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Cumbre UE-CELAC, reencuentro de sabor agridulce

Líderes europeos, latinoamericanos y caribeños cerraron dos días de su primera cumbre birregional en ocho años con tibios resultados en términos de cooperación, escasos avances en terrenos pendientes de definición, como el acuerdo de libre comercio UE-Mercosur, y al borde del desacuerdo sobre la guerra en Ucrania.

La III Cumbre de la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) celebrada en Bruselas durante dos días concluyó con un documento conjunto cuyas generalidades expresan a las claras la falta de avances contundentes en la cooperación birregional y disimula también las disidencias de ambos bloques sobre asuntos como la guerra en Ucrania.

La pandemia, primero, y la decisión unilateral de Brasil de la CELAC habían congelado virtualmente las relaciones entre ambos bloques, reactivada ahora en un contexto de multipolaridad en el que destaca tanto la autonomía del Sur Global como las prevenciones de Europa, y su aliado Estados Unidos, por la importancia económica que ha adquirido China en América Latina durante las últimas décadas.

Según el internacionalista español José Luis Sanahuhja, el estancamiento de las relaciones birregionales también puede imputarse “a la falta de atención europea y a evidentes errores de política”. América Latina “no está en el radar de la política exterior europea”, había admitido su jefe, el alto comisionado Josep Borrell.

Con la Estrategia Global y de Seguridad adoptada en 2016 a instancias de la alta representante Federica Mogherini, según Sanahuja, “la UE dejó claro el lugar periférico y marginal que adjudicaba a América Latina y el Caribe en su jerarquía de prioridades de política exterior”.

Transiciones

La Cumbre UE-CELAC 2023 fue escenario de repetidas reivindicaciones del potencial de las relaciones entre los dos bloques, de la riqueza histórica y cultural que los une y del horizonte que ofrece la cooperación frente a la doble transición digital y verde que se insinúa desde los países más desarrollados y los recursos naturales con los que cuenta América Latina y el Caribe. 

“Nos comprometemos a renovar y seguir reforzando nuestra asociación birregional de larga data, que se basa en valores e intereses compartidos y en fuertes lazos económicos, sociales y culturales. Reforzaremos nuestro diálogo y fomentaremos amplios contactos interpersonales”, inicia el documento final de la cumbre.

Pero, a la vez, pesó la necesidad de lo que algunos analistas han dado en llamar la “transición social” que urge América Latina y el Caribe -la región más desigual del mundo y por ello políticamente muy agitada en estos tiempos- cuando acompañe ese doble cambio digital y ambiental, después de mucho tiempo en el que Europa lució poco interesado en comprometerse con el postergado desarrollo  latinoamericano, mientras China se convertía en gran socio comercial de la región y hasta resolvía buena parte de la demanda de vacunas de COVID-19.

Aún siendo el tercer socio comercial detrás de China y EEUU, la UE es la principal fuente de inversión extranjera directa en la región (85.500 millones de dólares en 2022). “Destacamos nuestro compromiso de fomentar la cooperación y las relaciones amistosas entre nuestros pueblos, independientemente de las diferencias en nuestros sistemas políticos y teniendo en cuenta las diferencias en nuestros niveles económicos, sociales o de desarrollo”, dijeron los líderes de UE-CELAC.

Aún así, asumieron que “juntos como socios soberanos, somos más fuertes y estamos mejor situados para hacer frente a las múltiples crisis y retos de nuestro tiempo, como la inseguridad alimentaria, la pobreza, las desigualdades en ambas regiones, las interrupciones de la cadena de suministro y el aumento de la inflación”, en el contexto de una complementariedad birregional mayor a la que ha ofrecido históricamente Estados Unidos en América como potencia económica continental. 

Promesas

De arranque, la UE se propuso dar un golpe de efecto político positivo cuando la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció que el bloque invertirá más de 45.000 millones de euros en América Latina y el Caribe a través de su iniciativa Global Gateway, que impulsa proyectos digitales, energéticos y de transporte en todo el mundo, al estilo de La Franja y la Ruta de China.

Dando por sentado un “interés común e ideas compartidas”, Von der Leyen mencionó 135 proyectos a poner en marcha en los próximos cuatro años, desde hidrógeno limpio hasta explotación de materias primas críticas, pasando por redes de cables de datos de alto rendimiento y la producción de avanzadas vacunas ARN.

