunos concepts visuales, no solo de los cascarudos, sino también de escenas clave como la llegada al puente Saavedra. A partir de esos concepts, nosotros desarrollamos en 3D los planos.

—¿Qué estudios intervinieron en el desarrollo técnico?

—Participaron varios: Many Worlds, que hizo pruebas de animación; Bitt Animation, que también trabajó algunos planos; y el gran caudal de planos lo hizo Refine, un estudio internacional con artistas de todo el mundo.

La adaptación del clásico presenta criaturas icónicas fieles al original, según declaraciones de Ignacio Pol, encargado de los efectos visuales (Netflix)

—¿Cuál fue el rol de la dirección en este proceso?

Bruno Stagnaro y María Battaglia fueron los que coordinaron todo el desarrollo de los personajes. Ellos definieron la estética y cómo debían integrarse en la historia.

—¿Los actores interactuaron con los cascarudos en el set?

—Solo en un plano, en una escena con Ricardo Darín y Troncoso en el auto. Ahí pusimos un cascarudo en pantalla para que reaccionaran. Todo lo demás fue postproducción. O sea, 99.9% post.

El supervisor de efectos visuales destaca la conexión entre historia y diseño en la adaptación de El Eternauta

—¿Se respetó el diseño original de Solano López?

—Bastante. Es un diseño más moderno, pero respeta la esencia del original. Nosotros lo llamábamos “los bichos” o “los cascarudos”. En la serie los personajes los llaman directamente “bichos”.

El origen de los cascarudos, los bichos que siembran terror en El Eternauta

Los cascarudos que invadieron la pantalla nunca estuvieron presentes durante la filmación. En realidad, se trató de un trabajo minuciosamente planificado en la etapa de postproducción, donde equipos especializados generaron cada criatura mediante efectos visuales. Este proceso requirió modelar digitalmente seres con formas orgánicas que evocaran el comportamiento y la apariencia propuestas en el guion.

Aunque las criaturas no existían físicamente en el set, los actores no tuvieron que enfrentarse al vacío. Para asegurar reacciones creíbles y coherentes, se incorporó un recurso clave: especialistas físicos, conocidos como stunts, que sirvieron como puntos de referencia. Vestidos con trajes azul croma, estos performers imitaban los movimientos de los insectos al desplazarse en cuatro patas. Esta técnica permitió que los intérpretes calcularan distancias, ajustaran sus movimientos y desarrollaran interacciones más realistas.

Así fue el trabajo con virtual production en El Eternauta

El especialista explicó que observar y trabajar con un elemento tangible ayudaba a los actores a integrar visual y emocionalmente la presencia de los bichos. “Era esencial que pudieran mirar un punto real, calcular tiempos y reaccionar de forma convincente”, expresó.

Tras completar el rodaje, comenzó el arduo trabajo de posproducción. En esta etapa, los trajes de croma usados por los stunts—diseñados específicamente para ser fácilmente eliminados—fueron suprimidos a través de técnicas avanzadas de composición visual. El espacio que habían ocupado fue reemplazado por criaturas generadas por computadora que replicaban movimientos, proporciones y detalles acordes a las necesidades narrativas.

El uso del Chroma key, una técnica común en producciones intensivas en efectos visuales, fue clave en este proceso. Sin estos trajes eliminables y manipulables digitalmente, sería impensable lograr transiciones visuales tan fluidas entre la realidad capturada en el set y los elementos añadidos posteriormente en postproducción.

Los stunts vestidos con trajes azul croma y el resultado final de los cascarudos (Netflix)

Los desafíos técnicos de una producción monumental

Llevar a la pantalla una obra como El Eternauta no solo implica una gran fidelidad conceptual, sino también un esfuerzo técnico y logístico de proporciones inéditas para la industria audiovisual local.

—¿Por qué se recurrió a estudios del exterior para los efectos visuales?

—En realidad, había muchos más planos de los que pensábamos al principio. Por una cuestión de tiempos y costos, calculo que se terminó recurriendo a estudios de afuera.

—¿Quién tomó esa decisión?

—Eso lo manejó Ezequiel Rossi, que es el supervisor de postproducción de la serie. Él se encargó de la distribución de los planos: este plano va a este estudio, este a otro, y así.

—¿No podían cubrirlo solo con estudios argentinos?

—Acá todos los estudios grandes, como Control Estudio y M. Mouse, ya estaban trabajando en la serie y tenían otros planos asignados. Estaban a pleno, incrementando sus planteles para llegar con lo que ya tenían.

