El episodio de la promoción de la criptomoneda $LIBRA desde la cuenta de X del Presidente de la Nación ha sumido en la perplejidad a todos. Se trata acaso del ejemplo más palmario de las limitaciones que presenta para ejercer esa investidura.
Qué hacer con la anomalía Javier Milei es una pregunta latente en la política desde que el hoy presidente llegó como candidato al ballotage, en noviembre de 2023. No es necesario aclarar a esta altura los motivos de ese dilema.
Entonces, una parte del espectro político decidió convertirse en su aliado. Mauricio Macri y Patricia Bullrich se comprometieron públicamente a acompañar al libertario en un encuentro en Acassuso. Como se ha visto, con intenciones diferentes. Las de Macri, algo ingenuas: controlar la gestión con el desembarco masivo de sus cuadros técnicos, y él mismo, fungir de inteligencia externa al gobierno. Las intenciones de Bullrich han sido más claras: transfuguismo político, materia sobre la que la “doctora”, como insiste en llamarla el Presidente, descuella. Fue la iniciadora de una corriente que aún discurre.
Después del estupor inicial, en la oposición peronista ha habido simplificaciones. Expresiones de deseo, como aquel video de Pepe Albistur, muy temprano, a la espera de una solución espontánea, como que el fruto caiga por su propio peso. El peronismo no ha conseguido salir de la perplejidad, sumergido en una lucha interna, para algunos de sus protagonistas, fratricida, por la conducción del movimiento. Hay, con todo, una actitud funcionalista, pragmática, transaccional, en el Senado, uno de los puntos de gravitación del peronismo, en torno a la situación judicial de la expresidenta Cristina Kirchner.
![El tuit de Milei, intentando explicar el escándalo $LIBRA.](https://fotos.perfil.com//2025/02/15/900/0/el-tuit-de-milei-intentando-explicar-el-escandalo-libra-1967791.png)
El centro del espectro padece el síndrome de la orfandad. Una representación escuálida de un electorado igual de escuálido. Un sector se lanzó a los brazos del poder, sin inhibiciones, rasgo de época. Otro acompaña al gobierno libertario con espíritu crítico, basculante. Un tercero se opone. A los dos últimos los une el declamado respeto por la institucionalidad. Macri aparece y desaparece regularmente de este espacio.
El episodio de la promoción de una criptomoneda desde la cuenta de X del Presidente de la Nación ha sumido a todos en el desconcierto. Se trata acaso del ejemplo más palmario de las limitaciones que presenta Javier Milei para ejercer esa investidura. Los hay por decenas.
Desde muy temprano, los especialistas en criptofinanzas y derecho constitucional están dando veredictos bastante contundentes sobre el significado de la acción de Javier Milei. Asombrosa, temeraria, por decir lo menos, y encuadrada, todo indica, en la violación de varios artículos de la ley ética pública, que regula los deberes y pautas de comportamiento de los funcionarios públicos, incluido el Presidente de la Nación.
“No estaba interiorizado”, alegó Milei en su descargo en X y otras redes. Ni este presidente ni ningún otro pueden alegar ignorancia ni torpeza como atenuantes de un eventual delito.
Qué hacer con la anomalía Milei sigue siendo la pregunta latente. La respuesta no la darán ni los técnicos ni los expertos del mundo cripto o de la Justicia. La decisión será, como lo es siempre, política.
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Por Walter Curia-Perfil