Aunque de los 300.000 millones de euros que Global Gateway pretende movilizar hasta 2027 la mitad se destinará preferencialmente a África.

Este “nuevo enfoque” de la UE para grandes inversiones en infraestructuras, aseguró la lideresa europea, pone el foco en “crear cadenas de valor locales” de modo que el “valor añadido se quede en América Latina y el Caribe”, en evidente alusión al desarrollo de otras de China orientadas a importar recursos regionales, tradicionales como granos o metales y claves para el desarrollo actual, como el litio (60% de las reservas mundiales en Argentina, Chile y Bolivia).

“Sin litio no hay centrales eólicas, sin materias primas críticas no hay baterías. Por eso, acordamos trabajar en una alianza estratégica para materias primas sustentables y para toda la cadena de valor añadido”, había reconocido von der Leyen en una visita a Chile.

También el presidente argentino, Alberto Fernández, lució optimista al final de la cumbre: “El encuentro ha colmado claramente las expectativas con las que vinimos muchos. Logramos reunir a CELAC y la UE después de ocho años. Nunca pudimos lograr tantos puntos de acuerdo como los que pudimos lograr ahora”, resumió.

Según Fernández, “es la primera vez que pudimos discutir un mecanismo para terminar con el extractivismo en América Latina. Es la primera vez que pudimos hablar de extractivismo sin culpas, demoró cinco siglos, pero lo conseguimos”.

Esta cumbre reencuentra a Europa con América Latina en un momento particular del mundo, cuando tras la pandemia y la guerra en Ucrania, la dinámica globalizadora que deslocalizó (offshoring)  cadenas de producción enteras para sacar ventaja económica se regionaliza y relocaliza sectores críticos de potencias que los acercan (nearshoring) o los reubican en países aliados (friend shoring) poniendo por delante la seguridad por delante de la rentabilidad (securitización).

La UE tiene acuerdos de asociación, libre comercio o cooperación política con 27 de los 33 países de la región. El comercio birregional creció 18% entre 2008 y 2021. Las exportaciones de la UE a ALC promediaron 116 mil millones de euros en la última década (2% de sus exportaciones globales), mientras las de América Latina y el Caribe a la UE promediaron 98 mil millones (10%).

Postergaciones

Los resultados parecieron menos concretos sobre un asunto que el espacio de la cumbre permitía abordar y destrabar -no resolver-, el postergado acuerdo de libre comercio UE-MERCOSUR, cuya ejecución se arrastra desde hace casi 25 años, y al que la llegada del brasileño Lula Da Silva al poder le volvió a dar un impulso, pese a las objeciones ambientales europeas, en particular las de Francia.

El documento final menciona “la importancia de un comercio abierto y justo basado en normas acordadas internacionalmente”, recortado sobre tres dimensiones:  económica, social y medioambiental, pero se queda en un muy modesto “tomamos nota de los trabajos en curso entre la UE y MERCOSUR”.

La mirada desde Estados Unidos fue traducida así por el influyente medio Politico: “La UE ha tenido pocos escrúpulos en negociar acuerdos comerciales con países como China, Vietnam o Singapur, a pesar de su pésimo historial en materia de derechos humanos y protección del medio ambiente. Pero con MERCOSUR la UE redescubrió de repente su debilidad por la selva tropical y los grupos indígenas”. 

Esta cumbre “no es el lugar apropiado para negociar sobre comercio. Es de consulta y de diálogo político”, dijo el subsecretario argentino para Asuntos Latinoamericanos y del Caribe, Gustavo Martínez Pandiani. “Aquí no estamos hablando de cifras aduaneras y comerciales”, insistió.

Según la prensa internacional, Brasil redactó en nombre del MERCOSUR y entregó a la UE una contrapropuesta a las exigencias ecologistas de Bruselas para poner en marcha el acuerdo comercial, que incluye una demanda de acceso de las PyMes del bloque sudamericano a las compras públicas de los países europeos.

El Parlamento Europeo acaba de aprobar una ley contra la deforestación a nivel mundial según la cual las empresas de la UE ya no pueden importar desde 2024 madera, carbón, productos impresos, café, cacao, caucho, aceite de palma, ganado o soja producidos en superficies deforestadas a partir de 2021. 

