El massimo y los K sellaron su sociedad, pero no definieron cómo integrarán la fórmula presidencial. Lanzamiento con aviso de De Pedro. Kicillof, en pie.
“No tenemos preocupación por cuál será el lugar que nos toca, sino por cuál será la Argentina que construimos. Trabajamos soñando en la unidad de nuestro pueblo, en la unidad de nuestro espacio, en el diseño de un equipo”. Sergio Massa lo dijo este sábado en Mercedes, al lado de Eduardo “Wado” de Pedro, después de que el ministro del Interior, recién lanzado como candidato presidencial, se deshiciera en elogios y abrazos hacia su par de Economía y lo mencionara, junto a Axel Kicillof, como los encargados de “repensar” el país.
Binomio compartido, al derecho y al revés, enroque con el gobernador de la provincia de Buenos Aires, la posibilidad de que entre en el juego Malena Galmarini. A 27 días de la definición de las candidaturas, Massa, De Pedro, Kicillof, Máximo Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner cocinan en estricta reserva las posibles alquimias con las que el peronismo buscará dar la sorpresa, mientras las encuestas todavía muestran una clara desventaja electoral.
“Lo que vayas a hacer, hacelo con el peronismo en la calle”. Cristina escuchó la sugerencia de boca de uno de sus dirigentes de mayor confianza en la previa del acto del 25 de mayo. Convocó a la militancia y a la dirigencia y se ocupó de que la concurrencia fuera masiva, como un mensaje de fuerza hacia afuera del Frente de Todos (FdT) pero también hacia adentro.
Ocupó el centro de la escena y se ubicó en su lugar de líder. “Maestra del suspenso”- como la describe un dirigente cristinista – no dio definiciones electorales concretas, pero marcó el rumbo programático, escenificó la unidad y mostró frente a una multitud a sus cuatro elegidos para la próxima etapa, como aquel 9 de mayo de 2019, cuando sentó a Alberto Fernández en la primera fila de la presentación de su libro Sinceramente, en La Rural. Una señal de lo que sucedería nueve días más tarde.
No habían pasado cuatro horas desde la finalización del acto cuando De Pedro sorprendió con su spot de lanzamiento, en el que se erigió como representante de “la nueva generación” que tomará la posta, en línea con el pedido público de Cristina. Un golpe de efecto que no tomó desprevenida a la mesa chica que forman la vice, Massa, Kirchner, Kicillof y el ministro del Interior.
Como contó Letra P, los cinco se reúnen desde hace semanas con frecuencia en el despacho de Cristina en el Senado, donde coordinan la estrategia del espacio. Unos y otros se encargan de remarcar que operan en tándem y que todos estaban al tanto del lanzamiento de De Pedro, una jugada que dista de ser la definitiva. “Largamos y vemos hasta dónde llegamos. Pero estamos en carrera”, dicen en el cristinismo.
En el massismo también lo matizan: “Esto todavía no terminó”. Aunque busque bajarle el tono, el ministro de Economía no abandona su deseo de ser el candidato de síntesis. Cristina le dio un lugar privilegiado en su acto, pero también lo incomodó con las menciones a los términos de negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Tiene menos de un mes para convencer al kirchnerismo, que admite que Massa tenía el lugar ganado hace dos meses, pero que el proyecto se desinfló al ritmo del aumento de la inflación. ¿El cierre del acuerdo con el FMI todavía podría cambiar el escenario y convertirlo en el elegido? “Después de todo lo que dijo Cristina sobre el Fondo, con este número de inflación parece difícil de imaginar ese escenario”, dicen en el camporismo. Massa lo tiene claro.
A contrarreloj, el ministro trabaja para tratar de conseguir el desembolso anticipado de unos 10 mil millones de dólares por parte de organismo. En paralelo, también irá en busca de recursos a China. Volará este domingo, acompañado por Kirchner, que hará un gesto excepcional y saldrá del país por primera vez en al menos dos décadas. Será el primer viaje del diputado al exterior como parte de una delegación oficial.