La nueva serie adapta con rigurosidad visual a los famosos personajes, inspirándose directamente en la narrativa y estilo del cómic original

—¿Qué limitaciones encontraron en el mercado local?

Algunos estudios no podían incorporarse al workflow que estábamos usando, que incluía herramientas bastante novedosas. Y tampoco todos cumplían con el nivel técnico que estábamos buscando.

—¿Fue una cuestión de calidad o de tiempo?

—Ambas. Calidad, tiempo y también presupuesto. Fue una combinación de factores. Pero todos los que trabajaron, desde acá y desde afuera, fueron parte esencial del proyecto.

El rol de Ignacio Pol en la producción

Ignacio Pol fue una pieza central en el armado de los efectos visuales de El Eternauta como Supervisor de efectos visuales y Supervisor de Virtual Production.

—¿Eso qué implica concretamente?

—Supervisé toda la serie, no solo un estudio. Interactué con todos los estudios, literalmente. Con Bruno (Stagnaro) fuimos los que estuvimos ahí dando el visto bueno de cada uno de los planos.

La serie El Eternauta combina tradición y tecnología en su producción visual

—¿Cuántos planos en total se revisaron?

—Más de 2000 planos. Vinieron de todo el mundo, no solo de acá. Fue una coordinación técnica y artística muy compleja.

—¿Cómo era tu vínculo con Bruno Stagnaro?

—Muy cercano. Fuimos construyendo juntos muchas decisiones. Él tenía una idea clara, pero no sabía bien cómo realizarla técnicamente. Entonces nos apoyamos mutuamente durante dos años.

—¿Tuviste que trabajar también con tecnologías nuevas?

—Sí. Usamos herramientas que eran bastante novedosas para la mayoría de los estudios locales. Por eso hubo tanto tiempo de investigación y pruebas previas, incluso durante la pandemia.

Todo el equipo de El Eternauta, en el último día de rodaje, fines del año 2023

Para muchos de los profesionales que trabajaron en la adaptación de El Eternauta, el proyecto no fue solo un trabajo más, sino la realización de un sueño personal. Ignacio Pol recuerda cómo conoció la historieta, qué significó para él y por qué su generación parece especialmente atravesada por esta obra.

—¿Cuándo leíste por primera vez El Eternauta?

—Desde los 13 años. Recuerdo que me lo compró mi mamá saliendo del cine en el Village Recoleta. Entramos a la librería Cúspide y me lo llevó. Me lo devoré en cuanto llegamos a casa.

—¿Qué te generó esa primera lectura?

—Fue mi punto de ingreso. Me marcó. Yo ya era fan de los efectos visuales, me encantaba ver cómo se hizo Matrix, por ejemplo. Pero desde esa vez, supe que quería estudiar cine y hacer esta historia.

—¿Creés que tu generación tiene una relación especial con El Eternauta?

—Sí, totalmente. Hay algo con los de treinta y pico. Muchos llegamos a la historieta porque nuestros padres nos la presentaron. Tengo muchos amigos que vivieron algo similar.

—¿Qué pensás del mensaje de la obra?

—Es un mensaje colectivo, de comunidad. Justo lo que quisimos reflejar en cómo trabajamos la serie. Eso fue muy importante para todos.La aparición de un avión peruano estrellado, cargado de armamento, despierta especulaciones y conecta la popular serie con un episodio histórico del apoyo militar peruano a Argentina en 1982 (Netflix Latinoamerica)

—¿Qué sentiste al ver el resultado final?

—Admiración por el equipo. Me quedé pasmado con el capítulo final. Estoy entregado a la vida que venga. Fue un sueño cumplido.

Cuando le preguntan si alguna vez imaginó que iba a trabajar en El Eternauta, Ignacio Pol sonríe. “Con mis compañeros de cine, en los primeros días de cursada, ya hablábamos de que queríamos hacer esta película”, recuerda Pol.

Lo que comenzó como una fantasía de jóvenes cinéfilos terminó convirtiéndose en una de las producciones más ambiciosas del país. Y fue durante la pandemia, en pleno aislamiento, haciendo pruebas de realidad aumentada desde sus casas, cuando ese sueño tomó forma concreta: “Estábamos experimentando con criaturas en escenarios virtuales desde nuestros celulares. Nunca imaginamos que eso nos iba a llevar a trabajar con Bruno Stagnaro en esta serie".

Por Andrea Taboada- Infobae