En la última cumbre UE-CELAC, en 2015, China daba el sorpasso sobre la UE y se convertía en el segundo socio comercial de América Latina, y en 2020, antes de la pandemia, ese intercambio se había multiplicado por 26 en veinte años, hasta los 310.000 millones de dólares, una tendencia persistente post pandemia.

“La intensificación de las relaciones económicas entre China y América Latina se ha visto favorecida por el aumento de la cooperación política en las dos últimas décadas”, reconoció el Parlamento Europeo en 2022: “China también ha utilizado con éxito instrumentos de poder blando para ampliar su influencia”.

Ahora, en Bruselas, en una cumbre paralela de empresarios de los dos bloques, von der Leyen consideró que las dos regiones “se necesitan mutuamente más que nunca”. “El mundo está recibiendo un duro impacto por la agresión rusa contra Ucrania, y esto ocurre con el telón de fondo de la creciente asertividad de China en el exterior”, dijo con todas las letras.

Guerras y conflictos

La Declaración Final de la Cumbre abordó uno de los asuntos más sensibles para la región latinoamericana al mencionar la Resolución A/77/7 de la Asamblea General de la ONU del 3 de noviembre de 2022 sobre la necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto contra Cuba.

“Recordamos nuestra oposición a leyes y regulaciones con efecto extraterritorial. La nueva designación de Cuba como Estado patrocinador del terrorismo, y su mantenimiento en la lista, ha introducido obstáculos a las transacciones financieras transacciones financieras internacionales con la isla”, dice el documento final.

También incorporó una mención relevante sobre la Cuestión Malvinas, ahora que Reino Unido ha dejado de formar parte de la UE. “En relación con la cuestión de la soberanía sobre las Islas Malvinas, la Unión Europea tomó nota de la posición histórica de la CELAC basada en la importancia del diálogo y el respeto del derecho internacional en la solución pacífica de las controversias”, dice el punto 13.

“Reafirmamos nuestro compromiso fundamental con todos los propósitos y principios consagrados en la Carta de la ONU, incluida la igualdad soberana de todos los Estados y el respeto de su integridad territorial e independencia política, la solución de controversias por medios pacíficos y de conformidad con los principios de justicia e integridad internacional.

Sin embargo, la parte europea fracasó en su intento por conseguir que el bloque latinoamericano asumiera sus posiciones respecto del conflicto desatado en Ucrania por la invasión territorial de parte de Rusia, desde febrero de 2022, en la que la UE tanto como la OTAN han respaldado política, económica y militarmente a Kiev.

El propuesto por la UE “era un texto que respondía a los intereses de la UE, así que, por supuesto, los países de la CELAC pusieron sobre la mesa una contrapropuesta”, explicó el embajador brasileño Pedro Miguel Costa e Silva. 

“Si hubo una sorpresa por parte de la UE, también en la CELAC”, reveló.

La mayoría de los países de la CELAC respaldaron en febrero pasado una resolución de Naciones Unidas que exigió la retirada inmediata de las tropas rusas de territorio ucraniano, pero Nicaragua votó en contra y Bolivia, Cuba y El Salvador se abstuvieron, así como China, India, Sudáfrica e Indonesia. La región también evitó adherirse a las sanciones económicas que Occidente impuso a Moscú.

“Expresamos nuestra profunda preocupación por la guerra en curso contra Ucrania, que sigue causando un inmenso sufrimiento humano y está exacerbando las fragilidades existentes en la economía mundial que limitan el crecimiento, aumentan la inflación, perturban las cadenas de suministro, incrementan la inseguridad energética y alimentaria y elevan los riesgos para la estabilidad financiera”, dice la Declaración Final en el punto 15.

Los dos bloques acordaron en apoyar “la necesidad de una paz justa y sostenible” y reiterar su respaldo a los acuerdos para exportar granos ucranianos por el Mar Muerto, suspendidos unilateralmente esta semana por Rusia, y a los esfuerzos del Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, para garantizar su ampliación. 

“Reafirmamos nuestro compromiso con la Carta de las ONU y el Derecho Internacional, incluida la necesidad de respetar la soberanía, la independencia política y la integridad territorial de todas las naciones. Es esencial defender el Derecho Internacional y el sistema multilateral que salvaguarda la paz y la estabilidad”, coincidieron los dos bloques.