Paradojas de la realidad, en el peor momento de la relación entre Cristina y Fernández, Massa y Kirchner estrenarán el avión presidencial que compró la Casa Rosada y que llegó hace pocos días al país. Con ellos, también viajará el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, amigo del primer mandatario que hace meses se enroló en el proyecto massista. En China los recibirá el embajador Sabino Vaca Narvaja, hombre que reporta directamente a la vicepresidenta y recibió instrucciones de apoyar en todo a Massa en sus gestiones en el gigante asiático.
A pesar de que la sociedad política da muestras de solidez, la militancia kirchnerista no termina de asimilar a Massa como posible candidato. Sin filtros, lo explicó hace tiempo el dirigente Juan Grabois, cuando dijo que el electorado de Cristina ya había acatado la orden de votar a Daniel Scioli, en 2015, y a Fernández, en 2019, pero que sería muy difícil pedirle una nueva muestra de fidelidad con Massa, a quien considera el representante del neoliberalismo dentro del movimiento nacional y popular. Por eso, en el entorno de Cristina hay quienes dicen que la vicepresidenta ya agotó la cuota de bendición a candidatos no naturales del espacio. “Ganar otra vez para que vaya Massa y haga cualquiera no va. Tiene que tener ADN kirchnerista”, apunta un dirigente cristinista de pura cepa que dialoga con la vicepresidenta.
“Podría haber síntesis que sería aceptable si Massa va abajo, porque el problema es quién conduce, no quién integra la coalición”, dijo Grabois este sábado en Radio con Vos. Una idea similar aparece en otros integrantes del FdT, que celebran la participación de Massa como aliado, pero no terminan de aceptar su posible candidatura presidencial. Dicen que al líder del Frente Renovador le sobran fotos con la dirigencia kirchnerista, pero le faltan gestos hacia el electorado devoto de Cristina, al que no logra seducir. El orden de los factores sí altera el producto.
La moneda está en el aire. Las variables que manejan los operadores de los dos sectores indican que, si el candidato final resultara ser un cristinista de pura cepa, entonces Cristina debería cederle lugares de poder y control a Massa. Eso abriría la puerta, por ejemplo, para una eventual candidatura a vice de Galmarini o del propio ministro al Senado por la boleta de la provincia de Buenos Aires. Si el candidato a presidente fuera Massa, el cristinismo buscará copar las listas y los lugares de decisión para condicionar un eventual gobierno del ministro o bien asegurarse la resistencia frente a un triunfo de la oposición.
Los gestos que dan cuenta del estado de la sociedad se aceleraron en las últimas horas. De Pedro abrazó con una efusividad llamativa a Massa este sábado al mediodía en Mercedes. “Gracias, compañero. Gracias, Sergio. Queremos pedirle un saludito porque viaja a China a buscar recursos, también para el sistema ferroviario. Va a seguir poniendo el cuerpo, agarró una papa caliente y va a seguir poniendo el cuerpo”, lo presentó el ministro del Interior en el acto de inauguración del tren turístico que une Mercedes con Tomás Jofré. Y anunció: “Con Sergio, con Axel, vamos a repensar una Argentina nueva. Ideas nuevas para un mundo nuevo. Trabajar en la Argentina federal”.
Más entrada la tarde, Massa recibía junto a Galmarini en su casa de Tigre a Kicillof para “revisar la agenda de acuerdos entre la Argentina y China vinculados a la provincia de Buenos Aires” antes de su viaje. Hasta el acto del 25 de mayo, el gobernador de la provincia de Buenos Aires era el dirigente más señalado como posible candidato presidencial del cristinismo.
Según las encuestas, Kicillof es el dirigente que más votos de Cristina podría retener en las elecciones. Su presencia en la boleta presidencial arrastraría, además, el voto bonaerense, que representa el 37% del padrón nacional. Así, el peronismo podría asegurarse la elección en la provincia. Pero Kicillof sabe que enfrentaría un panorama muy complejo en la Nación. Las posibilidades de quedarse con las manos vacías son altas.
