Carlos Ancapichun, de 76 años, fue visto por última vez el 13 de junio en el Parque Nacional Puyehue. Nunca volvió a la Argentina y su nieto denuncia que las autoridades del país vecino abandonaron la búsqueda.
El excuidador de la casa de la reina Máxima Zorreguieta, Carlos Ancapichun, desapareció hace casi un mes y poco se sabe de su paradero. Su caso activó un intenso operativo en la frontera de Chile, a donde había cruzado el 13 de junio desde Villa La Angostura para visitar a su familia, pero nunca regresó.
Sin embargo, ellos aseguran que el equipo de rescate decidió suspender la búsqueda del hombre de 76 años y que en el país vecino no hablan del caso. “Como mi abuelo no aporta a la morbosidad, no ayudan”, aseguró su nieto Mirko Hidalgo en un posteo que publicó en sus redes sociales.
Después de que el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta de Desastres (Senapred) de Chile se retirara del operativo, cuestionó a las autoridades que quedaron a cargo. “Cuando vez que por más recursos y prensa movilizada tenga un caso, nada asegura el éxito de encontrar a la persona”.
“Nada sirve si no hay una estrategia de búsqueda, ya sea técnica y/o táctica. Qué impotencia ver cómo los fiscales y los policías siguen siendo gente sin preparación”, sostuvo y agregó: “No cuidan evidencia clave, ellos mismos contaminan la zona de búsqueda, dejan entrar a cualquiera. Algunos equipos solo quieren figurar”.
“No existe una estructura organizada entre estas organizaciones institucionales. Cada loco hace lo que quiere. Qué pena”, expresó.
También criticó a los medios de Chile que no aportan a la difusión: “Desde Argentina todos los días sale una nota de mi abuela o me llaman a entrevista de los canales más importantes del país. Pero en Chile solo un par de medios ayudan”, sostuvo y agregó: “Como mi abuelo no aporta a la morbosidad de los medios, no es noticia”.
Así desapareció el exsereno de la reina Máxima
Carlos Ancapichun viajó a Chile para visitar a su familia. Fue visto por última vez el 13 de junio, cuando se dirigía rumbo a un terreno en el Parque Nacional Puyehue, donde soñaba construir su casa.
Tres días después de su desaparición, la policía chilena (Carabineros) encontró su camioneta estacionada en un sendero boscoso camino al centro de esquí Antillanca. El vehículo estaba cerrado, sin signos de violencia y con todas sus pertenencias adentro: herramientas, ropa, e incluso las llaves que Carlos solía esconder en una de las ruedas por precaución.
“Ni siquiera se cambió para entrar al bosque, como siempre hacía”, contó su nieto Mirko al diario Río Negro. “Además, el lugar donde dejó la camioneta está a solo 150 metros del destino al que quería llegar. Si se hubiera perdido, ya lo habríamos encontrado”, agregó.

Desde entonces, brigadas de rescate, perros, drones y voluntarios recorren sin éxito un área dominada por la selva valdiviana, una geografía de cañadones profundos, pantanos, cascadas, y vegetación tan densa que obliga a avanzar agachado o con machete. La búsqueda se volvió todavía más difícil por las condiciones climáticas extremas, con frío polar y lluvias constantes.
“Es un lugar virgen, muy húmedo, de difícil acceso. Son 700 hectáreas y hay zonas donde literalmente te hundís”, explicó Ricardo Has, jefe del cuerpo de rescate BRZA de Villa La Angostura, que viajó a Chile para colaborar con los operativos.
“El bosque que no devuelve”: la brutal coincidencia del excuidador de la reina Máxima con la desaparición de su padre
Carlos Ancapichun era un personaje entrañable en Villa La Angostura. Durante años cuidó la propiedad que la familia de la reina Máxima tiene en el country Cumelén, a orillas del Nahuel Huapi. Le preparaba la embarcación y la acompañaba en sus paseos por el lago. Aunque estaba jubilado, seguía vinculado al barrio. Por eso su desaparición sacudió a toda la comunidad.
No es la primera vez que su apellido queda asociado a un misterio sin resolver en el corazón del Parque Nacional Puyehue. En 1950, su padre, un trabajador forestal que vivía en la zona, también se perdió entre los árboles. Nunca lo encontraron. Nunca hubo un cuerpo. Nunca hubo respuestas.
No por nada, una vecina consultada por TN describió el lugar con una frase que retumba entre los rescatistas y familiares: “Este es el bosque que no devuelve”.
Setenta y cinco años después, su hijo desapareció en el mismo sector, a escasos kilómetros del centro invernal Antillanca, en una región agreste que parece suspendida en el tiempo.