El manuscrito estaba dentro de un peluche. A casi 100 días del asesinato del adolescente, la familia siente que el caso quedó estancado y teme que el acusado quede en libertad.
Este lunes se cumplieron tres meses del crimen de Joaquín Sperani, el adolescente que fue encontrado muerto en una casa abandonada en la localidad cordobesa de Laboulaye. Horas después su mejor amigo, Leandro, confesó el crimen, pero por ser menor de edad fue trasladado a un centro penal juvenil, donde todavía se encuentra alojado.
El principal acusado escribió en un papel, que escondía dentro de un peluche -encontrado por la policía-, el apellido de Joaquín y el nombre de otro chico, donde además decía: “Mamá pronto se olvidará de esto”.
Las dudas sobre este hallazgo fueron creciendo al punto de que la familia del adolescente asesinado sospecha que otro compañero podría haber sido la siguiente víctima.
En este sentido, Mariela apuntó contra los padres del homicida. “Hoy los pongo como cómplices porque, ¿qué es eso de no ver el fierro que trajo en la mochila, de no ver la ropa y las zapatillas manchadas de sangre, de no ver el celular de Joaqui?”, se preguntó en diálogo con TN.
El dolor de la mamá de Joaquín Sperani
“No tenemos respuestas, es todo silencio acá en la ciudad, como si se negara lo que pasó. Para el juez Sebastián Moro se ve que el caso ya está resuelto, no veo que siga otra línea de investigación”, dijo Mariela.
Tras casi 100 días, el caso parece haber quedado estancado e incluso la familia teme que el acusado quede en libertad. “En algún momento va a salir, él nos conoce bien y temo por la seguridad de mis otros hijos”, sumó, y lamentó: “Siento que la vida de mi hijo no vale nada, es como si se hubiese matado a un mosquito, y eso duele”.
Así fue el crimen de Joaquín Sperani
Joaquín Sperani comenzó a ser buscado desde la tarde del jueves del 29 de junio, cuando llamativamente no asistió al colegio. La última vez que lo vieron fue ese día, alrededor de las 15, y tenía el uniforme puesto.
La preceptora de su curso confirmó que no se encontraba en el aula cuando tomó asistencia y algo que sumó más confusión fue que su bicicleta estaba en el patio de la escuela.
Las horas pasaban y Joaquín seguía sin aparecer, al mismo tiempo que tampoco se comunicaba con su madre. En medio de la desesperación, la mujer realizó una denuncia cuando ya era la noche del jueves.
El sábado 1º de julio, familiares y amigos del adolescente convocaron a una marcha y los asistentes caminaron por las distintas calles de la ciudad. Jamás imaginaron el desenlace que iba a tener esta historia poco tiempo después, cuando lo encontraron muerto en una casa abandonada.
Joaquín recibió 18 golpes en la cabeza, primero con un fierro y luego con un pedazo de hormigón, por parte de su mejor amigo, que intentó ocultar el crimen.
Por Alexis Acuña-TN