Es sabido que el gobernador no quiere dejar la provincia de Buenos Aires, donde tiene altas chances de conseguir la reelección. La vicepresidenta tampoco se lo pidió. Las últimas reuniones que tuvieron en el Senado no ayudaron a destrabar la situación. Quienes conocen a Cristina dicen que esa no es su forma de manejarse. “Nunca se lo va a pedir. No es su forma de manejarse. Ella dice que no se puede pedir a un compañero que ocupe un lugar que no quiere ocupar”, dice un visitante asiduo del Instituto Patria.
A eso se suma otro factor. El peronismo tiene un panorama complicado a nivel nacional y está instalado públicamente que quien compita por la presidencia lo hará “para perder”. Cristina no quiere ser la responsable de ubicar a Kicillof en ese lugar. El gobernador mandó a decir que estará donde la vicepresidenta lo necesite. “Una jugada arriesgada, pero muy buena podría ser Kicillof a la Nación y Massa a la provincia. Eso sería potente”, opinan desde una consultora política de diálogo con el oficialismo. A Kicillof le anotan otro punto a favor. “Le puede pelear el voto joven a (Javier) Milei”, dice un dirigente de La Cámpora.
Nada está cerrado. De Pedro se lanzó a la carrera en ese contexto. No fue una decisión intempestiva. Hace largo tiempo que el kirchnerismo construye el perfil presidenciable del ministro del Interior. Designado por Cristina en lugares estratégicos de gestión y rosca política, De Pedro fue quien hizo punta en la ruptura entre el cristinismo y Fernández cuando encabezó la ola de renuncias después de las PASO de 2021. Hasta entonces, el Presidente lo había considerado casi un aliado en el intento por mantener el equilibrio con la vicepresidenta. Pero a De Pedro le tocó jugar encabezar la rebelión y no dudó.
El ministro tuvo en los últimos años también la misión de acercar al camporismo a sectores esquivos, dirigentes del peronismo tradicional conocidos por su antikirchnerismo y miembros del establishment. Fue De Pedro, junto a Kirchner quien comenzó a dialogar en secreto con Massa en 2016, cuando el peronismo estaba en plena crisis, después de la victoria de Mauricio Macri. Las conversaciones que comenzaron en un campo de Mercedes derivaron en una sociedad que dio el primer golpe político, a fines de 2018, cuando el peronismo se unió en Diputados para arrebatarle al macrismo una silla en el Consejo de la Magistratura. Meses después llegó el armado del FdT y el acercamiento definitivo entre Massa y Cristina.
Los diálogos de De Pedro con empresarios como Alejandro Bulgheroni; su asistencia a Expoagro; la foto con el directivo de Clarín, Jorge Rendo; las actividades junto a al exgobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, o el sindicalista Luis Barrionuevo terminaron siendo parte del paisaje avalado por el Instituto Patria. Una curiosidad: en el cristinismo dicen que fue Barrionuevo, motu proprio, quien contrató los servicios de la avioneta que sobrevoló las playas marplatenses durante el verano e hizo flamear la bandera con la leyenda “Se viene…Wado”. En el Instituto Patria se entusiasman con una supuesta ventaja de De Pedro. “Frente a Horacio (Rodríguez Larreta) o a Patricia (Bullrich), Wado sería lo nuevo. Mantiene el espíritu kirchnerista pero es una novedad”, dicen.
El ministro también consiguió en este tiempo el apoyo de algunos gobernadores, como el riojano Ricardo Quintela. Massa acumula a los propios, Gustavo Sáenz (Salta), Mariano Arcioni (Chubut) y algunos aliados, como los provincialismos que gobiernan Río Negro y Misiones. Los demás esquivan las definiciones. Fueron los grandes ausentes del acto de Cristina, el 25 de mayo. En el cristinismo explicaron que se debe a que todavía no tienen definiciones claras. No quisieron exponerse a un discurso del que no tenían certezas. Otras versiones indican que se resisten a otra imposición de Cristina, después de la experiencia Fernández. Se reunirían el 12 o 13 de junio para debatir sus preferencias. Cerca de la vicepresidenta recuerdan otro antecedente: fue la liga de gobernadores la que le pidió a Cristina que pusiera como candidato a presidente a Scioli, en 2015. El final de la película es conocido.
Por Gabriela Pepe-Letra P