Misiones Para Todos

Comprando un calmante

El triunfo dio aire a Milei, pero también elevó las exigencias. Con poder y fracturas, el Gobierno encara su segunda mitad en el filo.

El domingo pasado, una parte importante del electorado compró un calmante. Después de años de estancamiento y crisis, no quiso creer que todo el esfuerzo del ajuste había sido en vano por los errores políticos y económicos del gobierno de Milei. No ganó LLA, ganaron los temores al regreso del kirchnerismo –post-7S– y a que la Argentina entrase en una fase de incertidumbre por la gobernabilidad, con todas las consecuencias que la memoria colectiva sabe desde hace rato. Así, pese a la desaprobación y el pesimismo, las denuncias de corrupción, el fastidio con el estilo y las críticas a la falta de empatía con causas sensibles, una primera minoría dijo “elijo creer”, como si el Javo fuese Scaloni.

Semejante aval inesperado le asegura a la administración libertaria un camino allanado en la segunda parte del mandato, siempre y cuando no se reiteren los errores mencionados. Lucen interrogantes como ¿el oficialismo tiene menos margen de maniobra, ya que el crédito electoral eleva la vara de exigencia sobre lo que resta de gestión, y por las presiones explícitas desde el exterior? Todos los actores que ayudaron y sus votantes le están transmitiendo “ya te di el crédito que pediste; ahora usalo bien”.

Si no hubiese sido por las renuncias de Francos y Catalán a última hora del viernes, se podría decir que el Presidente había tenido una semana a pedir de boca: reconocimiento mundial, mieles de los mercados, oposición apabullada, reunión con gobernadores y con el ex Emir de Cumelén (más ex que nunca). El exjefe de Gabinete se fue en malos términos a juzgar por el tono en X. Es una administración que no tiene paz: ni aun arrasando en las urnas logra frenar las disputas y perder al quizá mejor funcionario que tuvo en estos 22 meses. Entra Adorni. Punto para Karina.

Este experimento político no está renovando sus cuadros: se realimenta de sus propias entrañas, en la lógica endogámica que siempre señalamos. Ni hablar si el joven maravilla pasa a ser algo así como un superministro. Poca expectativa habrá para la “ampliación de la base de sustentación política” y mucho menos para la agencia de colocación Macri. Da toda la impresión de que permanecerá el esquema de la negociación caso por caso a nivel legislativo como ha sucedido hasta ahora (de coalición, ni hablar).

Los triunfos calman internas y ansiedades, pero no las evitan. Tarde o temprano vuelven a la superficie. En la puja entre Santiago y Karina, esta sacó ventaja ya que el esquema político de ir a la guerra con ejército propio, no prestado, dio resultado. Ahora LLA tiene soldados en todos los rincones, al servicio de la causa, y seguramente con aspiraciones personales. No significa que sea una buena milicia, ni que no tenga infiltrados, pero serán huestes entusiasmadas. Este aspecto es muy relevante porque, aun con todas las innovaciones tecnológicas que están afectando a la política, ningún proyecto político se puede consolidar en el tiempo sin una estructura territorial bien aceitada.

Entre las declaraciones de los funcionarios y la de economistas muy afines, está claro que al Gobierno no le tienta la idea de acumular reservas, sino de hacer roll over aprovechando la baja del riesgo país. Entonces, si no va a ampliar la base de sustentación política y tampoco va a acumular dólares, ¿los amigos extranjeros se van a quedar tranquilos pensando que la vida le sonreirá a Milei eternamente? Es una pregunta estratégica central que lo acompañará el resto del mandato. Es un liderazgo que llegó jugando en el fleje, y ahora gobierna del mismo modo. Para predecir al león siempre se debe tener la mirada puesta en la matriz de origen.

Mientras que el “gatito mimoso” hace y deshace a su gusto avalado por el 41% de los votos, volvió a la superficie la lucha fratricida en el kirchnerismo bonaerense, como era de esperarse posderrota. Cristina reaccionó a su mejor estilo, culpando a Axel. Si no hubiera habido desdoblamiento, ¿se podría haber frenado la ola violeta?, ¿o se los hubiera llevado a todos puestos en el nivel provincial y municipal? Difícil evaluar, pero el hecho concreto es que el 7S salvaron la ropa y generaron un clima negativo para el Gobierno. ¿Pero con ese triunfo alertaron al público anti-K? Sí, pero ¿quién podría haber asegurado que se ganaba por casi 14 puntos en vez de los 5/8 previstos?, ¿y quién se animaba a predecir una derrota el 26-O después del caso Espert y los dolores de cabeza económicos? Muchas hipótesis contrafácticas y pocos elementos para los que siempre creen tener la bola de cristal.

Hay que detenerse en este tema unos renglones, tratándose de la principal fuerza de oposición que sigue representando a un tercio de los que van a votar. Así como está no es competitiva para 2027, pero es demasiado capital político para tirarlo por la ventana. De modo que a nadie le conviene que se rompa, salvo que la disidencia tenga una mirada estratégica y empiece a pensar en dos elecciones para adelante (algo así como la Renovación en 1985). Todas las cosas que les recomendaría un consultor externo a Fuerza Patria lucen poco probables en el corto plazo, a saber: a) una gran interna de afiliados como nunca para definir un nuevo liderazgo; b) una renovación ideológica/propositiva; c) una autocrítica; y d) toma de distancia de CFK por razones judiciales/éticas. Por diversos factores nadie está en condiciones de hacerlo, ergo están en un callejón sin salida. Tres apuntes más sobre esto: 1) Massa salió para intentar esa neorrenovación, pero llegó a la conclusión de que le convenía volver reconociéndole el liderazgo a Cris; 2) Kicillof dijo que había que componer una nueva canción; pasaron dos años y no lo logró; y 3) ¿alguien del interior tiene algo para decir sobre esto, o tiene ganas de hacer las tareas pendientes?

Con este panorama, cualquiera debería decir “larga vida al emperador”. Pero como a veces la Argentina es el cementerio de los elefantes, las intermedias legislativas no vienen siendo buenas predictoras de las presidenciales posteriores.

Por Carlos Fara