Ante la debilidad o ausencia total de 4 de los 5 actores con los que los presidentes han construido poder, Milei gobierna con el único disponible.
Con qué gobierna Milei es lo mismo que preguntarse con quiénes gobierna. Son interrogantes que van al mismo fondo de la cuestión y que surgen en un momento ejemplificador. Uno donde se sigue debatiendo la Ley Bases por segunda vez, donde la votación no se definió hasta último momento por un desempate vicepresidencial y donde se llevó a cabo un nuevo ejercicio de represión en la Plaza de los Dos Congresos.
Con qué y con quiénes gobierna la Casa Rosada refiere a dos pilares sobre los que se apoya todo gobierno.
- El primero es la cantidad de recursos con los que cuenta un presidente para tomar decisiones (institucionales, políticos, económicos, internacionales y comunicacionales). Una batería de herramientas para marcar agenda, fijar política pública e implementar un programa.
- El segundo es la coalición social o coalición de apoyo, que reúne a la gama de actores que dan sostén y gobernabilidad. Organizaciones que, de alguna manera, se benefician con las medidas adoptadas.
Recursos y actores se retroalimentan mutuamente. Desde la Casa Rosada irradian los primeros, que buscan construir apoyos públicos en los segundos. Y viceversa. En la medida que fluyan y lleguen a destino constante y sostenidamente, entonces la base de sustentación de un gobierno será sólida. Pero, en caso de que no ocurra, todo tambalea.
Los presidentes argentinos, por lo general, han construido su poder buscando el acompañamiento de cinco tipo de actores.
- Empiezo por el primero, tradicional e histórico: los partidos políticos. Todo dirigente que desee sentarse en el sillón de Rivadavia necesita de una estructura de este tipo. Javier Milei llegó a la Balcarce 50 con una estructura prestada, con un elenco neófito de dirigentes ejecutivos y legislativos, y sin un sello nacional propio. A esto se suma una actitud distante, refractaria y agresiva cuando de negociación política se trata. Son variados y voluminosos los ejemplos de situaciones sucedidas en estos 6 meses, en los cuales la primera plana del gobierno renegó de los acuerdos con otros partidos políticos. Contando con cerca del 15% en la Cámara de Diputados y con menos del 10% del Senado, hay un incentivo institucional para hacerlo, pero que solamente el PRO ha respondido de manera más orgánica. El resto de los actores mira con más distancia. Los partidos políticos, afuera.
- El segundo se desprende del anterior: las provincias. Javier Milei no solo es el presidente más débil en términos legislativos de la historia democrática argentina, sino que también lo es en términos federales. De 24 distritos políticos en los que se subdivide el país, ninguno está pintada de violeta. A eso se suma que, de los más de 2.000 municipios, un registro de la Red de Innovación Local (RIL) contó que 6 candidatos ganaron con el sello La Libertad Avanza. Actores locales que, en este semestre, no se los ha visto en ninguna acción política de apoyo al gobierno nacional. ¿Gobernar con los gobernadores y alcaldes? También afuera.
- El tercero rompe el cerco de la política y va hacia la dimensión social: el sector privado. Las empresas son actores políticos que juegan el juego. Se sienten cerca de los gobiernos porque hay programas económicos que los benefician, ya sea por la combinación de incentivos a la inversión, por beneficios fiscales o por posibilidades de aumentar su producción, sea de bienes o servicios. Las cámaras que los agrupan también se suman al calor del poder. Y, aunque parezca sorprendente, los dueños de la economía argentina no están todos (ni están del todo) pegados al gobierno nacional. Desde el momento de asunción de Milei hasta mediados de este año muchas indicadores económicos muestran una retracción interanual importante. Por mencionar algunos en rojo, construcción, consumo masivo, automotores, producción textil, agro e industria son sectores que muestran malas noticias antes que buenas. Solamente minería y producción de hidrocarburos vienen sonriendo sostenidamente. Con dueños y CEO’s agridulces, es difícil pensar en un apoyo masivo del sector empresario. ¿Afuera? Sí, en su mayoría.
- La contracara del empresario son los sindicatos. Uno al que al que siempre apelan los gobiernos de corte peronista, pero al que también recurren los no peronistas cuando necesitan controlar la calle en pleno cambio de las reglas del juego. No es uno más, es uno central. Cualquier modificación del modelo económico genera costos en amplios sectores populares. Los sindicatos sienten las consecuencias cuando estos giros impactan en el empleo, en los ingresos y en el nivel de vida. Luego del giro de 180° producido desde la asunción de Javier Milei y dos paros generales, ¿gobierna con los gremios? No, afuera.
- Queda el quinto y último actor: la opinión pública. En tiempos donde la técnica está al servicio de la política, las encuestas y los focus group abundan como una herramienta que permite conocer de primera mano lo que piensa la gente. Los gobiernos argentinos han apelado en mayor o menor medida para entenderla y para, al mismo tiempo, utilizarla como un recurso para gobernar, tomar decisiones y construir poder.
Hoy los sondeos de opinión pública muestran un empate. Una parcialidad apoya, mientras que la otra rechaza. Este escenario no muestra un apoyo mayoritario de la ciudadanía por las medidas adoptadas por el gobierno de La Libertad Avanza, sino uno dividido. En este contexto, es al único al que apela Javier Milei como interlocutor válido para gobernar. Algo que, al mismo tiempo, replican todas las usinas y vocerías del gobierno.
Ante la debilidad o ausencia total de los otros cuatro, es el único disponible. Pero es, también, el más endeble y cambiante de todos. El más difícil de controlar. Y el que más rápido se puede escurrir de las manos.
¿Con qué y quiénes gobierna Javier Milei? Con el más volátil. El único adentro.
Por Facundo Cruz-El Economista