En la medida que no definan a quién le reclaman y qué reclaman, se hará cada vez más difícil encontrarle una salida a los reclamos de los productores yerbateros de Misiones que se encuentran protestando en diversos puntos de la ruta nacional 14.
Están divididos, económica y principalmente ideológicamente, lo cual los aleja de la solución. Si solamente lucharan por su rentabilidad, estarían unidos, pero los divide la política, sobre todo la política nacional.
Algunos apuntan al presidente Milei, otros a la provincia y un tercer grupo a las industrias. Los primeros critican la desregulación, los segundos critican el cobro de impuestos provinciales y los últimos acusan a los grandes de pagar miserias.
Los “libertarios”
Uno de los cuatro grupos se dirigió a Centinela, el puesto de control de Rentas de Misiones sobre la ruta 14 y exige que la Provincia baje los impuestos para poder “competir libremente” con las nuevas reglas del mercado impuestas por el presidente Milei. Lo paradójico es que los productores primarios están exentos de Ingresos Brutos y la Industria paga solamente el 1,5%. Por lo tanto, el peso de los impuestos provinciales es prácticamente nulo sobre esta actividad.
Con este grupo ocurre dos cosas: la mayoría son abiertamente “libertarios” y se niegan enfáticamente a creer que la desregulación del mercado yerbatero impuesta por el DNU N°70 haya sido causante de esta crisis. Además, parecería que pecan de ingenuos creyendo que, si Misiones les baja impuesto a las industrias ellos automáticamente, por generosidad de los empresarios, pasarán a cobrar el precio que merecen por la hoja verde de yerba mate.
Algunos que miran con desconfianza a este grupo creen que, conscientemente o no, pidiendo baja de impuestos le están haciendo lobby a favor de las grandes industrias Liebig, Las Marías, La Cachuera, los Puerta, entre otros. Es difícil no pensar que alguien los está usando en beneficio propio.
Para saber quién está detrás de esto se puede tener una pista en la siguiente frase textual: “Hay que buscar otras formas de ser más competitivos, recortar el valor de la estampilla del INYM que hoy cuesta 25 pesos por kilo o bajar Ingresos Brutos a la industria yerbatera”, dijo a La Nación Daniel Notta, vinculado a Yerbatera Misiones SRL, de la familia Puerta.
Es casi grotesco plantear que sacando el 1,5% a la industria se le solucionarían los problemas. Pero son la minoría los que tienen esta manera muy particular de analizar la crisis de precios que están padeciendo. Por esta razón, de trece mil productores yerbateros, solamente unos 150 se encuentran en la protesta en Centinela.
Los “moderados”
La mayoría de los otros grupos, que se quedaron en San Vicente, Oberá, Andresito y otros lugares entienden que el problema pasa por otro lado.
Entienden que la desregulación del mercado, impulsada por el Gobierno Nacional con el DNU 70, fue la causante de que las grandes industrias aprovechen su posición dominante y paguen, literalmente, lo que quieran. De hecho, unos días antes de la desregulación, en diciembre de 2023, el kilo se pagaba $370 y después de la desregulación, durante todo 2024 se ubicó entre $180 y $220. Sin contar con la inflación que encareció todos los costos de producción e insumos.
Hay otro dato que no tiene discusión: si el INYM estuviera funcionando, esta discusión se estaría dando en ese organismo y no en la ruta. Porque es una discusión de precio y la principal función que tenía, además de regular y promocionar la actividad, era elaborar una grilla de costos y fijar precios de la materia prima, siempre considerando que el productor cubra sus gastos y tenga rentabilidad.
Ahora nada de eso ocurre y está librado al criterio discrecional de cada uno de los empresarios, secaderos, cooperativas y productores.
Mientras el INYM funcionaba, los productores estaban en la chacra y no en la ruta, y recibían 50 centavos de dólar por el kilo de hoja verde de su producción. Sin INYM, la industria hizo lo que quiso: compró yerba en Brasil y Paraguay, pagó precios que no cubrían ni siquiera los costos de producción y plantó miles de hectáreas para generar sobre abundancia de materia prima en los próximos años.
La Provincia también comprende el factor ordenador que tenía el Instituto en esta economía regional. Y por ello el Gobierno de Hugo Passalacqua demandó a la Nación en la justicia por quitarle facultades al INYM y ganó esa demanda. Sin embargo, ahora sigue el organismo “funcionando” sin presidente y sin potestades de precio. Además, Provincia viene trabajando fuerte en lograr nuevos mercados para exportar y no conformarse solo con el mercado interno. Tener mayor caudal exportador ayudará en el futuro inmediato a surfear algunas crisis cíclicas internas. Para esta tarea el organismo es clave y no se apunta solo a mercados de Medio Oriente.
Vale aclarar que el INYM no vive de impuestos sino que funciona con la estampilla que paga el consumidor, con lo cual no le genera gasto al Estado.
Los “ingenuos”
Finalmente, el tercer grupo que cuestiona solo a las industrias, tiene sus razones, pero a esta altura quién podría pensar que las industrias yerbateras serían “generosas o solidarias” con los productores, teniendo el antecedente de los años 90 tan cercano. Durante una década esquilmaron y saquearon, literalmente, toda la rentabilidad que pudieron a costilla del pequeño productor.
Este pensamiento está parecido a los que apuntan contra Ingresos Brutos. Pareciera que cualquier responsabilidad les viene bien, menos mirar al gobierno nacional.
Alguien podría pensar seriamente que habiendo libre mercado y sin escasez de la materia prima, la industria no pagará lo mínimo que pueda pagar para maximizar su rentabilidad como lo ha hecho a lo largo de la historia.
En el concepto de libre mercado no aplica la solidaridad; sino la mayor rentabilidad y conveniencia; y la yerba es un solo ejemplo de lo que pasa cuando no se instrumenta ningún tipo de control. Queda claro que es necesario un Estado presente, no el anterior que repartía subsidios, imprimía billetes y enfermó a los argentinos con la inflación; es necesario uno que establezca reglas que sean justas para que todos puedan trabajar y progresar, desde el más chico al mas grande.
Desde la época del mensu que, en Misiones, se conoce quién es quién en este rubro.

Por Luis Huls- Misiones Opina