Los vínculos comerciales entre ambos países son más estrechos que nunca, aunque las relaciones políticas pasen por uno de sus momentos más tensos desde que se restablecieron lazos diplomáticos en 1977, observan expertos.
La relación comercial entre México y España atraviesa su mejor momento. Sin embargo, sus relaciones diplomáticas parecen las más tensas desde que se restablecieron en 1977, después de que la invitación a la investidura de la nueva presidenta mexicana Claudia Sheinbaum no incluyera al rey Felipe VI. El Gobierno español respondió que, si se excluía al jefe del Estado, España no enviaría representación oficial.
El investigador mexicano Ethan Ayala, especialista en política exterior comparada de México y España, rechaza siquiera hablar de crisis diplomática y no cree que este episodio vaya a afectar a las relaciones comerciales y culturales entre ambos países. “En principio, hasta ahora, yo diría que no… Eso no quiere decir que no tenga el potencial de escalar y hacerse más grave si ambas partes no actúan con precaución”, afirma desde la Universidad Complutense de Madrid. “También es cierto que es algo relativamente fácil de desactivar”, añade.
El catedrático español de Ciencias Políticas de la Universidad de Girona y autor del libro “¿Adónde chingados va México?”, Salvador Martí Puig, coincide. “Es un roce diplomático simbólico que, si no hay escalada y ni el Gobierno mexicano ni el español quieren que la haya, queda en el plano formal” y en la “parte más epidérmica de la política”, dice gráficamente. “España tiene muchos intereses en México”, resume. “Y a México tampoco le interesa ni llevarse mal con España ni con la Unión Europea”.
Una carta que no fue siquiera contestada
Para Ayala, la situación atravesó un momento más delicado cuando el ahora presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, envió la carta que ha dado origen a este “roce” diplomático, en la que pedía a Felipe VI unas disculpas por la Conquista y que provocó duras reacciones en España. “El problema es que ni siquiera la contestó”, indica Ayala. En el caso actual, sin embargo, las posturas diplomáticas de ambas partes están claras y son razonables, explica.
Y el asunto debería quedarse ahí: “El efecto práctico es que España no va a estar en la toma de posesión, pero ya. Habrá algunos actores políticos en ambos países a los que no les parezca bien o que les parezca grave. Pero, en términos prácticos, la verdad es que no tiene ninguna consecuencia hasta ahora… ya habrá otras oportunidades de diálogo y de acercamiento”, dice el investigador mexicano de la Complutense.
Él espera que con el nuevo Gobierno mexicano y el nombramiento de un nuevo embajador, el asunto quede en una anécdota. Y recuerda que fue también un cambio de Gobierno lo que propició que se restablecieran las relaciones diplomáticas en 1977, cuando ya hasta la RDA, la antigua Alemania comunista, había establecido lazos diplomáticos con España.
Una relación “amplia y fluida”
Es cierto, destaca Ayala, que con López Obrador las relaciones políticas con España se “desaceleraron”, que no hubo visitas oficiales y que “tampoco recibió al rey más que en su toma de posesión”. Pero las relaciones son mucho más amplias. “Están a nivel de Gobiernos locales, regionales, están en términos parlamentarios, culturales, turísticos, migratorios”, enumera Ayala. “Sigue siendo una relación sumamente fluida, los números no se vieron afectados”, concluye.
En el primer semestre del año, según datos de Banxico, las exportaciones mexicanas a España suman más de 800 millones de dólares, mientras las importaciones de productos españoles llegan a casi 3.500 millones. Se sigue así una tendencia al alza que, con los breves paréntesis de la crisis financiera internacional y de la pandemia de coronavirus, se mantiene desde hace tres décadas.
La inversión extranjera directa española en México fue, según datos de la Secretaría de Economía, de 3.774 millones de dólares, sólo por detrás de la estadounidense. Numerosos empresarios mexicanos desembarcan también en Madrid para estrechar esos lazos económicos o como puerta de entrada, por ejemplo, al mercado alemán, principal socio comercial de México en la Unión Europea.
Para Martí Puig, el enfrentamiento dialéctico entre los Gobiernos de Madrid y México va “en la línea del pensamiento tradicional nacionalista clásico de México”, que hace gala de su autonomía y su soberanía en las relaciones internacionales “y de no tener ningún especial cariño a las figuras institucionales de la Hispanidad”, evalúa el catedrático, desde la Universidad de Girona. “Aquí hay una cierta indignación en algunos sectores, pero al resto les importa poco”, constata. Y concluye: “Yo creo que el Gobierno español simplemente no va a asistir y ahí se va a quedar la cosa”.
Por Luis García Casas-DW